El futuro del piano est¨¢ en sus manos
El joven talento busca plataformas en concursos como el Paloma O¡¯Shea ante la dictadura del marketing, el empuje del poder asi¨¢tico y una industria en declive
El campo de batalla del piano queda hoy difuminado por una espesa neblina global. En la dictadura impuesta por la mezcolanza de estilos, por el batiburrillo de escuelas, asoma por el horizonte asi¨¢tico el empuje de millones de estudiantes que cuestionan a los grandes maestros rusos y europeos. La creaci¨®n de iconos planetarios como el chino Lang Lang ¡ªun prodigio formado a base de rigor con el repertorio, enganche a las nuevas tecnolog¨ªas y destreza tanto en las teclas como en las redes sociales¡ª se impone como la f¨®rmula ansiada por las discogr¨¢ficas, que en mitad de la hemorragia imparable de ventas de m¨²sica cl¨¢sica, juegan, nadie les culpa por ello, sobre seguro.
?Toda La Galia est¨¢ ocupada por los romanos? ?Toda? No. Un pu?ado de concursos internacionales destinados a descubrir nuevos talentos ofrecen plataformas de corte cl¨¢sico a los j¨®venes instrumentistas en estos tiempos en que nadie tiene demasiada paciencia para los descubrimientos.
Uno de los m¨¢s importantes es el Paloma O¡¯Shea, que entra, con cuarenta a?os a sus espaldas, en su fase final en Santander. Si los nervios no acaban con ellos y si atinan con las notas, tres de los seis participantes en la semifinal que se celebrar¨¢ entre hoy y ma?ana alcanzar¨¢n la final del pr¨®ximo lunes. La competici¨®n queda entre dos h¨²ngaros ¡ªBenedek Horvath y J¨¢nos Palojtay¡ª, un par de coreanos ¡ªSamson Tsoy y Ah Ruem Ahn¡ª, la georgiana Tamar Beraia y el italiano Daniele Rinaldo. Toda una paleta de universalidad desprejuiciada y de indudable riqueza. ?El premio? 30.000 euros y, lo que es m¨¢s importante, una gira internacional auspiciada por la organizaci¨®n.
Nacidos entre los a?os 80 y 90, se debaten entre los viejos retos del piano y sus actuales exigencias. Cada vez es m¨¢s dif¨ªcil seducir en un mundo en el que escasean los iconos capaces de conquistar a nuevas generaciones de oyentes. Los aspirantes a estrellas tienen ante s¨ª m¨¢yores retos y menores oportunidades de reconocimiento. Tendr¨¢n suerte si pueden vivir del instrumento, aunque sea como profesores. Pero aun as¨ª, no flaquea el ¨¢nimo entre los concursantes de la cita santanderina.
Que gane el mejor... instrumentista
- Un concurso de piano puede servir tanto para catapultar una carrera como para hundirla. Los 40 a?os del Paloma O'Shea han visto forjar trayectorias importantes, como la de Josep Colom, Eldar Nebolsin o Alberto Nos¨¨, y ver c¨®mo otros talentos en ciernes no acababan de confirmarse.
- Si hay que citar dos concursos internacionales de referencia, no hay duda: son Chopin, en Varsovia, y Chaikovski, en Mosc¨². Este ¨²ltimo tambi¨¦n se dedica al viol¨ªn y al chelo. Lo han ganado figuras como Grigori Sokolov, Val Cliburn (que triunf¨® en su primera edici¨®n de 1958) y Vladimir Ashkenazy.
- Pero la cumbre es el certamen dedicado al compositor polaco, consagrado exclusivamente a su obra. Lo ganes o no, si pasas por ¨¦l, puede ser el comienzo de una carrera mete¨®rica.
- Fue el caso de Ivo Pogorelich, que al quedar fuera de juego, la argentina Martha Argerich, del jurado, mont¨® un esc¨¢ndalo tal que lo consagr¨® como una de las figuras fundamentales de su generaci¨®n. Si hubiese ganado, quiz¨¢ su carrera le podr¨ªa haber conducido al culmen que lograron en tiempos m¨¢s heroicos Maurizio Pollini y Krystian Zimerman.
Demuestran el temor justo por el futuro y una sana competitividad en las sobremesas. ¡°Menos de nuestra visi¨®n de la m¨²sica que hemos elegido para competir, hablamos de todo¡±, comenta J¨¢nos Palojtay, exquisito heredero de la escuela h¨²ngara en cuya sombra planea Liszt. Lo corrobora el italiano Daniele Rinaldo, que poco despu¨¦s se quejaba de un silbido ronroneante que le desconcert¨® en su interpretaci¨®n de la enrevesada Sonata n¨²mero 6 de Prokofiev.
Ambos disputan las semifinales este fin de semana. Y ambos contemplan el mundo del piano y su presente como una tecla tan ardua de pulsar como incierta. Los dos han mostrado en sus fases eliminatorias previas algo m¨¢s que un exhaustivo dominio de la t¨¦cnica. De tal cosa andan sobrados miles de aspirantes de todo el mundo. Lo confirma el presidente del jurado, Antoni Ros Marb¨¤: ¡°Ganar¨¢ quien demuestre estar m¨¢s all¨¢ del virtuosismo: en la musicalidad¡±. Pero, mucho se teme, aparte de esas dos huidizas virtudes, para triunfar hoy en ese mundo tambi¨¦n se necesitan otras aptitudes: ¡°Funcionar como un fen¨®meno del marketing y andar sobrado de suerte¡±.
Cierto es que la destreza apabulla. Que los ejercicios, la pericia y el control lo tienen todos. Que el nivel t¨¦cnico sube enteros por el empuje, entre otras cosas, de m¨¢quinas insaciables: ni?os de ocho a?os capaces de ensayar ocho horas diarias metidos en cub¨ªculos. Pero lo que debe prevalecer en el perfil de los ganadores de estos concursos, seg¨²n el jurado, no es la m¨¢quina, sino el artista.
Puede que haya uno tras la tierna juventud del chino Zihui Song. Con 16 a?os, acaba de mudarse a Los ?ngeles para seguir con su formaci¨®n. Song se qued¨® a las puertas de las semifinales, pero promete. Y eso que no hab¨ªa tocado en un gran piano de cola hasta octubre del pasado a?o. ¡°Me cost¨® controlar el sonido¡±, confiesa. ¡°Ahora, lo disfruto much¨ªsimo. En China hay muchos estudiantes, pero muy pocos medios¡±.
Song ruge con la marabunta de j¨®venes chinos ¡ª30 millones, seg¨²n c¨¢lculos del ic¨®nico Lang Lang¡ª, que estudian piano en su pa¨ªs. Uno de esos 30 millones que aterran a los rusos, los europeos, los estadounidenses. ¡°Yo no soy capaz de entregarme as¨ª, como se entregan. Lo que he visto en Shanghai es impactante¡±, asegura el italiano Rinaldo.
Desde luego, el avance del piano asi¨¢tico inquieta en los cen¨¢culos de la vieja guardia occidental. Sobre todo, cuando se comprueba en ellos su asombrosa capacidad para comprender y desmenuzar la universalidad del buen repertorio, como si fueran primos hermanos de Chopin, Mozart o Beethoven. Incluso de Bach y Scarlatti. ¡°A m¨ª, lo que me gusta es el barroco¡±, confiesa Song con el desparpajo reservado a los debutantes.
Quiz¨¢ sea porque en un concurso de estas caracter¨ªsticas sobran los titubeos. Aqu¨ª se rifan los contratos. ¡°Est¨¢ lleno de cazatalentos¡±, explica Ros Marb¨¤, ¡°as¨ª que necesitan una cabeza poderosa para labrar su carrera¡±. Tambi¨¦n ayuda la fuerza y la sensibilidad para adentrarse en los territorios m¨¢s profundos de lo que se traen entre manos, la inasible musicalidad, el tesoro de los que poseen la capacidad de trascender al virtuosismo.
?Queda entonces en una cita como esta tiempo para la diversi¨®n? S¨ª, afirman concursantes como el ruso Vladislav Kozhukhin o la espa?ola Marta Li¨¦bana. ¡°La competici¨®n en s¨ª, tocar m¨²sica de c¨¢mara con el Cuarteto Casals, que las semifinales est¨¦n dedicadas a Mozart. Todo eso entra dentro de mi concepto de lo divertido¡±.
Ninguno de los dos podr¨¢ disfrutar hoy o ma?ana con Mozart, ya que quedaron fuera de las semifinales. Los seis conciertos que sonar¨¢n del salzburgu¨¦s servir¨¢n para que tres elegidos pasen a la final el d¨ªa seis. Por el camino habr¨¢n quedado horas de falta de sue?o, el disfrute de la m¨²sica en solitario o en conjunto y la prueba de haber tocado ante un p¨²blico fiel que se ha tragado maratones de hasta seis horas. La m¨²sica, ya se sabe, se crea para inundar el aire y ser compartida.
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