El clan de los Guti¨¦rrez Caba
Teatro, familia, recuerdos. Es la historia de una saga de c¨®micos que se remonta al siglo XIX Son seis generaciones en las tablas. Una charla sobre el pasado y el futuro de la escena
Puede que no compartan ning¨²n aire de familia, pero los tres pertenecen a la misma estirpe de grandes actores espa?oles. Julia y Emilio Guti¨¦rrez Caba e Irene Escolar est¨¢n marcados por un oficio com¨²n, y por algo que han ido heredando y trabaj¨¢ndose generaci¨®n tras generaci¨®n: una gran coherencia, una intachable profesionalidad y un merecido prestigio.
La historia se remonta al valenciano Pascual Alba, quien en los a?os cincuenta del siglo XIX inicia la dinast¨ªa. Naci¨® en Navajas (Castell¨®n), una ciudad balneario donde su familia se refugi¨® de la peste. Hac¨ªa teatro y zarzuelas y lleg¨® a tener cierta fama que aumentaron sus hijas Leocadia, en el escenario desde los 11 a?os (debuta en 1880) e Irene Alba. Las dos formaron parte del m¨ªtico estreno de La verbena de la Paloma, en 1894, en Madrid. En aquella funci¨®n tambi¨¦n trabajaba Manuel Caba, con quien Irene Alba se terminar¨ªa casando y teniendo cinco hijos, de los cuales de nuevo dos chicas llegan a ser muy conocidas: Julia e Irene Caba Alba. Esta ¨²ltima se casa con el actor Emilio Guti¨¦rrez en 1926 y tienen tres hijos: Emilio (el m¨¢s peque?o), Julia e Irene (la mayor, que fallece en 1994, y cuya nieta, Irene Escolar, sigue la dinast¨ªa actoral).
En resumen, entre Pascual y la joven Irene hay toda una saga marcada por cientos de pel¨ªculas, obras de teatro, premios¡ y un rico anecdotario que rememoran estos tres actores en su primer encuentro juntos para un medio de comunicaci¨®n.
Emilio y Julia se?alan que para ellos su familia no era distinta a otras, pero algo les diferenciaba de otros ni?os: aun creyendo en los Reyes Magos, se daban cuenta de que los de las cabalgatas no eran los aut¨¦nticos, porque distingu¨ªan muy bien los pelucones y barbas postizas, esos que tantas veces se pon¨ªa su padre para trabajar. ¡°En aquella ¨¦poca, los actores aportaban a la funci¨®n todo: ropa, un bigote o un sombrero¡±, comenta Julia. Emilio rese?a que incluso influ¨ªa, a la hora de la contrataci¨®n, si se ten¨ªa un buen ba¨²l. ¡°En m¨¢s de una ocasi¨®n se o¨ªa: ¡®Fulanito es muy mal actor, pero tiene el traje del Tenorio, as¨ª que vamos a contratarle¡¯. Y cuando se buscaba a un c¨®mico [t¨¦rmino que se da a todos los actores, hagan lo que hagan], como mi bisabuelo, para una compa?¨ªa, el empresario le preguntaba: ¡®?Qu¨¦ repertorio tiene usted?¡¯, y en vez de decir las obras que sab¨ªa, contestaba: ¡®Tengo un frac, un esmoquin, una capa¡¡±.
Los dos hermanos cuentan, con esa mirada viva, casi excitada y divertida, del que saca el anecdotario de su vida ante un ser querido (Irene en este caso), c¨®mo el padre de ambos ten¨ªa un hermoso ba¨²l y se ocupaba de su caracterizaci¨®n. Y luego van a¨²n m¨¢s atr¨¢s. ¡°En la ¨¦poca del bisabuelo¡±, a?aden en referencia a Pascual Alba, ¡°los actores cobraban una parte en dinero y otra en velas. Como no hab¨ªa luz el¨¦ctrica en los teatros, se maquillaban a la luz de las velas. Los m¨¢s considerados recib¨ªan varias por funci¨®n. Solo gastaban dos, guardaban las sobrantes y cuando llegaban a Madrid o Barcelona las revend¨ªan en las cerer¨ªas¡±.
¡°En la ¨¦poca del bisabuelo, los actores cobraban en velas¡±, cuentan los hermanos
El apuntador era entonces una figura imprescindible: ¡°?C¨®mo no iba a haber uno si se representaban 10 o 12 obras distintas a la semana?¡±, dice Julia. ¡°?Y c¨®mo no iban a hablar alto si ten¨ªan que tapar al apuntador!¡±, apostilla Emilio, sobre un sistema que fue desapareciendo en los a?os sesenta y hoy solo se encuentra en algunas ¨®peras, nunca dentro de la concha del proscenio.
¡°Cuando ¨ªbamos al norte con mis padres, a sanfermines y ferias, cada d¨ªa se hac¨ªa una representaci¨®n diferente¡±, recuerda Julia. ¡°Seg¨²n qu¨¦ apuntador fuera, te pod¨ªa ir bien o no. Era un seguro de vida, formaba parte del espect¨¢culo y siempre preguntabas: ¡®?Qui¨¦n viene de apuntador?¡¯, y si era uno bueno, ten¨ªas claro que era suficiente con saberse los t¨ªtulos y poco m¨¢s¡±, dice Emilio.
Luego lleg¨® la extinci¨®n de lo que por entonces se entend¨ªa como regidor de escena: ¡°No ten¨ªan nada que ver con los de hoy, aquel mandaba absolutamente en el escenario; de hecho, la primera frase de la representaci¨®n en escena te la marcaba ¨¦l, no el apuntador, porque eso hubiera sido un sacrilegio, lo recuerdo de mi primera funci¨®n de teatro¡±, dice Emilio rememorando un 20 de agosto de hace justo 50 a?os. Mientras ¨¦l y Julia hablan, su sobrina nieta los mira arrobada y no para de sonre¨ªr, o de re¨ªr abiertamente.
El apuntador era necesario: ¡°?C¨®mo no iba a haber uno! hac¨ªamos 12 obras por semana¡±
A la hora de decidirse por este oficio, Julia y Emilio han sido los m¨¢s tard¨ªos y dubitativos. Ella empez¨® a trabajar dise?ando, y ¨¦l, en un laboratorio, mientras que su hermana Irene se lanz¨® como actriz a los 16 a?os. A¨²n m¨¢s precoz ha sido la joven Escolar que particip¨® en Mariana Pineda, de Garc¨ªa Lorca, con solo 10 a?os.
Los primeros recuerdos teatrales de Emilio est¨¢n dispersos. Provienen de la compa?¨ªa del Infanta Isabel, con Arturo Serrano e Isabelita Garc¨¦s, donde todo era estricto y r¨ªgido, y de la compa?¨ªa de Catalina B¨¢rcena, completamente distinta. ¡°En el instituto de San Isidro fui alumno de Antonio Ayora, y me di cuenta de que el teatro era un crisol enorme, lleno de diversidad¡±, dice de una instituci¨®n de la que ha salido mucha gente implicada con la escena: el dramaturgo Ignacio Amestoy, los actores Manuel Galiana, Amparo Pamplona, Jos¨¦ Carabias y el cr¨ªtico Enrique Centeno, fallecido hace unos d¨ªas. ¡°Ayora era actor de la compa?¨ªa de Margarita Xirgu e importante durante la II Rep¨²blica; tras salir de la c¨¢rcel se hizo profesor de literatura, con su pasado muy silenciado. Con ¨¦l mont¨¢bamos un repertorio muy republicano, lleno de textos del Siglo de Oro¡±.
Mientras sus hermanas Irene y Julia transitaban por cl¨¢sicos contempor¨¢neos y dramaturgos vivos, Emilio recorr¨ªa el barroco. ¡°Ayora me ense?a una literatura dram¨¢tica muy distinta a la que conoc¨ªa, incluso por mi familia¡±. Julia recuerda que cuando su hermano estudiaba, ella ya estaba enfrascada en su oficio y a veces rodaba por la ma?ana cine o televisi¨®n, representaba por la tarde dos funciones y ensayaba por la noche un nuevo montaje.
Desde peque?as iban siempre con sus padres de gira: ¡°Mi madre no se pod¨ªa permitir ning¨²n lujo, pero quer¨ªa que pas¨¢ramos el mayor tiempo posible con ella¡±. Un verano en que ya no era tan ni?a, y animada por los compa?eros de su madre, sali¨® por primera vez al escenario. Su debut fue recibido con un apag¨®n y ella se dijo: ¡°Sab¨ªa que algo saldr¨ªa mal¡±. M¨¢s adelante tom¨® conciencia de que ten¨ªa que aportar algo: ¡°Estaba en una familia que se nutr¨ªa de las adversidades de la escasez, y hacer un meritoriaje supon¨ªa que te pagaran los viajes, aunque no tuvieras sueldo¡±. Recuerda que era normal que los actores tuvieran alhajas: ¡°No les daban cr¨¦ditos y las joyas se empe?aban; no era ostentaci¨®n, era un seguro en un oficio que entonces y ahora es inseguro. Y m¨¢s en una familia en la que todos eran actores¡±.
Irene, como sus t¨ªos abuelos, su abuela, su bisabuela, su tatarabuela¡, entra en contacto con el teatro antes de saber leer, escribir, andar, hablar: ¡°Iba a ver a mi abuela al camerino siendo muy ni?a y quer¨ªa actuar; ella me recordaba que no pod¨ªa, porque no sab¨ªa leer y no pod¨ªa aprender el papel y trataba de convencerla para hacer de perro y salir con ella¡±. Le daba igual todo con tal de salir al escenario. Su t¨ªa abuela lo confirma: ¡°Apenas sab¨ªa andar, pero iba a vernos al camerino, agarraba lo que pudiera para pintarrajearse y buscaba el escenario; sal¨ªa, antes o despu¨¦s de la funci¨®n, al tiempo que preguntaba todo, ¡®d¨®nde te sientas, qu¨¦ dices, qu¨¦ haces¡¡¯, era infatigable¡±.
En el laboratorio, Emilio se da cuenta de que aquello es muy mon¨®tono, todo consist¨ªa en ascender y a los cincuenta y tantos jubilarse: ¡°Y ya hab¨ªas pasado la vida¡ Pens¨¦ que esto de vivir es igual de complicado en todas partes. Aprovech¨¦ que hab¨ªa un sitio donde ten¨ªa facultades, m¨¢s facilidad de moverme. Siempre desde ese empe?o masoquista del ser humano de hacerlo todo m¨¢s dif¨ªcil¡ Hasta que empez¨® a eclosionar la televisi¨®n y me arrastr¨®¡±.
¡°De ni?a iba a ver a mi abuela al camerino. quer¨ªa salir con ella, actuar¡±, recuerda Irene
Los tres tienen claro que han recibido un legado familiar intangible: ¡°No hab¨ªa m¨¢s que ver c¨®mo eran y c¨®mo hab¨ªan vivido¡±. Les dejaban muy claro que estaban en esta profesi¨®n porque les gustaba, pero hab¨ªa que trabajar porque necesitabas dinero: ¡°No era nada deshonroso; lo que trabajabas era lo que ganabas y no m¨¢s all¨¢; no entiendo las primas a futbolistas, es como si me dijeran: ¡®si hace hoy un mutis glorioso, le pagamos m¨¢s¡±, apunta Emilio.
Irene tiene claro que le gustar¨ªa ser igual de comprometida que ellos: ¡°Tener la misma disciplina; miro a Julia y me encantar¨ªa ser como ella¡±. Y su t¨ªa le espeta: ¡°Te lo cambio sin ver¡±. Tambi¨¦n hablan entre ellos de c¨®mo en este oficio la discriminaci¨®n hacia la mujer no se ha dado. Muchas actrices eran empresarias y ec¨®nomas. Tampoco hab¨ªa rechazo al homosexual y se sab¨ªa, como algo natural, qui¨¦n estaba con qui¨¦n, fuera del sexo que fuera. ¡°Lo curioso es que muchas actrices llevaban las riendas y llegaban a sus casas, y all¨ª ten¨ªan el rol de mujer tradicional. Salvo alguna excepci¨®n, se desdoblaban, como mi madre, cuyo sueldo era el m¨¢s importante, pero llevaba la casa; empezaba temprano con los desayunos, no para nuestro padre, que se acostaba al alba y nuestra madre a ¨¦l le dec¨ªa: ¡®?Emilio, la comida!¡±, dice el hijo de los protagonistas de esta an¨¦cdota. A Julia tambi¨¦n le sigue gustando la noche para hacer cosas y, como su padre, sin salir. La joven Irene alude a la clave de por qu¨¦ son tan trasnochadores los teatreros: ¡°Cuando haces una funci¨®n, sales con mucha adrenalina y necesitas varias horas de desconexi¨®n para poder dormir¡±.
Emilio lleva casi treinta a?os prepa??rando un libro sobre las mujeres de su familia. Dice que de las cuatro Irenes no todas ten¨ªan la misma inclinaci¨®n por el teatro,¡°pero la peque?a ha salido como su abuela, con una vocaci¨®n tremenda, nosotros hemos visto la profesi¨®n con m¨¢s distancia, y la t¨ªa Leocadia era pesad¨ªsima, siempre quer¨ªa retirarse¡±. Julia sale en su defensa: ¡°Le costaba estudiar, trabaj¨® desde jovencita, hab¨ªa pasado calamidades y fue popular, pero fea¡±, dice de esta mujer que desde 1880 fue tiple de zarzuelas y, una gran caracter¨ªstica, retirada en los a?os treinta.
La cuarta Irene de la familia corrobora su inclinaci¨®n por su oficio: ¡°La pasi¨®n existe desde antes de empezar a trabajar. Aunque comenc¨¦ haciendo cine, lo que quer¨ªa hacer de verdad, de verdad, era teatro¡±, dice esta joven que est¨¢ protagonizando una de las carreras m¨¢s fulgurantes de la escena espa?ola. A sus 24 a?os ha trabajado, y con papeles importantes, bajo la direcci¨®n de Miguel del Arco, Andr¨¦s Lima, ?lex Rigola y Mario Gas, entre otros. ¡°El teatro ha cuidado de m¨ª todos estos a?os y es donde he hecho los mejores personajes, quiero seguir ah¨ª¡¡±.
Su t¨ªo abuelo la mira y con tono de advertencia le dice: ¡°El teatro es un amor que te puede traicionar, pero es verdad que es el eje, aunque ahora est¨¦ descacharrado con esto de los recortes¡±. Julia cambia de expresi¨®n y con una voz apesadumbrada dice: ¡°Esta subida del IVA del 8% al 21% me ha producido una gran tristeza; el teatro siempre ha sido algo de minor¨ªas y no se le puede gravar con algo tan fuerte; es como si se hubieran revuelto mis ancestros, hacer esto a una cosa modesta de la que nadie se enriquece; los que hemos logrado vivir del teatro ha sido dedicando nuestra vida, horarios de trabajo brutales, nuestras no vacaciones; no digo, como Alberto Closas, que no deber¨ªa tener impuestos, ni que sea m¨¢s importante que la educaci¨®n o la investigaci¨®n, pero los del teatro no estamos enriquecidos despu¨¦s de trabajar sin descanso; todo esto me produce un gran dolor¡±.
Respecto a este tema que estos d¨ªas tiene encendida a la profesi¨®n, Emilio se?ala: ¡°El desprecio con el que el Gobierno de mi pa¨ªs trata a una actividad que en el caso de mi familia se inici¨® en 1870 me hace pensar que quiere su desaparici¨®n, amparado en esa brutal b¨²squeda de rentabilidad econ¨®mica neoliberal que arrambla con todo. Me averg¨¹enzo de esta medida discuti??ble; estoy de acuerdo con que la cultura tambi¨¦n se sacrifique, pero no para quedar maltrecha. Dejar a las nuevas generaciones del teatro una herencia que yo, desde luego, no recib¨ª, no es agradable en este mes de agosto en que celebrar¨¦ mi 50 cumplea?os como actor. Tampoco olvido que los teatros p¨²blicos del Ministerio de Cultura est¨¢n exentos de este impuesto, que el f¨²tbol solo paga el 10%, lo que hace a¨²n m¨¢s ofensiva la medida adoptada¡±, y concluye: ¡°Cultura y educaci¨®n, para una sociedad cada vez m¨¢s desorientada, debe ser el gran objetivo de cualquier Gobierno honesto¡±.
La joven de la familia, que piensa que la cultura forma parte de la identidad de un pa¨ªs, se emocion¨® con la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos al ver c¨®mo Reino Unido apoya y defiende su cultura. ¡°Me cuestiono si en un acto as¨ª, aqu¨ª recitar¨ªamos a Calder¨®n o a Lope, o pondr¨ªamos im¨¢genes de pel¨ªculas de Berlanga. A Espa?a no solo se la reconoce fuera por sus deportistas, tambi¨¦n por el cine de Bu?uel, Almod¨®var o Amen¨¢bar, la m¨²sica de Paco de Luc¨ªa, las grandes interpretaciones de Bardem o los picassos. En vez de minar el camino y la evoluci¨®n de nuestra cultura, habr¨ªa que impulsarla, porque hay mucho talento¡±, se?ala esta joven, que dice, dolida, que su t¨ªa Julia se mataba a trabajar y su t¨ªo Emilio naci¨® en una gira [en Valladolid] porque su madre no pod¨ªa faltar a la representaci¨®n. ¡°Son an¨¦cdotas que me recuerdan lo dura que puede llegar a ser esta profesi¨®n; querr¨ªa que lo que pasara en mi vida profesional fuera fruto del esfuerzo y el trabajo, escoger personajes de gran riesgo interpretativo, como han hecho las mujeres de mi familia¡±, dice Irene, quien siempre se ha sentido muy arropada por sus t¨ªos. ¡°Para m¨ª, el d¨ªa m¨¢s importante despu¨¦s del estreno es cuando vienen y me dan su opini¨®n¡±.
¡°El teatro es un amor que te puede traicionar¡±, advierte Emilio a su sobrina nieta
Es consciente de que, tal y como pintan las cosas, a lo mejor tiene que hacer lo que su abuela y su t¨ªa: compa?¨ªa propia. Irene Guti¨¦rrez Caba, con su marido, el actor Gregorio Alonso (seud¨®nimo de Gregorio Escolar), con quien tuvo un hijo, Jos¨¦ Luis, que se dedica a la producci¨®n cinematogr¨¢fica. Su hermana Julia, con su marido, el actor y productor Manolo Collado, fallecido en 2009.
Emilio piensa que los modelos que ¨¦l y sus ancestros han tenido ya no sirven: ¡°Antes ibas a una ciudad, te aplaud¨ªan y cobrabas al terminar; ahora te dicen: ¡®ya le pagaremos¡±. Adem¨¢s estaba y est¨¢ el riesgo de un batacazo, algo que Irene a¨²n no ha probado, aunque ella reivindica, casi orgullosa, que ya le ha dado alg¨²n que otro meneo la cr¨ªtica. ¡°Tu abuela¡±, le dice Emilio, ¡°estuvo a punto de retirarse por una cr¨ªtica que le hicieron en Barcelona, le afect¨® mucho, yo nunca he vuelto a saludar a ese tipo, que fue grosero e innecesario¡±.
Confiesan que las cr¨ªticas afectan, aunque saben que no tienen tanta importancia. Irene se?ala que lo importante ¡°es que te llamen¡±. ¡°Eso, eso¡±, apunta Emilio, y recuer??da un dicho muy popular en su profesi¨®n que se adjudicaba a algunos directores: ¡°Dios m¨ªo, Dios m¨ªo, que no me llame, que si me llama le voy a tener que decir s¨ª¡±.
Babelia
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