El bajo vientre del mercado
La novela Salvajes parec¨ªa reclamar a gritos una adaptaci¨®n al cine. En ella, Don Winslow presentaba a Ben y Chon, personajes que en buena medida encarnan una brillante met¨¢fora de la empresa estadounidense: Chon, veterano de guerra, es el brazo armado del negocio que invertir¨¢ algunos de los beneficios de su producto ¡ªla marihuana¡ª en acciones humanitarias dirigidas por Ben, que es el Bill Gates del asunto, el responsable de darle un rostro humano a un dinero amasado en el bajo vientre de la sociedad de consumo.
Salvajes
Direcci¨®n: Oliver Stone.
Int¨¦rpretes: Blake Lively, Taylor Kitsch, Aaron-Taylor Johnson, Benicio del Toro, John Travolta, Salma Hayek.
G¨¦nero: thriller. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 131 minutos.
Al leer Salvajes es inevitable pensar en un matrimonio entre la novela de Winslow y la vertiente m¨¢s excesiva y l¨²dica de la filmograf¨ªa de Oliver Stone. Rodada con colores de insolaci¨®n, Salvajes no es solo una adaptaci¨®n capaz de entender las claves y subtextos de la novela, sino que, adem¨¢s, la pel¨ªcula se atreve a jugar con su referente, y ampliar su campo de batalla, con la complicidad del autor.
A primera vista parece un anacronismo: no es tan excesiva ni desaforada como Asesinos natos (1994) ¡ªla apropiaci¨®n estoniana de lo tarantiniano que repudi¨® Tarantino¡ª, ni conquista la extravagancia pulp de la sensacional ¡ªy en su d¨ªa menospreciada¡ª U-Turn, giro al infierno (1997). Salvajes parece algo fuera de programa, pero Stone ha tenido la habilidad de ocultar bajo la superficie suficientes elementos para garantizar su futura reivindicaci¨®n como uno de los noirs m¨¢s pertinentes del momento.
Como M¨¢talos suavemente, Salvajes ci?e una lectura de la crisis en el subsuelo de la econom¨ªa criminal. El t¨ªtulo es polis¨¦mico: el t¨¦rmino lo aplican los protagonistas a los cruentos protocolos del cartel mexicano y lo aplica el personaje de Benicio del Toro al hedonismo militante de sus competidores, unidos por un tri¨¢ngulo que parece la versi¨®n psicotr¨®pica de Jules y Jim (1962). La mirada de Stone suma equivalencias entre los funcionamientos delictivos a uno y otro lado de la frontera, pero su gran gesto de insolencia llega en un desenlace que transforma el po¨¦tico equilibrio del final de la novela en un ir¨®nico arreglo made in Hollywood. Puede parecer redundante, pero no lo es en absoluto.
Babelia
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