El fin de la inocencia
Duod¨¦cima pel¨ªcula estrenada en los ¨²ltimos a?os en Espa?a de las pertenecientes al nuevo cine rumano, Martes, despu¨¦s de Navidad mantiene parte de las constantes del movimiento cinematogr¨¢fico (plena contemporaneidad, hiperrealismo, conciencia pol¨ªtico-social¡) y, sin embargo, hay novedosos aspectos en el trabajo de Radu Muntean: el retrato de la clase media-alta de su pa¨ªs, hasta ahora fuera de foco, y una capacidad para la generaci¨®n de emociones que, a pesar de su anclaje en el cine social, se aleja del cruel bistur¨ª de sus compa?eros de generaci¨®n. Muntean aborda en su relato la doble vida de un hombre, casado, con una hija y una amante que, por separado, ejerce cada una de sus tareas con cuidado exquisito, aunque, claro, todas sumadas, conforman una existencia que no cuadra. ?Estamos ante la extrema posibilidad de un hombre enamorado, aunque de distinta forma, de dos mujeres y de dos vidas?
Lejos de la autocomplacencia narrativa de la insoportable Aurora, de Cristi Puiu, estrenada hace unas semanas (la peor aportaci¨®n rumana llegada a Espa?a), aunque tambi¨¦n de la c¨¢mara nerviosa de obras como Cuatro meses, tres semanas, dos d¨ªas (el t¨®tem del movimiento), Muntean narra su historia con delicadeza a trav¨¦s de planos fijos de muchos minutos que nunca decaen: por la naturalidad de las situaciones, por las interpretaciones y por la calidad del texto. As¨ª, con la hija como centro de la (no) batalla, la pel¨ªcula nos cuenta un doble fin de la inocencia: el de la cr¨ªa, que pronto no creer¨¢ ni en Pap¨¢ Noel, ni en pap¨¢ y mam¨¢; y el de Ruman¨ªa, que a base de progreso, casi parece Noruega.
Babelia
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