Desenterrar el paisaje despu¨¦s de las batallas
Nuevos proyectos devuelven la vida a lugares v¨ªctimas del ¡®boom¡¯ constructivo
Recuperar, no rehacer. Buscar otros usos: devolver la vida a paisajes y edificios y evitar convertirlos en reliquias. Es importante que se conozcan los trabajos de bastantes arquitectos, y municipios, espa?oles que en medio de la vor¨¢gine constructiva optaron por reflexionar sobre su patrimonio arquitect¨®nico (muchas veces industrial o religioso), sobre el deterioro de su paisaje y sobre la posibilidad de actuar para evitar su destrucci¨®n.
Los arquitectos Luis Castillo (Madrid, 1970) y Mercedes Miras (Baden, Almer¨ªa, 1969) han trabajado en las sobresalientes restauraciones de las Torres Nazar¨ªes de Hu¨¦rcal-Overa y de Tahal, ambas en Almer¨ªa, pero fue no lejos de all¨ª, en Lucainena de las Torres, donde se toparon con el paisaje despu¨¦s de una batalla que hab¨ªa durado siglos. De la deforestaci¨®n romana para cultivar esparto a la desertizaci¨®n del lugar, y de la construcci¨®n de una mina de hierro y de ocho hornos de calcinaci¨®n a su abandono y expolio: todo eso contaba la Sierra de Alhamilla. Con todo, el paisaje de ese pueblo continuaba siendo sobrecogedor a pesar del deterioro del lugar y del desplome de las ocho torres donde se ubicaban los viejos hornos.
La historia del lugar es ¨¦pica, de otra ¨¦poca: habla de los pioneros mineros de Bilbao ¡ªque construyeron un ferrocarril para llevar las vagonetas a la Bah¨ªa de Agua Amarga a finales del siglo XIX¡ª y de la capacidad resolutiva de unos emprendedores a la hora de solucionar problemas. Fue cuando la mina dej¨® de dar ¨®xido de hierro y apareci¨® el mineral con m¨¢s carbonato, tres a?os despu¨¦s de su construcci¨®n, cuando sus gestores decidieron que era necesario construir los hornos para calcinar el mineral. Y lo hicieron. Las ocho torres llegaron a producir 50 toneladas por horno y d¨ªa. Aun as¨ª, en 1942 zarp¨® el ¨²ltimo barco cargado de mineral.
Al abandono le sigui¨® el expolio de la canter¨ªa y el ladrillo refractario de las torres perpetrado por los propios vecinos del pueblo para levantar o reparar sus viviendas. Fue as¨ª como la arquitectura saqueada y debilitada dio lugar al colapso de los muros y, con la lluvia, el viento y el paso del tiempo lleg¨® tambi¨¦n el olvido de un lugar que, con la acumulaci¨®n de materiales, hab¨ªa ido creando t¨²mulos y, por lo tanto, un nuevo paisaje. A invertir ese expolio se han dedicado en los ¨²ltimos a?os Castillo y Miras. De los escombros convertidos en pavimento obtuvieron suficiente material para reconstruir la primera torre ahora transformada en mirador: un observatorio de la Sierra de la Alhamilla, del mundo y de nosotros mismos al que, todav¨ªa hoy, se llega por una carretera no asfaltada.
Tampoco est¨¢ asfaltado el jard¨ªn que Castillo y Miras idearon para el Barrio de la Chana, tambi¨¦n en Almer¨ªa. El parque sigue la l¨®gica de las terrazas agr¨ªcolas para construir en la cima de un cerro. Ese jard¨ªn es, en realidad, el paso del suelo urbano a ese mont¨ªculo convertido, de nuevo, en mirador sobre el propio vecindario y en atalaya para otear nuevos horizontes.
Babelia
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