Intocables
Hace 20 a?os result¨® pol¨¦mica la pir¨¢mide de cristal en el patio del Louvre. Hoy la construcci¨®n de I.M. Pei es un icono del museo, asumida con reconocimiento a ese Par¨ªs que sigue sumando elementos que la hacen inmarchitable. Ahora se inaugura un techo escult¨®rico para presentar las galer¨ªas dedicadas al Islam, que merecen ampliar esa obsesi¨®n del turista por llegar a la Mona Lisa y hacerse la foto. Francia equilibra tradici¨®n y modernidad bajo cr¨ªticas por sus forzadas ambig¨¹edades y cierta inclinaci¨®n hacia la superficialidad, pero perderla de vista es perderse del mundo. No es raro que sus revistas sat¨ªricas hayan querido ampliar el campo de batalla que la raqu¨ªtica pel¨ªcula-provocaci¨®n contra el islamismo ha desatado en pa¨ªses ¨¢rabes. Son publicaciones que marcan los l¨ªmites de la libertad, a veces de modo simplista pero eficaz en un mundo que dialoga a hachazos. Tienen postura frente a las posturitas.
La portada de Charlie Hebdo es hasta moderada, teniendo en cuenta su burricie habitual. Muestra a un ortodoxo jud¨ªo que gu¨ªa en silla de ruedas a un musulm¨¢n mientras ambos afirman: No hay que bromear. El t¨ªtulo de la pel¨ªcula es Intocables 2, en referencia al gran ¨¦xito franc¨¦s donde un criado inmigrante ayuda a un minusv¨¢lido parisino a reencontrar la felicidad. Una pel¨ªcula que ha funcionado en casi todo el mundo, aunque la revista New Yorker la definiera en una cr¨ªtica reciente como embarazosa y desastrosamente condescendiente. Por eso est¨¢ tan bien tra¨ªda la portada, es esa distancia que va de Nacional 7, pel¨ªcula memorable, a la sedaci¨®n del bienpensante.
Lo que la revista sat¨ªrica nos recuerda a todos es un c¨®digo profesional y judicial que no podemos saltarnos por la presi¨®n violenta. Existen mecanismos legislativos que marcan fronteras a la libre expresi¨®n, que castigan la incitaci¨®n al odio, pero no conceden al odio carta blanca para quemar embajadas y matar diplom¨¢ticos. Porque a los dioses se les supone omnipotencia para soportar las cr¨ªticas y las bromas, pero a sus seguidores les obliga algo mucho m¨¢s terrenal y civilizado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.