Men¨²
Para alguien nacido en un lugar al que no llegaba el UHF ¨Ccuando hab¨ªa dos cadenas- y en un tiempo en que la tele solo emit¨ªa por las tardes, no hay mayor placer ¨Cculpable, por supuesto- que encender el televisor un d¨ªa laborable a las ocho de la ma?ana. Sabiendo, adem¨¢s, bendito progreso, que no habr¨¢ que esperar a que se caliente el aparato ni que apagarlo aunque haya tormenta. Pasado el susto diario de los informativos y la euforia de Cheers, McGyver y El hombre y la tierra, al espectador no le queda otra que pensar cu¨¢nto debe la civilizaci¨®n a ese electrodom¨¦stico que durante d¨¦cadas tuvo en los hogares el lugar central que antes ocup¨® el fuego.
El soci¨®logo franc¨¦s Pierre Bourdieu public¨® en 1996 un pol¨¦mico ensayo sobre la televisi¨®n. En ¨¦l sosten¨ªa que la obsesi¨®n moderna por usar los datos como m¨¦ritos y transformar en virtud art¨ªstica el ¨¦xito de p¨²blico no es m¨¢s que una adaptaci¨®n universal del ¨ªndice de audiencia. Bourdieu -que redact¨® ese trabajo a partir de dos conferencias dictadas por¡ televisi¨®n- muri¨® hace ahora 10 a?os. No tuvo tiempo, pues, de contemplar hasta qu¨¦ punto la caja tonta ha sido v¨ªctima de la mutaci¨®n que ella misma desat¨® un d¨ªa: el paso irreversible de la cultura del men¨² a la de la carta.
Para colmo, la clausura de los Juegos Ol¨ªmpicos nos ha devuelto al desierto de lo real, o sea, al mes de agosto, un p¨¢ramo trufado de reposiciones amortizadas y especulaciones sobre el mercado futbolero. Semejante traves¨ªa no hace m¨¢s que poner en evidencia la revoluci¨®n de un modelo en el que solo los jubilados esperan una semana para ver el siguiente cap¨ªtulo de su serie favorita y solo los despistados se resignan a verlo atiborrado de publicidad. Ni siquiera aquellos que vivieron en vilo la suerte de JR en Dallas o la resoluci¨®n del asesinato de Laura Palmer aguantar¨¢n otro agosto de comida recalentada y rancho. Hubo un tiempo en el que la emoci¨®n de un concurso estaba en saber si el concursante se llevar¨ªa el bote. Ahora est¨¢ en comprobar lo que la cadena correspondiente ha querido anunciar en el peri¨®dico: que se lo lleva.
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