Gerontorock
Randy Newman tiene una canci¨®n titulada Estoy muerto pero ni me he enterado, en la que ironiza sobre su edad y esa incapacidad de los m¨²sicos para retirarse de las giras y conciertos. Cuando llega el verano uno comprueba que no hay jubilaci¨®n posible para las glorias musicales. De j¨®venes casi todos aseguran que no se ven de viejos subidos a un escenario, pero aunque la m¨ªtica encumbra las vidas vividas aprisa y los cad¨¢veres hermosos, ganan por goleada los veteranos que se resisten al retiro. El que ha expresado con m¨¢s claridad las razones para tal longevidad ha sido recientemente Julio Iglesias al afirmar: ¡°?Y qu¨¦ quieres que haga, que me quede en casa toc¨¢ndome el pito?¡± En una ¨¦poca donde solo unos pocos elegidos alcanzan ventas millonarias, la actuaci¨®n en directo se ha convertido en fuente primordial de financiaci¨®n para cantantes y casas de discos. La actividad se ha alargado tanto que pronto se inventar¨¢n andadores para rockeros y guitarras el¨¦ctricas para artr¨ªticos.
Hay una variante, copiada del mundo taurino, que consiste en la gira de despedida. El r¨¦cord lo tiene una cantante que lleva dando su ¨²ltimo concierto desde 1987. Morir sobre las tablas suena mucho mejor que las alternativas vulgares. Pero hay tanto placer escondido en esa prolongaci¨®n del vibrante directo, que no me extra?ar¨ªa que pronto las estrellas tuvieran que pagar a su p¨²blico y no viceversa, como sucede hasta ahora. Un poco como los abuelos que dan una propina a los nietos si pasan un rato a verlos. De los Rolling a los Beach Boys no es raro que incluso se superen incompatibilidades juveniles para celebrar reuniones lucrativas. Alguien dijo que nada reconcilia m¨¢s que un buen negocio.
El desnivel geri¨¢trico se apoya en la televisi¨®n, que apenas ha renovado su repertorio en los ¨²ltimos treinta a?os. Hay sequ¨ªa total de nuevos programas musicales de gran popularidad y la tendencia es apoyarse en artistas imperecederos para garantizar audiencia. En un mundo que tan tontamente ha impuesto lo juvenil como un absoluto, es emocionante ver contaminarse algo tan lozano como el rock de valores geront¨®filos. Y por ello se siguen moviendo las caderas, aunque est¨¦n hechas de implante de plutonio, cuando todo va mal.
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