¡°?A¨²n soy una Rat Girl! A¨²n soy miserable y a¨²n lucho¡±
"Cuando empec¨¦ a escribir el libro, ?no paraba de analizarme y analizarlo todo el rato!" "Me volv¨ª una verdadera adicta a todo el proceso de escribir"
En una escena de La semilla del diablo, Mia Farrow tiene que escuchar c¨®mo le dicen: ¡°Las mujeres embarazadas se supone que ganan peso, no lo pierden¡±. Tan esmirriada, tan confundida, tan desvalida como Rosemary, y como una ratita rabiosa y no demasiado presumida, estaba Kristin Hersh en 1985. Siempre hab¨ªa sido precoz: ofrec¨ªa conciertos a los que no podr¨ªa asistir de p¨²blico por su edad casi rid¨ªcula para tener una banda (y menos la suya, tan inocentemente retorcida) y se sent¨ªa por momentos m¨¢s cerca de las personas mayores que de las ni?as de su generaci¨®n. Era, en definitiva, como si Ana da Silva, una de las chillonas pospunkeras de The Raincoats, hubiera sido tomada como personaje por Daniel Clowes. Pero ese a?o todo se precipitar¨ªa: su banda, Throwing Muses, ya abrazaba cierto estatus de culto y potencial enorme (ser¨ªa el primer fichaje yanqui de 4AD; luego vendr¨ªan Pixies), justo cuando la diagnosticaron como bipolar y un indicador de embarazo le chiv¨® que lo estaba.
Ten¨ªa 19 a?os, una de las peores edades para ser madre y una de las mejores para escribir un diario donde poner orden al avispero que es la testa de cualquier adolescente en problemas. D¨¦cadas despu¨¦s, orden¨® un poco todos estos pensamientos y los edit¨® en un fabuloso libro de memorias, Rat girl, que ahora edita Alpha Decay. La autobiograf¨ªa de unos meses escrita con distancia, honestidad, visceralidad y cierto humor; cruce entre una novela de formaci¨®n punk y un diario de esos que pagar¨ªamos por espiar. Con un t¨ªtulo propio de aquellos relatos de g¨¦nero noir de la revista pulp Black Mask, pero con confesiones a tumba abierta encabezadas, a menudo, por versos de las canciones que entonces compon¨ªa y gritaba. Introduzcamos ahora las respuestas de Hersh con fragmentos de su libro. Al final todo sale del mismo sitio, del mismo caos talentoso, cero pretencioso y cambiavidas. Del mismo ruido, en definitiva.
'Hate my way', de Throwing Muses.?
¡°La canci¨®n se termina a s¨ª misma y resulta que no es nada divertida. S¨®lo lo es de un modo enfermizo, macabro. La parte falsa se peg¨® a un trozo de maldad de la Perrera, que la domin¨®, convirti¨¦ndola en un h¨ªbrido que da miedo. Todas las canciones, ahora, dan miedo: ¨¢speras, quebradizas, desencajadas. Hablan de la teor¨ªa at¨®mica, de la reencarnaci¨®n, de coches que chocan, de jab¨®n y hielo, de asesinatos en el McDonald¡¯s, de abusos infantiles, ca¨ªdas y rompecabezas. Me entristece comprobar lo extra?as que son (¡) La m¨²sica me obliga a hacer cosas y a vivir historias para convertirlas en canciones. Exige mi cerebro y mi tiempo. Es un par¨¢sito que mata a su anfitri¨®n, no le importa un carajo qu¨¦ le pase a esa peque?a chica rata. Yo ya no escribo esas canciones: son ellas las que me escriben¡±. (Rat Girl, Kristin Hersh)
Pregunta. En 1985 pod¨ªa estar cantando cosas como ¡°I could be a smack freak / And hate society / I could hate God / And blame Dad / I might be in a Holocaust / Hate Hitler / Might not have a child / And hate school¡±. [Podr¨ªa ser un freak / Y odiar la sociedad / Podr¨ªa odiar a Dios / y culpar a pap¨¢ /Podr¨ªa estar en un Holocausto / Odiar a Hitler / Podr¨ªa no tener un hijo / Y odiar la escuela] mientras un ser te daba pataditas en la barriga. Es dif¨ªcil comprender c¨®mo pod¨ªa soportar tanta presi¨®n y contradicci¨®n¡
Respuesta. Ese caso en concreto [la canci¨®n Hate My Way] no fueron mis palabras, sino las de un joven en la calle que pens¨® que nosotros, como sociedad, deber¨ªamos matar a Dios. En ese instante pens¨¦ que era muy divertido... pero la m¨²sica agarr¨® por banda a la canci¨®n y convirti¨® esas palabras en algo que no era divertido en absoluto.
P. No le gusta demasiado hablar de si misma, pero sus letras estaban escritas desde una primera persona muy feroz. Quiz¨¢s es porque escribir canciones le permite ser m¨¢s cr¨ªptico o l¨ªrico y la relaci¨®n entre el autor y el oyente es m¨¢s estrecha. ?Cree que la m¨²sica pop puede conectar mejor con el oyente precisamente porque est¨¢ m¨¢s abierta a interpretaciones que la prosa?
R. Sin duda, creo que una de las cosas m¨¢s importantes de hacer m¨²sica es que las canciones tienen una interpretaci¨®n fluida. Si quieres que tu canci¨®n sea adoptada como la banda sonora de otra persona, la canci¨®n debe funcionar para mucha gente que necesita construir un sentido a partir de ella para ver su propia pel¨ªcula. En ese sentido, y si se hace de esa forma, no hay diferencia, o no la deber¨ªa haber, entre creador y oyente.
P. Pero aunque la m¨²sica pop puede ser el lenguaje perfecto para la angustia adolescente (del v¨¦rtigo de las mil pistas grabadas al un¨ªsono de Phil Spector a los estribillos desma?ados y certeros de Nirvana) la prosa a veces puede exigir m¨¢s distancia o premeditaci¨®n para llegar a ese mismo destino¡
R. Las canciones se escriben solas, ellas son sus propias compositoras, pero aquel viejo diario no y este libro a¨²n menos... Cuando escucho una canci¨®n, no juzgo nada; solo la escucho. Pero en cambio cuando empec¨¦ a escribir el libro, ?no paraba de analizarme y analizarlo todo el rato! El diario era extra?o y confuso, as¨ª que me llev¨® cuatro a?os convertirlo en lo que es esencialmente una novela de no ficci¨®n, hacerlo m¨¢s f¨¢cil de entender... nunca me he considerado una escritora durante todo este proceso, as¨ª que he intentado parecer invisible, mi voz, me refiero, durante la escritura.... Me convert¨ª en una gran autoeditora... ?me ENCANTABA borrar cosas que hab¨ªa escrito!
P. De hecho, algunos compositores sienten un poco de complejo de inferioridad a veces injustificado, y cuando escriben negro sobre blanco se ponen algo pomposos. Algo que no se podr¨ªa aplicar a tu libro.
R. Entiendo cuando la gente minusvalora el valor de la m¨²sica pop porque much¨ªsimos m¨²sicos hacen siempre lo mismo, tocando ruido idiota a la moda en lugar de m¨²sica. Aun as¨ª, la verdad es que tengo un gran respeto por esa forma de arte, por su potencial de invenci¨®n, imaginaci¨®n y compromiso. Y lo mejor es que te ahorra la pretensi¨®n, no ser pretencioso es muy importante para m¨ª.
'Fish (lyrics)', de Throwing Muses.
P. ?Ten¨ªa tiempo para leer? ?Qu¨¦ escritores le influ¨ªan?
R. En los ochenta, le¨ªa libros de texto de ciencia¡. Ahora he mejorado: leo libros de ciencia, pero escritos por autores como Natalie Angier, la articulista de ciencia del New York Times, que escribe con tanto talento colorista que te olvidas que est¨¢s leyendo sobre descubrimientos o problemas de la ciencia¡
¡°El Cerebro Que No Se Resignaba a Morir parece haber cedido los mandos de pilotaje a Cuerpo Monstruoso, permitiendo que conduzca durante un rato, porque tiene trabajo que hacer. ?ltimamente no tengo noticias del demonio y eso me permite ser m¨¢s suave y amable que antes. Tal vez se deba a lo mucho que vomito, pero me encuentro bien, en paz. En paz y con una firme determinaci¨®n que antes s¨®lo hab¨ªa asociado a la m¨²sica. El objetivo s¨®lo es ¨¦ste: el latido del coraz¨®n del beb¨¦. Lo he o¨ªdo. Es un coraz¨®n que late. Una peque?a luz que no tiene nada que ver con este universo, que se ha creado a s¨ª misma. Ya no soy una persona, sino dos. Incre¨ªble. ¡®Golden ocean / tu beb¨¦ coge tus bolas / y te devuelve tus dientes, / tu beb¨¦ coge tus bolas / y enciende un fuego en tu vientre¡¯¡±. (Rat Girl, Kristin Hersh)
P. Debe haber sido muy emotivo volver a revisar las notas de su diario, con sus hijos ya m¨¢s mayores y con un estilo de vida muy diferente. Volver a aquel momento en que estaba embarazada y confundida, cuando a¨²n era una ni?a. ?Tuvo alg¨²n tipo de epifan¨ªa que le llev¨® a pensar en publicar todo aquello y a revisarlo? ?No te daba miedo?
R. No escrib¨ª este libro a prop¨®sito. Muchos periodistas me pidieron permiso para escribir mis memorias¡ A m¨ª me parec¨ªa bien hasta que me di cuenta que eso significaba meses y meses de entrevistas, hablando de mis sentimientos (??aaaack!!), as¨ª que decid¨ª intentar redactarlo yo misma y me volv¨ª una verdadera adicta a todo el proceso de escribir. Eso, para m¨ª, significaba un horario curioso: pon¨ªa a mis ni?os en la cama, dorm¨ªa dos o tres horas para despu¨¦s quedarme despierta toda la noche con el perro para volver siempre a tiempo durante unas horas a los a?os ochenta.
P.? ?No tuvo grandes tentaciones de cambiar un mont¨®n de cosas? Me refiero a hechos, claro, pero tambi¨¦n al estilo¡
R. S¨®lo sent¨ª la presi¨®n de hacer justicia a la gente que quiero. Mi ¨²nico compromiso era dejar algunas cosas fuera: la repetici¨®n, las cosas aburridas, el horror y la gente indeseable. No creo que nadie necesite eso.
¡°En el autob¨²s me siento junto a unas chicas punk rockers, tatuadas, con la cabeza rapada, faldas escocesas y botas negras. Llevan las mochilas repletas de c¨®mics y chocolate. Tambi¨¦n hay se?oras mayores, solitarias y charlatanas, y a veces un poco chaladas (¡) Las se?oras mayores me parecen un encanto porque me recuerdan a Betty. Estoy segura de que si tuviera sentimientos, uno de ellos ser¨ªa echar de menos a Betty, pero a¨²n no estoy preparada para mostrarlos¡±. (Rat Girl, Kristin Hersh)
P. Me fascina su relaci¨®n con la actriz, la vieja gloria, Betty Hutton. Deb¨ªa ser una figura tutorial extra?a. Alguien que le quiere dar consejos, pero que viene de una esfera diferente¡ Hollywood no tiene a priori mucho que ver con el circuito underground del punk rock. Pero ese tipo de personajes son muy importantes. Incluso escasean actualmente, cuando si eres joven piensas que te puedes informar de todo con los atajos de la red¡
R. S¨ª, la mayor¨ªa de lo que me dec¨ªa Betty me sonaba a locura en aquellos momentos pero acab¨® siendo verdad. Supongo que porque, lamentablemente, la m¨²sica no est¨¢ en la esfera del arte, sino en la del entretenimiento, en la del negocio, y de ah¨ª es de donde ella ven¨ªa.
P. ?M¨¢s adelante, ya en los noventa, c¨®mo encaj¨® toda la ola feminista que hubo en circuitos muy similares al tuyo? ?Le influy¨® o ya estaba de vuelta?
R. Yo ya estaba en la m¨²sica underground hac¨ªa muchos a?os, as¨ª que era demasiado tarde para que me influyera demasiado, pero fue algo bonito donde estar y ver de cerca. Quiz¨¢s hayamos perdido parte de ese feminismo desde entonces, una pena.
P. Siguiendo con todo esto de su educaci¨®n sentimental¡ No s¨¦, puedo imaginarla escuchando a las Raincoats, cambi¨¢ndole la vida. La m¨²sica que se escucha de la adolescencia es crucial para convertirnos en lo que seremos, pero en estas memorias, por alguna raz¨®n, casi no cita nombres concretos de bandas.
R. Bueno, menciono algunas bandas en el diario, pero sent¨ªa que esta historia ser¨ªa m¨¢s pura sin especificar demasiado. En esa ¨¦poca estaba escuchando The Meat Puppets, The Minutemen, The Volcano Suns, Violent Femmes¡
¡°As¨ª que ya no soy yo misma. Soy bipolar. No importa que ahora mismo me sienta bien, en realidad no lo estoy y nunca lo estar¨¦. Eso dicen. Todo esto significa que tendr¨¦ que tomar determinadas sustancias, como los hippies, los yonquis o Betty. Uno de los pacificadores me dice que los estados de letargo son relativamente frecuentes. Cuando el estr¨¦s supera lo tolerable, los man¨ªaco-depresivos se apagan. ¨CTe apagaste ¨Cdice con aire comprensivo. Vaya¡±. (Rat Girl, Kristin Hersh)
P. Hay canciones y libros muy emocionantes y valiosos que surgen de los peores momentos, est¨¢ claro. ?No s¨¦ si le ayud¨® su enfermedad en aquellos a?os?
R. Creo que la gente bipolar puede conectar con los otros f¨¢cilmente porque nosotros hemos ESTADO ah¨ª. Cualquier cosa que te haya pasado¡ bien, nosotros habremos librado ya esa guerra. Supongo que usamos todo eso para sentir empat¨ªa m¨¢s que para quedarnos alelados en nosotros mismos. Cualquier compositor que se deje llevar m¨¢s por el solipsismo que por la empat¨ªa va a escribir malas canciones.
P. ?Qu¨¦ queda de esa Rat Girl en usted? Si escribiera sus memorias adultas, de lo que lle pasa ahora, ?mantendr¨ªas el t¨ªtulo?
R. ?A¨²n soy una Rat Girl! A¨²n soy miserable y a¨²n lucho. A¨²n uso la fealdad para lograr mostrar una belleza ruidosa. A¨²n soy una persona tonta y de alg¨²n modo infantil¡ De hecho, ?creo que no he madurado nada, en absoluto! (risa).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.