Sven Hassel, crudo narrador de la guerra m¨¢s brutal
El autor de ¡®Los p¨¢nzers de la muerte¡¯ falleci¨® a los 95 a?os
Sven Hassel se ha ido a hacer compa?¨ªa a sus viejos camaradas del frente. El controvertido novelista autor de Los p¨¢nzers de la muerte, Batall¨®n de castigo, La legi¨®n de los condenados o Los vi morir, entre otros muy populares t¨ªtulos, ya se ha marchado en pos de Porta, Hermanito, el Legionario, Barcelona y el Viejo, ese inolvidable grupo de corajudos, correosos, soeces, descre¨ªdos y definitivamente nada fanatizados (excepto en la brutal lucha por sobrevivir) soldados de un batall¨®n disciplinario de la Wehrmacht durante la II Guerra Mundial ¡ªsin olvidar al gato Stalin¡ª, soldados a los que, seg¨²n afirmaba, hab¨ªa conocido cuando ¨¦l mismo combat¨ªa a su lado en la unidad.
Sven Hassel, que ha vendido 50 millones de ejemplares de sus libros, traducidos a una veintena de idiomas, se lleva las dudas sobre su pasado a la tumba. Sosten¨ªa que, nacido en un pueblecito dan¨¦s en 1917, hab¨ªa ingresado a los 17 a?os en un regimiento de h¨²sares de su pa¨ªs y luego, en 1938, se hab¨ªa apuntado voluntario para a continuaci¨®n luchar en el ej¨¦rcito alem¨¢n durante la segunda contienda mundial, sirviendo en pr¨¢cticamente todos los frentes (escenario de sus historias), excepto en el norte de ?frica. Sus novelas, entonces, ser¨ªan un testimonio personal de la guerra a trav¨¦s de las tremendas vivencias de ese pu?ado de personajes, en uno de los cuales ¡ªllamado tambi¨¦n Sven¡ª, se representa a s¨ª mismo.
Con los a?os han surgido voces que cuestionan esa biograf¨ªa oficial y que incluso apuntan que Hassel no solo no vivi¨® las experiencias de sus relatos, que le habr¨ªan sido explicadas tras la guerra por veteranos daneses de las SS, sino que fue en realidad un nazi dan¨¦s que permaneci¨® en su pa¨ªs. En todo caso, los especialistas en temas militares han detectado errores en sus novelas y situaciones del todo imposibles, como que los alemanes pusieran en manos de soldados de un batall¨®n disciplinario los punteros carros Tiger y Panther.
Sus partidarios le defienden recordando que sus novelas ¡ªuna de las cuales, Los p¨¢nzers de la muerte, fue llevada al cine¡ª son eso, novelas, y que si bien la m¨¦dula de las historias que narra es bien real, Hassel las traslad¨® conscientemente al terreno de la ficci¨®n. Sea como sea, lo innegable es que si bien sus 14 t¨ªtulos muestran la contienda desde el bando alem¨¢n y llevan a solidarizarse con las penurias de los soldados germanos, el punto de vista es profundamente anitinazi y lo que se deriva de las novelas, pese a todas sus aventuras, que son muchas, es un profundo horror, por no decir asco, por las miserias de la guerra. Mucho antes de la actual moda de contarlo y mostrarlo todo de manera descarnada, Hassel, y era una sorpresa al leerlo en los a?os sesenta y setenta (ahora lo reedita In¨¦dita), no ahorraba ejecuciones sumarias, torturas, violaciones, muertes horrorosas descritas pormenorizadamente y cien mil otras barbaridades. Desde luego no es la prosa de alguien que glorifique la guerra y el esp¨ªritu marcial. La mayor¨ªa de sus protagonistas reflejan sentimientos antimilitaristas y antinazis, empezando por el nihilista Porta, un antih¨¦roe que gusta de cargarse la r¨ªgida uniformidad prusiana luciendo un sombrero de copa amarillo.
Sven Hassel, que muri¨® el pasado d¨ªa 21 a los 95 a?os, resid¨ªa en Barcelona desde 1964. Le visit¨¦ en su casa en una ocasi¨®n en 1996 y me pareci¨® un personaje dif¨ªcil de clasificar, la verdad. Sus novelas, que para muchos de nosotros significaron el primer contacto con la realidad de la guerra, mucho antes de Beevor y de Spielberg, tienen algo de un Remarque de baratillo, llenas de crudeza y de una humanidad primaria pero sin la profundidad y no digamos ya la calidad literaria del autor de Sin novedad en el frente. Por no se?alar que este nunca hubiera coleccionado objetos militares ni guardado religiosamente sus (supuestas) insignias, como hac¨ªa Sven Hassel, que me ense?¨® orgulloso su colecci¨®n de sables, cascos y gorros y los parches con las calaveras bordeadas de hilo rosa de su unidad p¨¢nzer. Cuando nos despedimos en aquella ocasi¨®n, Hassel, ya muy mayor, me solt¨® un inesperado ¡°?Nos veremos en el Valhalla!¡±. Una curiosa ocurrencia para quien se supone asqueado de la guerra. ?l no s¨¦, pero Porta, el condenado y deslenguado Porta, seguro que no ha ido all¨ª.
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