Lleg¨® la hora de Mar¨ªa Blanchard
El Reina Sof¨ªa rescata la carrera de la pintora con una ambiciosa antol¨®gica
La justicia po¨¦tica no siempre se administra a tiempo. As¨ª ha sucedido con Mar¨ªa Blanchard (Santander, 1881-Par¨ªs, 1932), nombre esencial de las vanguardias, pincel poderoso, cubista a la altura de Juan Gris y objeto este a?o de un rescate necesario en dos exposiciones; primero en la Fundaci¨®n Bot¨ªn de Santander y ahora, en el Reina Sof¨ªa.
Hija de un caballero monta?¨¦s y de una se?ora refinada (la descripci¨®n sobre los or¨ªgenes acomodados de la pintora santanderina es de Garc¨ªa Lorca), sus problemas f¨ªsicos no ayudaron a su correcta colocaci¨®n en el mundo que le toc¨® vivir y en la posteridad que le fue reservada. Su gran amigo el artista mexicano Diego Rivera la describi¨® en sus memorias as¨ª: ¡°Era jorobada y alzaba poco m¨¢s de cuatro pies del suelo. Por encima de su cuerpo deforme hab¨ªa una hermosa cabeza. Sus manos eran, tambi¨¦n, las m¨¢s bellas manos que yo jam¨¢s hab¨ªa visto¡±. Josefina de la Serna a?adi¨®: ¡°Tan amante de la belleza, sufr¨ªa con su deformidad hasta un grado impresionante¡±.
Aunque el f¨ªsico y el ser mujer moldearon una personalidad retra¨ªda y silenciosa, tambi¨¦n le sirvieron de acicate para persistir en su objetivo, m¨¢s bien obcecaci¨®n, vital: ser pintora.
La antol¨®gica del Reina, que cuenta con 74 obras, recorre sus primeros trabajos en Espa?a. Tambi¨¦n recupera su aportaci¨®n cubista y entra de lleno en su periodo figurativo, una forma de expresarse en la que se refugi¨® desde los a?os de posguerra hasta el final de su vida.
Manuel Borja-Villel, director del museo, achaca el olvido sobre la artista espa?ola a su condici¨®n de ¡°outsider cuyo talento y lenguaje poco tuvieron que envidiar al de los artistas contempor¨¢neos¡±. Mar¨ªa Jos¨¦ Salazar, comisaria de la exposici¨®n, corrobora la importancia de Blanchard m¨¢s all¨¢ de injusticias. Para demostrarlo ha armado un relato en orden cronol¨®gico que explica c¨®mo la pintora siempre fue por libre, aun cuando particip¨® en movimientos como el cubismo.
Investigadora minuciosa de la obra de Blanchard, Mar¨ªa Jos¨¦ Salazar record¨® en la presentaci¨®n de la exposici¨®n que la artista supo ganarse el respeto de sus compa?eros. ¡°Fue plenamente aceptada en un mundo dominado por hombres y muchos de ellos valoraron su obra desde el primer momento¡±. Sin embargo, en el olvido hist¨®rico influyeron despu¨¦s hechos como la decisi¨®n de su familia de retirar su obra a la muerte de la artista. ¡°Aprovechando la confusi¨®n, sus pinturas siguieron en el mercado pero a muchas les borraron el nombre. En algunas pusieron el de Juan Gris. Ha costado mucho recatalogar la aut¨¦ntica obra de Blanchard. Esta exposici¨®n sirve para hacer justicia y recuento de una de las creadoras m¨¢s importantes del siglo XX¡±. La muestra arranca con La gitana (1907), ¨®leo que le vali¨® uno de sus primeros reconocimientos. All¨ª dio a luz a la inquietante mirada de una joven que reaparecer¨ªa en su obra posterior. Con este cuadro empieza un periodo de formaci¨®n (1908-1914) en el que recoge la influencia de sus primeros maestros. Vienen despu¨¦s 35 obras de su etapa cubista (1913-1919), a?os en los que vive con plenitud su etapa parisiense. Despu¨¦s se recoge su retorno a la figuraci¨®n (1919-1932) con 26 pinturas en las que la mujer tiene un protagonismo decisivo.
Una peque?a sala muestra en sus vitrinas una selecci¨®n de publicaciones y dibujos inspirados por Mar¨ªa Blanchard. Son revistas extranjeras y espa?olas con rese?as en las que se habla de sus exposiciones. Ella siempre mira de soslayo. La belleza y la inteligencia est¨¢n en su obra. Es lo ¨²nico que importaba. Entonces y ahora.
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