El enigma de la caja maldita
Sam Raimi, director de ¡®Spiderman¡¯, produce la historia, aparentemente ver¨ªdica aunque con tintes de leyenda urbana, de un cofre que trae desgracias a sus due?os
Leslie Gonstein levant¨® la liebre en julio de 2004 con un art¨ªculo titulado: ?Una caja maldita?. Gonstein, periodista del reputado Los Angeles Times contaba con detalle la historia de una caja, ¡°una antigua vinacoteca¡± seg¨²n Iosif Nietzke, su propietario original, que hab¨ªa salido a la venta en la p¨¢gina de subastas eBay all¨¢ por 2002.
El peque?o ba¨²l de madera, que protagoniza una de las pel¨ªculas de terror m¨¢s asombrosas de la temporada (El origen del mal, de Sam Raimi), conten¨ªa dos mechones de pelo, una losa de granito, un capullo de rosa seco, una copa, dos monedas y una vela. Fue adquirido por un comprador an¨®nimo. Este ya hab¨ªa sido advertido por Nietzke de que, seg¨²n ¨¦l, el cofre tambi¨¦n albergaba a un dibbuk, que la tradici¨®n jud¨ªa define como ¡°el esp¨ªritu de una persona que, en lugar de pasar al otro mundo, se queda en el nuestro y es capaz de poseer a otras criaturas¡±. Seg¨²n el relato del an¨®nimo comprador, que volvi¨® a poner la caja a la venta poco despu¨¦s de hacerse con ella, a los pocos d¨ªas de tenerla en casa empezaron a sucederle toda clase de desgracias que culminaron con una ca¨ªda masiva de pelo. ¡°Algo poco habitual para un joven veintea?ero con buena salud¡±, cont¨® ¨¦l mismo en eBay.
El cofre albergaba a un dibbuk, ¡°el esp¨ªritu de una persona que, en lugar de pasar al otro mundo, se queda en el nuestro y es capaz de poseer a otras criaturas¡±
La caja cuadruplic¨® su precio y un director de museo, Jason Haxton, gan¨® la puja. Tampoco se libr¨®, afirm¨® a la periodista, de los efectos del objeto: ¡°Al d¨ªa siguiente de recibirlo en la oficina ¡®me despert¨¦ con el ojo derecho como si me hubieran pegado¡±. Eso no es todo. Tambi¨¦n sufre de fatiga, nota un sabor met¨¢lico en la boca, y una constante congesti¨®n nasal y tos. Intrigado por el asunto, Haxton rastre¨® la historia de la caja y dio con un curr¨ªculum algo extra?o para un simple ba¨²l de tama?o reducido.
Al parecer la caja hab¨ªa pertenecido a un coleccionista de antig¨¹edades y peque?o empresario de Oreg¨®n llamado Kevin Mannis, que la compr¨® en un mercadillo organizado por sus vecinos 2000. Seg¨²n el propio Mannis, su anterior propietaria fue ¡°una anciana de 103 a?os¡±. Media hora despu¨¦s de comprarla su tienda de antiguedades qued¨® arrasada por ¡°una fuerza misteriosa¡±. Entonces Mannis, sin duda un hombre con poco aprecio por sus familiares, decidi¨® regalarle el objeto a su madre.
Al poco, esta sufri¨® un infarto y hasta qued¨® muda por un tiempo: la se?ora acab¨® devolv¨ªendole el regalo a su hijo con una nota que rezaba ¡°asco de regalo¡±. El v¨¢stago volvi¨® a poner la caja en subasta, Nietzke la compr¨®, sufri¨® una plaga de insectos, problemas de visi¨®n y todo tipo de l¨ªos con aparatos electr¨®nicos.
La caja hab¨ªa pertenecido a un coleccionista de antig¨¹edades, que la compr¨® en un mercadillo organizado por sus vecinos
Haxton se propuso entonces averiguar qu¨¦ hab¨ªa detr¨¢s de ese misterio y empez¨® a consultar a expertos en cultura yiddish d¨¢ndose de bruces con todo tipo de teor¨ªas, muchas de ellas lindando en lo paranormal. Cuando el art¨ªculo se public¨®, muchos mostraron inter¨¦s. Hollywood no quiso ser menos. Finalmente fue Sam Raimi, el director de las trilog¨ªas de Posesi¨®n infernal y Spiderman, quien se llevo el gato al agua: ¡°Tengo que decir que fue bastante surrealista. La mayor¨ªa del tiempo, cuando est¨¢s haciendo una pel¨ªcula de terror lidias con una historia de ficci¨®n o una leyenda as¨ª que tener un objeto real, tangible, con el que trabajar da un poco de miedo. Nunca vimos la caja pero s¨ª muchas fotos de ella¡±, cuenta Raimi v¨ªa correo electr¨®nico a EL PA?S.
El director acab¨® siendo el productor de la pel¨ªcula, titulada El origen del mal (se estrena en Espa?a el 7 de septiembre) y dej¨® a un reci¨¦n llegado a Hollywood, el dan¨¦s Ole Bornedal, al tim¨®n del proyecto. El filme, con un innegable aroma de serie B e ingredientes para llenar la tripa a los aficionados del g¨¦nero, sigue solo a medias la historia de la caja y se centra en uno de los ¨ªtems sagrados del mundo del horror: una ni?a peque?a.
¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil era encontrar una historia que funcionara en pantalla. Al principio hicimos que los guionistas crearan un relato ¨ªntimamente ligado con el due?o de la caja. Sin embargo, cuando nos dimos cuenta de que la historia no era tan poderosa como cre¨ªamos decidimos tomar la caja y rodearla de una familia de ficci¨®n¡±, explica Raimi.
La historia de este particular cofre del tesoro sigue la tradici¨®n de las leyendas urbanas, donde los datos son difusos y los relatos se escuchan en bocas de terceros sin que nadie sepa exactamente la fuente primigenia de la informaci¨®n que circula. El morbo inherente y el art¨ªculo de?Los Angeles Times seguro contribuir¨¢n a empujar en la taquilla una pel¨ªcula de terror con visos de ¡°hecho real¡±: ¡°Mucha gente cree en demonios y esp¨ªritus, as¨ª que cuando escuchas una historia como la de la caja, capaz de causar el caos en la vida real, es imposible no estar preocupado¡±, remata Raimi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.