Libros que leemos y libros que nos leen
Nunca me siento mejor como lector que cuando una novela consigue ponerme entre par¨¦ntesis el mundo exterior durante un tiempo m¨¢s o menos prolongado
Una de las cosas que mayor perplejidad causan a los novelistas es constatar que lo que les ha costado meses o a?os de intensa dedicaci¨®n es consumido (y, a¨²n m¨¢s: juzgado) en el lapso de pocas horas. Hay una especie de obscena asimetr¨ªa en ello, como si entre el trabajo del escritor y la actividad del lector (que tambi¨¦n exige cierto esfuerzo, quiz¨¢s por eso haya tanta gente que prefiere las novelas que lo reducen al m¨ªnimo) se estableciera un malentendido de imprecisa resoluci¨®n. Supongo que parecida inquietud experimentan los chefs cuando advierten que lo que han cocinado y dispuesto en el plato es ingurgitado por el comensal en un santiam¨¦n, aunque en este caso la perplejidad deber¨ªa matizarse a cuenta de la naturaleza a¨²n m¨¢s ef¨ªmera del producto y, tal vez, de la posibilidad que tiene el cliente de devolverlo si no resulta de su gusto. En lo que a m¨ª respecta, nunca me siento mejor como lector que cuando una novela consigue ponerme entre par¨¦ntesis el mundo exterior durante un tiempo m¨¢s o menos prolongado (pero necesariamente intermitente: en puridad s¨®lo se pueden leer de ¡°de un tir¨®n¡± los relatos). Hac¨ªa mucho que no experimentaba esa sensaci¨®n con una novela espa?ola, pero Las leyes de la frontera (Mondadori), de Javier Cercas, ha conseguido de nuevo el milagro en solo diez horas repartidas a lo largo de tres d¨ªas consecutivos de mi vida. Como afirmaba S¨¦neca ars longa, vita brevis, por lo que ser conscientes del tiempo que dedicamos a un libro que nada ni nadie nos obliga a terminar (lo siento por los estudiantes y los cr¨ªticos literarios) es un buen pretexto para interrumpir definitivamente y sin mala conciencia cualquiera que, por las razones que sean, no consigue interesarnos: yo encesto varios cada semana. Hace ya tiempo, sin embargo, que acabo todos los de Cercas, quiz¨¢s porque como narrador (e incluyo su estupendo ensayo Anatom¨ªa de un instante, 2009) controla perfectamente los mecanismos de ese revelar y ocultar a la vez que est¨¢ en las entra?as de todo buen relato, y que nos impulsa a pasar a la p¨¢gina siguiente para saber m¨¢s, a la vez que anhelamos ¨ªntimamente que la historia que se nos va desvelando se demore. Como en su libro anterior, pero esta vez entregado sin cortapisas documentales a los procedimientos y carpinter¨ªa de la ficci¨®n, Cercas vuelve a encontrar en la Transici¨®n su material narrativo, concentrando su foco en el entramado de historias, recuerdos no siempre fiables, relaciones tortuosas, e intereses mezquinos que se han ido tejiendo a lo largo de treinta a?os en torno a un delincuente juvenil ¡ªEl Zarco¡ª, uno de aquellos ¡°forajidos heroicos¡± y medi¨¢ticos que, en cierto momento, parecieron encarnar patol¨®gicamente las ansias de libertad de un pa¨ªs que sal¨ªa de una larga dictadura y se acomodaba dificultosamente a su nueva situaci¨®n. Un personaje construido desde fuera a partir del relato de un peque?o plantel de narradores implicados en diversos grados con el protagonista y que, a su vez, se desvelan a s¨ª mismos con sus miedos y deseos, aunque, a veces ¡ªy eso es la mayor pega que encuentro en la novela¡ª ofrezcan la impresi¨®n de hablar con una misma voz. Novela de amores y de fracasos, de lealtades y traiciones, de esperanzas y frustraciones, de apariencias y realidades, en la que nada es del todo blanco o negro y en la que, como sucede en la vida que refleja, las piezas encajan y desencajan y nada termina de cerrarse del todo. Y en la que se percibe el magisterio de la novela realista espa?ola, y de modo especial, del mejor Mars¨¦. Tard¨¦ ¡°s¨®lo¡± diez horas de mi vida en leerla, pero estoy seguro de que la llevar¨¦ en la cabeza (y no s¨®lo) durante largo tiempo, como ocurre con esa clase de libros que uno lee y que, a su vez, ¡°lo leen a uno¡±. Por ¨²ltimo, y por referirme brevemente a la apariencia del libro f¨ªsico en el que se contiene esta estupenda novela, debo decir que, antes de leerla, la ilustraci¨®n de la cubierta me resultaba simplemente insulsa; despu¨¦s, un est¨²pido error. Pero eso no es (supongo) culpa de Cercas.
¡®E-books¡¯
Quiz¨¢s mis improbables lectores recuerden el cabreo de ciertos libreros cuando, a principios de a?o, Anagrama anunci¨® que publicar¨ªa la edici¨®n electr¨®nica (a 10,99) del Diario de invierno, de Paul Auster, antes que la de papel (a 18,90). Bueno, pues ahora, con m¨¢s perspectiva temporal, las respectivas ventas en ambos soportes ofrecen un inesperado punto de vista (no representativo, pero s¨ª sintom¨¢tico) acerca de la exigua parte del pastel que todav¨ªa corresponde al libro electr¨®nico en el mercado interior. Hace un par de semanas me enter¨¦ por el medidor Nielsen de que el pen¨²ltimo (y no mejor) libro de Auster hab¨ªa vendido tan s¨®lo 260 ejemplares en su avatar virtual, frente a los 38.000 de su edici¨®n s¨®lida. Un aut¨¦ntico fiasco para los integrados que cre¨ªan que respecto al libro electr¨®nico las cosas iban a desarrollarse m¨¢s r¨¢pido. Consultadas gentes cuya opini¨®n respeto me apuntan algunas explicaciones, que les resumo: el libro en cuesti¨®n se encuentra entre los m¨¢s pirateados; los recortes y el miedo al futuro han congelado temporalmente la venta de dispositivos lectores y las descargas de pago; el e-book sigue siendo un producto mucho m¨¢s caro que en los pa¨ªses que carecen de legislaci¨®n proteccionista (precio fijo), donde su consumo se ha disparado; la pirater¨ªa ha descendido, pero sigue distorsionando el mercado del libro virtual. De modo que los apocal¨ªpticos pueden respirar tranquilos: mientras el marco legislativo contin¨²e como est¨¢ y el consumo privado siga por los suelos el calendario del libro electr¨®nico seguir¨¢ al ralent¨ª.
Risas
El martes comienza la tercera edici¨®n de La Risa de Bilbao (Bilboko Barrea), el ins¨®lito encuentro internacional de humor, arte y literatura creado por el escritor Juan Bas que ha colocado a la ciudad vasca en el poblado ranking de los festivales culturales europeos. Este a?o, y muy oportunamente, el leitmotiv es el humor contra la barbarie: la del terrorismo, la del totalitarismo, la del machismo, la de la intolerancia sexual, la de la censura contra la libertad de expresi¨®n. Mientras el salafismo y los sectores m¨¢s hist¨¦ricos del islamismo utilizan un v¨ªdeo est¨²pido como pretexto para volver a agitar urbi et orbi su fascistoide agenda teocr¨¢tica, en Bilbao se re¨²nen escritores, artistas, dibujantes y humoristas para reflexionar (y practicar) acerca del arma menos mort¨ªfera (pero todav¨ªa eficaz) contra la barbarie. Entre los invitados extranjeros: Isma¨ªl Kadar¨¦, Tibor Fischer, Paul Preston y David Safier. Y entre los de aqu¨ª: Savater, Trapiello, Atxaga, Juaristi, Reig, Sanz (Marta), Posadas, Forges, Vilas, Silva, Izaguirre, etc¨¦tera. Exposiciones antol¨®gicas del humor gr¨¢fico contra ETA y de la obra de Carlos Gim¨¦nez (s¨ª: el del c¨®mic Paracuellos). Un exigente (y divertido) programa cultural tras el que siempre hay copas, buena gastronom¨ªa y pintxos (lo ¨²nico que nadie se come es la risa). Y todo eso en una de las ciudades m¨¢s vibrantes y civilizadas del atribulado sur de Europa. Ap¨²ntenselo en la agenda.
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