¡°Pongo firmes a los lectores, y ellos me devuelven la moneda¡±
Luis Mateo D¨ªez, escritor y acad¨¦mico de la lengua, acaba de publicar 'La cabeza en llamas' (Galaxia Gutenberg), un compendio de cuatro novelas cortas
A sus reci¨¦n estrenados 70 a?os, las ideas le arden. Casi como por combusti¨®n espont¨¢nea. Como quien no lo quiere (pero lo puede). Porque la inflamaci¨®n no podr¨ªa ser m¨¢s premeditada ni alevosa, por ser fruto de horas, d¨ªas, semanas, meses, reflejo de a?os de esfuerzo creador, de ficcionalizaci¨®n de una realidad que vive ella misma alimentada de la ficci¨®n. ¡°He vivido en la escritura mucho m¨¢s que en la vida¡±, corrobora. ¡°El componente fundamental del arte es la vida¡±. Luis Mateo D¨ªez, escritor y acad¨¦mico de la lengua, acaba de publicar La cabeza en llamas (Galaxia Gutenberg), un compendio de cuatro novelas cortas que son, presume, las mejores de una extensa carrera y una existencia dedicadas a la literatura. No por ciega vanidad, sino por ser hijas de lo aprendido. De lo contrario, reflexiona certero, la actividad misma no tendr¨ªa sentido.
¡°La novela corta es un g¨¦nero donde uno se puede permitir algo casi imposible: el reto de la perfecci¨®n¡±
La luz entra tenue por la ventana del sal¨®n de su casa madrile?a, repleto de cuadros, fotograf¨ªas, recuerdos. ?l se sienta en un sill¨®n, el semblante relajado, las palabras l¨²cidas que caen a borbotones, como si brotaran de una fuerte inagotable. ¡°La novela corta es un g¨¦nero donde uno se puede permitir algo casi imposible: el reto de la perfecci¨®n¡±, explica sobre la raz¨®n de ser del formato de su libro. De la vocaci¨®n a la realizaci¨®n, eso s¨ª, va un trecho que, por necesidad, deben recorrer y en el camino dilucidar los lectores, ¡°porque yo no tengo conciencia de haberlo hecho¡±. Como desde antes incluso de comenzar a ser ¨¦l mismo escritor, la gu¨ªa son los grandes cl¨¢sicos, especialmente los rusos, que crearon en el joven Luis ¡°la vana pretensi¨®n¡±, de convertirse en uno de ellos. Aunque sin desde?ar a los espa?oles que, dice, le ayudaron en el aprendizaje de su lengua, ni a los grecolatinos. Ni, para el caso, a ning¨²n otro. ¡°Sigo fiel a ellos¡±, asegura.
De las cuatro nouvelles, es la primera la que da t¨ªtulo a la publicaci¨®n. La historia ¡°de un ser desquiciado, alguien que acaso no se aguanta a s¨ª mismo, y continuamente reinventa su vida¡±. Un hombre echado a perder, un tipo de personaje que se repite en su obra. Contada en tono de sonrisas y l¨¢grimas, poco tiene que ver la primera propuesta con las que siguen. A no ser por una ¡°conexi¨®n subterr¨¢nea¡±, un nexo en el que un elemento clave es precisamente es el color que el autor les ha imprimido. ¡°El punto m¨¢s repetido de lo que hago es la cercan¨ªa de lo tr¨¢gico con muchos elementos c¨®micos: la idea de la tragedia de un hombre rid¨ªculo¡±, se?ala en alusi¨®n al t¨ªtulo del filme de 1981 de Bernardo Bertolucci.
Tras el pobre Camil Molera, se suceden narraciones que hablan de recuerdos inventados a partir de la enso?aci¨®n, de la dicha que encierra la desgracia y unas memorias escolares construidas a partir de la clasificaci¨®n de los insectos. ¡°Son cuatro buenas tarjetas de identidad de mi mundo narrativo¡±, dice Mateo, que se?ala a los personajes y las transformaciones vitales que experimentan ¨C¡°no en a?os, sino en d¨ªas¡±- como el pilar fundamental tanto de las actuales como del total de sus creaciones.
¡°Escribir hace que no me conforme con nada. Siempre hay algo que puede ser m¨¢s importante"
Con d¨¦cadas de trayectoria literaria a las que echar atr¨¢s la vista, es extensa la lista de lecciones que el autor ha podido extraer de la escritura, adem¨¢s de la dedicada afici¨®n de la lectura. Aunque una por encima de todas: ¡°aprender a vivir m¨¢s¡±. Alguna cosa ha quedado atr¨¢s (¡°un cierto barroquismo inicial, me he hecho m¨¢s conceptista. He ido aquilatando una manera de escribir procurando acercarme al ideal del escritor, que consiste en contar las cosas m¨¢s complejas de la manera m¨¢s natural, que no la m¨¢s sencilla¡±), otras est¨¢n por arribar. ¡°El reto de escribir hace que no me conforme con nada. Siempre hay algo que puede ser m¨¢s importante¡±.
Esos anhelos por lo no concluso no se reducen al reconocimiento que llevan los premios. ¡°La ambici¨®n de escribir est¨¢ en escribir¡±, sentencia el maestro. Aunque sin desde?arlos, que siempre agradan y ayudan a vender, aunque esto ¨²ltimo no sea un fin en s¨ª mismo. ¡°Podr¨ªa haber aceptado ser un escritor in¨¦dito. Ser¨ªa uno m¨¢s mustio, pero hubiese seguido haciendo mi obra¡±. Lo mejor, en cualquier caso, son las llamadas de atenci¨®n de los lectores, que, de acuerdo con el escritor, le mantienen en su sitio. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que a ves les pongo firmes y ellos me devuelven la moneda¡±. Desde sugerencias a reproches, pasando por agradecimientos y congratulaciones, su p¨²blico es el encargado, dice, de llamarle al orden.
Si esos mismos lectores seguir¨¢n siendo los mismos el d¨ªa de ma?ana, si acaso llegara la augurada muerte de la novela, es otra cuesti¨®n. Si bien la idea de la gran novela parece estar en proceso de extinci¨®n ¨Cque no extinta, opina Mateo-, tambi¨¦n parece haber ¡°ciertas pretensiones del descr¨¦dito de la ficci¨®n¡±. Y ya lo dijo antes: la ficci¨®n es la propia vida, y sin ella, nada queda.
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