El arte del desprecio y de la risa
El factor grotesco protagoniza una exposici¨®n en la que la burla y el escarnio desbancan a la belleza
Leonardo Da Vinci ha pintado la belleza y el misterio de manera insuperable, pero tambi¨¦n ha sabido caricaturizar como nadie la esencia de miseria humana. De sus elegantes manos, no solo salieron la Gioconda o La dama del armi?o. Sus l¨¢pices tambi¨¦n se ocuparon de mostrar grotescas caricaturas de hombres movidos por la avaricia y la maldad retratados con bocas desdentadas y mentones desbocados (Dos perfiles grotescos enfrentados, 1485-90), en una imagen que incita a sonre¨ªr y a pensar lo peor de los retratados. El genio renacentista quer¨ªa escarmentar a los protagonistas de la obra, un objetivo que han perseguido los artistas desde los albores del arte y que ha hecho que el escarnio, el desprecio o el espanto conformen una corriente creativa de primer orden.
La belleza e incluso la fealdad han sido exhaustivamente tratadas en la historia del arte. Se trata ahora de acotar el concepto de lo grotesco y contar por qu¨¦ los artistas recurren a la risa para denunciar la necedad humana. El Museo Picasso de M¨¢laga abre hoy una exposici¨®n con 270 obras de 72 artistas de los ¨²ltimos cinco siglos en la que se intenta definir qu¨¦ es lo grotesco. Adem¨¢s de varias obras de Picasso, el anfitri¨®n y gran distorsionador, las piezas est¨¢n firmadas por Francis Bacon, Louise Bourgeois, Otto Dix, James Ensor, Max Ernst, Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana, Victor Hugo, Paul Klee, Willem de Kooning, Roy Lichtenstein, Ren¨¦ Magritte, Man Ray, Franz Xaver Messerschmidt, Juan Mu?oz, Meret Oppenheim, Pablo Picasso, Richard Prince, Juan S¨¢nchez Cot¨¢n, Antonio Saura, Thomas Sch¨¹tte, Cindy Sherman, Leonardo da Vinci o Bill Viola.
Son artistas de procedencias dispares y alejados en el tiempo que tienen en com¨²n la forma de retratar algo que les desagrada. Puestas en relaci¨®n unas obras con otras, se ve que tienen mucho m¨¢s en com¨²n de lo que cabr¨ªa suponer. Los gesticulantes bustos de Messerschmidt, por ejemplo, tienen la misma hilaridad de las cabezas del grupo escult¨®rico de cinco hombres muertos de risa realizados por Juan Mu?oz en los 90. La mujer barbuda de S¨¢nchez Cot¨¢n produce un desasosiego similar al que se puede ver en las esculturas Louise Bourgeois.
Jos¨¦ Lebrero, director art¨ªstico del museo y comisario de la exposici¨®n, mantiene que lo grotesco va m¨¢s all¨¢ del arte de la exageraci¨®n. Su concepto expositivo re¨²ne tres versiones de un mismo g¨¦nero. La m¨¢s antigua tiene su origen en los finales del siglo XV y consiste en mostrar formas imaginarias y divertidas con elementos vegetales y seres imaginarios, tal como se hijo en los aposentos de Ner¨®n en la Domus Aurea . Vienen despu¨¦s las m¨¢scaras del carnaval,el travestismo y la confusi¨®n entre la verdad y la mentira que utilizaron desde Bruegel el Viejo hasta los simbolistas o los surrealistas.Ya en el siglo XX, la cr¨ªtica social y moral se muestra despiadada con el sujeto retratado.
Advierte el comisario que lo grotesco no se mueve en el ¨¢mbito exclusivo de la fealdad. Lo retratado puede ser repugnante pero siempre tiene que tener gracia, debe arrancar la sonrisa del espectador. Y as¨ª ocurre durante la contemplaci¨®n de las obras. La dureza de los temas (guerra, locura, estulticia, muerte) encuentra forzosamente la complicidad del p¨²blico.
?Son muchos los artistas que han recurrido a lo grotesco para hacer cr¨ªtica social?. Lebrero opina que una gran mayor¨ªa, en alg¨²n momento de su carrera, han retratado su entorno con grandes dosis de crueldad y de humor. Las series de Los Caprichos y Los disparates de Goya, prestadas por la Calcograf¨ªa Nacional; El mono escultor de Watteau o las ilustraciones de Dal¨ª para el Conde de Lautreamont, son tres buenos ejemplos.
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