Los caballeros las prefieren de cera
Pasamos la ma?ana del 50? aniversario de la muerte de Marilyn Monroe en el museo madrile?o que alberga su r¨¦plica y la de otros famosos
Se imaginan una noche de sexo salvaje entre Justin Bieber y Marilyn Monroe? Da escalofr¨ªos s¨®lo de pensarlo, pero a uno, que tiene inclinaci¨®n natural por esas cosillas, le da por visualizarlo en la sala del Museo de Cera de Madrid donde la tentaci¨®n rubia mira fijamente al eunuco del pop adolescente. Debe de ser porque estar a escasos cent¨ªmetros de los labios rojos de Marilyn desestabiliza. Aturde. La excitaci¨®n necr¨®fila, es lo que tiene.
Esta muerta de cera es de hace exactamente cincuenta a?os y, al contrario que otros de sus vecinos, se parece mucho a la original. Mucho. Ojos entreabiertos, cejas arqueadas, un escote provocador y un sensual lunar junto al labio. Lleva el mismo traje rosa que en la pel¨ªcula de Howard Hawks, Los caballeros las prefieren rubias.
Aunque no todas las rubias (ni las morenas) son iguales. Por aqu¨ª, en esta sala, anda una sonriente Carmen Sevilla con un cup¨®n de la ONCE, Lina Morgan haciendo de tonta del bote, Miley Cyrus en plan la se?al de victoria y Lola Flores abanic¨¢ndose. Vemos tambi¨¦n a Ricky Martin, John Lennon, Groucho Marx, Los Alc¨¢ntara de Cu¨¦ntame, Elvis Presley y Luis de Olmo, que levanta acta con su libreta de periodista.
Hasta el viernes pasado la Marilyn de cera hab¨ªa tenido un lugar privilegiado el museo: la direcci¨®n pens¨® que para celebrar el 50 aniversario de su muerte, que se cumpli¨® ayer, la actriz necesitaba un lugar distinto y la cambi¨® a una sala especial con focos y carteles de cine. Despu¨¦s, la han devuelto a la sala del planazo con Justin Bieber.
Es habitual que en el museo las figuras de cera cambien de sitio. A veces esa migraci¨®n es casi una cuesti¨®n de estado. Sucedi¨® por ejemplo con I?aki Urdangarin, marido de la infanta Cristina, tras su imputaci¨®n por evasi¨®n de impuestos, prevaricaci¨®n, falsedad documental y otras lindezas¡ Vamos, que si te he visto en la sala de la Familia Real, no me acuerdo. Ahora el pobre Urdangarin de cera, con un pantal¨®n de pana marr¨®n y un jersey, ciertamente pijo, de lana blanco, est¨¢ entre la sala de los inventores (Juan de la Cierva, Ram¨®n y Cajal y Einstein) y los deportistas (Michael Jordan, Sito Pons e Iker Casillas).
Quien s¨ª se arrima a la Reina Sof¨ªa es una sonriente se?ora de mediana edad: "S¨¢came una foto d¨¢ndole la mano, que se note que tengo confianza con ella", dice. Poner la oreja durante la hora y media que se tarda en recorrer el museo m¨¢s visitado de Espa?a depara momentos impagables:
-Mira qu¨¦ traje lleva ese-, le dice una mujer a su marido -el Amadeo de Saboya este es un metrosexual.
-Y un estirado-, completa ¨¦l.
Entonces, su hija empieza cantar el himno extraoficial de Espa?a: "Fraaaanco, Fraaaanco que tiene el culo blanco¡". Justo en la cara del dictador, que est¨¢ sentado impasible en la sala de los gobernantes que han regido los designios de Espa?a. De Julio C¨¦sar a Juan Carlos I, pasando por Isabel II y Manuel Aza?a.
Esta es, junto a la galer¨ªa de los cr¨ªmenes con los asesinos m¨¢s famosos, una de las salas que m¨¢s impresionan. Aunque sean a las 12 de la ma?ana, quedarse solo en ella durante un rato acojona. Quiz¨¢ por tanta acumulaci¨®n de poder. Se hace dif¨ªcil mantener la mirada a Fernando el Cat¨®lico (m¨¢s a su mujer Isabel) y al "metrosexual" de Amadeo de Saboya.
Menos mal que vuelve a aparecer otra familia en pantal¨®n corto para restaurar la ruidosa calma. El museo convierte a sus visitantes en interesantes, pero desatinados profesores de Historia. "Este es Baroja, ni?as", dice un abuelo a sus nietas, frente a la figura del pol¨ªtico y expresidente Pi y Margall.
Ellas asienten como si el viejo fuera transparente y entonces vuelve a escucharse la cantinela: "¡Porque su muuuujer se lo lava con Arieeeel..".
Babelia
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