Guardi se sube otra vez a la g¨®ndola
Venecia acude a museos de todo el mundo para desplegar la obra del artista Junto con Canaletto fue quien mejor capt¨® la personalidad de la ciudad de los canales
En el atardecer de la Rep¨²blica Seren¨ªsima de Venecia, el sal¨®n de visitas de las monjas reclusas era un puro jolgorio, una fiesta infinita. En su interior hab¨ªa tres grandes ventanas: de un lado las reclusas esperaban a la madre, a un amante, a un hijo... Del otro lado, los visitantes intercambiaban con las chicas sus provisiones de dulces y bebidas. Los ni?os se entreten¨ªan con un peque?o teatro de marionetas. All¨ª iban a parar las hijas de mala fama, y no solo de las grandes familias venecianas. Dicen las malas lenguas que nac¨ªan m¨¢s beb¨¦s dentro de los conventos que fuera de ellos. Tal atm¨®sfera ¨ªntima y mundana se respira en El locutorio de las monjas de San Zaccaria, de Francesco Guardi (Venecia 1712-1793), una pieza clave para entender la obra del artista que, en dura pugna con Canaletto, mejor pint¨® jam¨¢s el cielo, el agua y la piedra de la Rep¨²blica de los Dogos.
A finales del siglo XVIII eran populares las casas de juego administradas por el gobierno veneciano. En ellas se apostaba dinero y las prostitutas vend¨ªan su cuerpo al mejor postor. Los clientes eran arist¨®cratas locales y extranjeros. La literatura de la ¨¦poca narra c¨®mo poderosos pr¨®ceres de la Iglesia se infiltraban sin complejos en aquel canallesco aunque privilegiado submundo.
Aquellas casas permanec¨ªan abiertas s¨®lo durante el largu¨ªsimo carnaval, que comenzaba el 26 de diciembre y finalizaba el d¨ªa de Cenizas. Todos cubr¨ªan su rostro, excepto los administradores del local. En el famoso cuadro El ridotto del Palacio Dondolo, Guardi retrata en detalle el esp¨ªritu de libertad que se respiraba: hay m¨¢scaras de colombinas, pulchinelas que esconden la identidad de personajes misteriosos y seductores. Guardi vio aqu¨ª un nicho de mercado para vender a los ricos viajeros vistas ¨ªntimas de su ciudad natal, y al mismo tiempo crear obras antol¨®gicas que acabaron haciendo Historia. Al mirar un cuadro de Guardi, inevitablemente el ojo descubre la verdadera Venecia y el olfato percibe la humedad de la laguna a trav¨¦s de las diversas estaciones del a?o.
El pasado 5 de octubre se celebr¨® el 300? aniversario del nacimiento de Francesco Guardi, y ahora, con este motivo, el Museo Correr de la Plaza de San Marcos le dedica una gran y compleja exposici¨®n, abierta al p¨²blico hasta el 6 de enero. Bajo el t¨ªtulo Franceso Guardi, 1712- 1793, Venecia rinde homenaje a un artista que no pudo ver la gloria en vida; aunque, sin duda fue uno de los pintores m¨¢s originales de todo el siglo XVIII y uno de los m¨¢ximos exponentes del vedutismo. La muestra re¨²ne un conjunto de 70 dibujos y 50 pinturas procedentes de museos y colecciones de todo el mundo.
En una de las paredes del Museo Correr se lee una frase que lo deja todo bien claro: ¡°Guardi es m¨¢s vivo que Canaletto, usa el color en modo m¨¢s original, con un talento personal y ninguno es superior a ¨¦l en su g¨¦nero. Su talento es vivaz y posee una gracia picante. La calidad atmosf¨¦rica de la luz no ha sido superada por ninguno¡±. El entrecomillado pertenece al franc¨¦s Charles Yriarte, autor de Venise, (1878) autor de una obra clave en la valorizaci¨®n tard¨ªa del talento del maestro. La exposici¨®n no pretende, de ning¨²n modo establecer una comparaci¨®n entre Canaletto y Guardi, sino m¨¢s bien descubrir uno de los m¨¢s an¨®malos vedutistas venecianos. ¡°Guardi es un artista complicado, intrigante. Es considerado el pintor m¨¢s creativo del settecento. Estudiar a Francesco Guardi es una labor compleja: en ¨¦l viv¨ªan muchos pintores, todos geniales. Hizo pintura figurativa, religiosa, costumbrista, y al final de su carrera, vedutista¡±, explica a este diario el comisario de la exposici¨®n, Alberto Craievich.
No siempre nacer en una familia de artistas es garant¨ªa de ¨¦xito. Guardi aprendi¨® el oficio en el taller de su padre, Domenico, junto con sus hermanos Antonio y Nicol¨®. Todos talentosos, murieron pobres y poco apreciados. Durante a?os Francesco y su hermano Antonio trabajaron juntos en obras figurativas, algunas de las cuales fueron atribuidas a Antonio. Una exposici¨®n en el Palazzo Grassi, en 1965, aclar¨® todas las dudas. ¡°Su pintura y su t¨¦cnica es de mayor calidad¡±, aclara Craievich.
Organizada en orden cronol¨®gico, la muestra del Correr inicia con las primeras obras figurativas de vida cotidiana que retratan el carnaval, fiestas populares y temas religiosos. Se exponen dos peque?os dibujos de La Piedad que evidencian el trazo ligero de Guardi. En la segunda secci¨®n aparecen las primeras vedutas de Guardi, realizadas en 1755 cuando la fama hab¨ªa instalado a Canaletto en Londres. Guardi ve aqu¨ª un nicho de mercado y por necesidad econ¨®mica utiliza como base las incisiones de Canaletto; sin embargo, la mirada cambia. En las telas de Guardi la arquitectura no es protagonista, sino el cielo, el aire, la laguna. ¡°Crea encuadres in¨¦ditos de la ciudad y de la laguna, como en El Canal de la Giudecca con la punta de Santa Marta. Las proporciones son libremente falsas y la perspectiva es el¨¢stica¡±, comenta el comisario.
En la tercera secci¨®n aparecen los caprichos de composici¨®n y de paisaje. Se trata de telas sorprendentes, donde la libertad de la mano del artista se hace presente: ruinas arquitect¨®nicas con ¨¢rboles secos, cielos dram¨¢ticos. ¡°Con los caprichos expresa su personalidad. No se limita a hacer simples collages de ruinas de edificios antiguos y modernos. Transporta las composiciones a la laguna¡±, resume.
Al final de su carrera recibi¨® el encargo de retratar con varias pinturas la visita del papa P¨ªo VI. El 1 de enero de 1793, tras un mes de enfermedad, Guardi expir¨®. Pobre, sin fama ni gloria. Como un genio incomprendido... o comprendido solo a medias.
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