Demencial Le¨®n de Oro a ¡®Piet¨¤¡¯, a costa de la espl¨¦ndida ¡®The Master¡¯
Esta edici¨®n se recordar¨¢ por la poderosa y muy compleja pel¨ªcula de Paul Thomas Anderson En el filme de Kim Ki-duk todo est¨¢ al servicio del disparate La interpretaci¨®n Hadas Yaron, copa Volpi a la mejor actriz, es lo ¨²nico atractivo en la espesa y costumbrista pel¨ªcula israel¨ª 'Fill the Void'
El presidente del jurado se llama Michael Mann. Es uno de los mejores narradores de historias que ha dado el cine en los ¨²ltimos 30 a?os. Si alguien lo duda puede ver por primera vez o revisar esas obras maestras tituladas El ¨²ltimo Mohicano, Heat y El dilema. Presupones que alguien tan sabio sabe reconocer inmediatamente una gran pel¨ªcula ajena, que sus criterios cinematogr¨¢ficos no ser¨ªan por las modas pseudoart¨ªsticas o por el obstinado y correspondido amor que aseguran sentir los festivales por el cine asi¨¢tico. Mann ten¨ªa como compa?era en el jurado, entre otros distinguidos colaboradores, a Marina Abramovic, se?ora hipermoderna y convencida de que sus performances (?se dice as¨ª?) son una forma superior del arte. Quiero imaginar que la empecinada opini¨®n de la eximia serbia ha prevalecido sobre los juicios de Mann al otorgar el Le¨®n de Oro a un renovado delirio del director coreano Kim Ki-duk titulado Piedad.
Cualquier cin¨¦filo que no necesite adoptar poses grotescas sabe que esta Mostra se recordar¨¢ por la poderosa y muy compleja The Master. Y muy poco mas. Pero la transparente calidad de la pel¨ªcula de Paul Thomas Anderson se ha tenido que conformar con el premio al mejor director y a los dos actores que la protagonizan. Y no sabes si re¨ªrte o indignarte. Ha vuelto a ocurrir algo que tiende a ser habitual con el gran cine norteamericano en el palmar¨¦s de los festivales. Los muy piadosos jurados deben de pensar que para qu¨¦ necesitan ser premiados los mejores. Lo que no entiendo es por qu¨¦ siguen compitiendo esas pel¨ªculas destinadas al clasicismo sabiendo su desventaja en la percepci¨®n de los caritativos y progresistas jurados.
En Piedad, Kim Ki-duk hace un retrato enloquecido, en su l¨ªnea, de un mat¨®n y psic¨®pata dedicado profesional y vocacionalmente a romper las cabezas y los huesos de los que se demoran en las deudas a un g¨¢nster que ejerce de prestamista. Esa complacida violencia dar¨¢ un giro surrealista con la aparici¨®n de una se?ora que asegura ser la madre del s¨¢dico y le convence de que si es perverso de debe a la soledad y el desamparo que le atormenta porque ella le abandon¨® al nacer. Esto ocurre despu¨¦s de que el hier¨¢tico y brutal sicario le aplique una ensalada de golpes y la viole para vengarse por haberle dejado solito en el mundo. Se supone que existe una gran sorpresa en el desarrollo de la trama, pero todo est¨¢ al servicio del disparate, desde un protagonista impresentable a las volc¨¢nicas y s¨¢dicas tonter¨ªas que se le van ocurriendo sobre la marcha a la atormentada imaginaci¨®n de Kim Ki-duk.
El resto de los premios son coherentes, excepto el Especial del jurado a Para¨ªsos: Fe segunda y lamentable entrega de una trilog¨ªa que el temible director austriaco Ulrich Seidl est¨¢ realizando sobre c¨®mo pasan las vacaciones los m¨¢s que desagradables personajes de su vacuo aunque pretencioso cine. En la anterior, Seidl describ¨ªa la b¨²squeda de sementales j¨®venes en ?frica por parte de varias ancianas austriacas. Aqu¨ª la protagonista es una muy zumbada talib¨¢n cat¨®lica que entre autoflagelaciones, cilicios y rezos dedica su ocio a hacer proselitismo de su fe entre los pecadores y estupefactos vecinos. Y el director tan contento regocij¨¢ndose y sinti¨¦ndose list¨ªsimo al exponer con in¨²til naturalismo las miserias de los frikis y las org¨ªas que montan gente de la tercera edad.
Lo que vemos y o¨ªmos en la apasionante The Master inquieta perdurablemente, pero lo que solo te permite intuir Paul Thomas Anderson inspira directamente miedo. Son algunas de las m¨²ltiples sensaciones que te crea la historia de un vagabundo traumado por lo que le ha ocurrido en la guerra, alcoh¨®lico y rabioso ante cualquier intento de integraci¨®n que pretendan hacer con ¨¦l cuando el inventor y l¨ªder de una organizaci¨®n cuyas pistas te remiten a la Iglesia de la Cienciolog¨ªa se propone redimir al salvaje inadaptado y que sea fiel a las normas que dicta su iglesia. Todo resulta hipn¨®tico e imprevisible en la mirada de Paul Thomas Anderson sobre esta gente. Joaquin Phoenix est¨¢ en su salsa dando vida al ind¨®mito sin causa. Tanto que parece no interpretar sino que se limita a ser ¨¦l mismo. Y enfrente tiene al genial Philip Seymour Hoffman en un personaje tan seductor como tenebroso, alguien que jam¨¢s descuida el gran negocio terrenal que supone ense?ar el camino a los dem¨¢s para encontrarse a s¨ª mismo logrando la paz interior y el nirvana.
La interpretaci¨®n de la joven actriz Hadas Yaron es lo ¨²nico que encuentro atractivo en la espesa y costumbrista pel¨ªcula israel¨ª Fill the Void, ambientada en la comunidad has¨ªdica de Tel Aviv y que cuenta las maniobras y los conflictos familiares intentando casar a un viudo con la hermana de su difunta esposa. Es una pel¨ªcula tediosa en la que solo aparece la luz y cierta fascinaci¨®n cuando la c¨¢mara enfoca a esta desarmante actriz.
La ceremonia en los premios de la Mostra tambi¨¦n ha prolongado el dislate que supone el palmar¨¦s. Ya que se han equivocado al entregar sus respectivos premios, a Paul Thomas Anderson y a Ulrich Seidl. Kim Ki-duk, tan original ¨¦l, se ha puesto a cantar al recibir el Le¨®n de Oro. Y corren alarmantes rumores de que el jurado recibi¨® instrucciones de la organizaci¨®n de la Mostra de que no pod¨ªan abarrotar de premios a una sola pel¨ªcula, que l¨®gicamente iba a ser The Master. Pero la cordura mas elemental les tendr¨ªa que haber exigido que le otorgaran a ¨¦sta el premio principal en el caso de que les impusieran limitaciones en la exclusiva concentraci¨®n de su admiraci¨®n.
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