Frontera
Espa?a tiene una l¨ªnea caliente en el sur, pero ahora quieren levantar otra aduana en el Ebro
Junto a la bella costa d¨¢lmata, en lo que fue el sur de Yugoslavia, dos ciudades de historia apabullante, Dubrovnik y Mostar, solo distan 140 kil¨®metros y tres fronteras. El viajero parte de Croacia, atraviesa un enclave bosnio, contin¨²a por suelo croata y entra al fin en Bosnia y Herzegovina, que a su vez es federal. All¨ª tambi¨¦n ve banderas croatas, las de los bosniocroatas, y en los carteles se tacha con espray lo escrito en cir¨ªlico (serbio). Las gentes guardan rencores y las paredes, huellas de metralla. A la vuelta, el viajero habr¨¢ cruzado seis fronteras, con un guardia a cada lado, as¨ª que habr¨¢ ense?ado el pasaporte doce veces.
Callejeros viajeros (Cuatro), que a diferencia de otros programas trotamundos no se interesa solo por los ganadores, visit¨® Tijuana, la frontera por excelencia. Tequila, sexo y marihuana, canta Manu Chao. Junto a una gran valla que parte la playa vemos desfilar a los coyotes, a los buscavidas, a los migrantes que ya no detendr¨¢n su camino porque no tienen nada que perder.
En el estrecho de Gibraltar lindan pa¨ªses, continentes, mundos, civilizaciones. Mariano Rajoy ha ido a la ONU a reclamar otra vez el Pe?¨®n, lo que suena tan poco realista como lo de Mas. Este verano nos dimos cuenta de que un pu?ado de pe?ones e islotes espa?oles en la orilla africana no dan m¨¢s que preocupaciones. Como angustia esa valla de Melilla acechada por los desesperados. O la empobrecida bah¨ªa de Algeciras, en la que Callejeros, el programa madre, indag¨® en el submundo del tr¨¢fico de hach¨ªs.
Espa?a tiene una frontera caliente en el sur, pero ahora quieren poner otra en el Ebro. La audiencia sigue en masa Isabel (La 1), lograda serie hist¨®rica aunque con esa man¨ªa tan nuestra de estirar demasiado cada capitulo. Interesan mucho al desconcertado espa?olito los hechos que unieron las coronas de Castilla y Arag¨®n. Cinco siglos despu¨¦s ¡ªy tres desde que el primer Borb¨®n se empe?¨® en un centralismo a la francesa inadecuado para estas tierras¡ª, el desencuentro entre lo castellano y lo catal¨¢n se adentra en un callej¨®n sin salida. Escucho soflamas por la independencia chocantes en tiempos de rescates y p¨¦rdida general de soberan¨ªa; oigo a encendidos tertulianos llamando a disolver instituciones como en la Diada y a sacar los tanques aplicando el art¨ªculo 8. Quisi¨¦ramos creer que esta din¨¢mica est¨¢ calculada y se detendr¨¢ al borde del abismo. Lo sensato es tener miedo a levantar otra frontera y a alimentar rencores duraderos.
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