En busca de la hierba m¨¢s verde
Barcelona celebra una cata legal de marihuana El evento sirve para presentar una pel¨ªcula sobre la vida del antiguo traficante Howard Marks
Los caminos de la prensa son inescrutables, tanto que un d¨ªa puedes recibir en tu correo electr¨®nico una nota que dice ¡°invitaci¨®n a una cata legal de marihuana¡±. Entonces empiezan los sue?os humeantes llenos de grandes canutos y el consiguiente reportaje gonzo de periodista fumado que cuenta el terrible momento en que se dej¨® arrastrar a una org¨ªa de hierba. As¨ª que uno se acredita, se viste para la ocasi¨®n y se prepara para lo mejor (peor). Pero nada, como siempre pasa en el mundo del plumilla, todo es una ilusi¨®n. Empieza a desvanecerse ¡ªya de entrada¡ª con una rueda de prensa de 45 minutos (ignorando aquella regla de oro que dice que a los 20 minutos todos dejan de prestarte atenci¨®n) trufada de nobles discursos sobre las bondades de la marihuana. Un se?or abogado, un experto en el tema, un extraficante de marihuana y el alcalde de Rasquera, aquella localidad catalana de 950 habitantes que planea convertir sus cultivos en un gran campo de hierba. Todos muy concienciados y alertando de la deriva capitalista del planeta, clamando por la legalizaci¨®n de una droga que 17 estados en Estados Unidos ya aprueban para tratar a sus enfermos de c¨¢ncer.
Lo raro del caso es que ayer por la ma?ana, en Barcelona, despu¨¦s de 45 minutos de discursos, nadie hab¨ªa dicho nada de la pel¨ªcula que, te¨®ricamente, era la excusa para todo aquel despliegue. As¨ª que en el Club Mar¨ªa, al final de Las Ramblas, ni una palabra de Howard Marks. Marks es aquel se?or que se convirti¨® en el mayor traficante de marihuana de la historia, le pillaron, le metieron siete a?os en la c¨¢rcel y sali¨® convertido en un ap¨®stol del tema.
Al tipo en cuesti¨®n, m¨¢s conocido como Mr.Nice (igual que la pel¨ªcula que adapta su libro) se le ve¨ªa simp¨¢tico, distra¨ªdo, sin enterarse de un comino de lo que estaban diciendo, m¨¢s all¨¢ de lo que su traductora le iba soplando a la oreja. La pel¨ªcula, protagonizada por Rhys Ifans y David Thewlis, tiene un look sospechosamente parecido al de Blow. Aparte de eso, poco m¨¢s que decir: ¡°Soy amigo de Rhys Ifans desde hace 16 a?os, me gusta que haya sido ¨¦l el protagonista¡± aport¨® Marks a una pregunta de la prensa.
Despu¨¦s, la cata legal. En realidad, la cata no era solo legal sino de que de hecho no era ni cata: se trataba de oler distintos tipos de hierba, cual sommelier, y adivinar qu¨¦ ingredientes conten¨ªa y si era ¨¢cida, picante o dulce. Una actividad de cinco minutos de duraci¨®n, inocua aunque divertida, con la que se da por terminado el acto. ¡°?Y los porros?¡±, pregunta el cronista. ¡°Ah, ?quieres uno?¡±, contestan desde la organizaci¨®n. ¡°Si quieres hay que hacerse socio del local. Si no, nada¡±. Uno insiste: ¡°Pero, ?no hab¨ªa una cata?¡±. Nada, que no hab¨ªa cata, aunque, seg¨²n el organizador ¡°porque os hab¨¦is rajado¡±. As¨ª que en lugar de canutos hubo entrevistas. ¡°Bueno, no s¨¦ si alg¨²n d¨ªa van a legalizar la marihuana. Llevo 50 a?os equivoc¨¢ndome as¨ª que mi opini¨®n carece de fundamento¡±, dec¨ªa Marks, pelo alborotado, pose de leyenda viva. Y reconoc¨ªa que a¨²n fumaba a diario (la marihuana, que no el tabaco) y que eso ya est¨¢ bastante bien visto y que Espa?a era ¡°muy tolerante¡±: ¡°En Inglaterra deber¨ªan tomar ejemplo". ?El local de la presunta cata? Bonito, nada siniestro, y al final lo ¨²nico que se pod¨ªa catar all¨ª fue un zumo de sand¨ªa.
Mientras tanto, en un sof¨¢ de la planta noble se sentaba Bernat Pellicer, el alcalde de Rasquera, pon¨ªa cara de ¡°qu¨¦ hago yo aqu¨ª¡± que inmediatamente reemplazaba con un ¡°yo ya sab¨ªa a lo que ven¨ªa¡± antes de exponer uno de los casos m¨¢s fascinantes de la pol¨ªtica nacional: un pueblo entero que decide dedicar sus terrenos al cultivo de la marihuana y que se encuentra con todas las trabas por parte de un enemigo de gran calado: ¡°el estado espa?ol¡±. ¡°Es bastante incre¨ªble lo que est¨¢ pasando: ayer vino al pueblo un equipo de televisi¨®n de Tokio para ver con sus ojos lo que estaba pasando. Yo creo que la guerra moral ya la hemos ganado¡±.
Finalmente, el periodista consigue el carn¨¦ del club, lo ense?a y se acerca un asesor: ¡°No salgas de aqu¨ª fumando porros y si llevas algo te lo pones en tus partes ¨ªntimas¡±. El fumeteo parece pr¨®ximo. Pero ni rastro. No queda ni zumo de sand¨ªa. Media hora despu¨¦s nadie ha encendido nada. El periodismo no es lo que era. Y el cine, tampoco. Por cierto, Mr. Nice se estrena este viernes, y en la pel¨ªcula, al menos, se fuma.
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