Escritores ¡®on the rocks¡¯, mezclados, no agitados y con un toque de lima
Cheever, Parker, Faulkner, Pessoa, Baudelaire, Duras... 39 autores y los secretos de sus bebidas preferidas en el libro 'Mezclados y agitados'
Dicen las malas lenguas que sir Arthur Conan Doyle se ayudaba de la coca¨ªna y otros narc¨®ticos para inventar las aventuras de su personaj¨ªsimo, Sherlock Holmes. William S. Burroughs, que era adicto a la hero¨ªna, public¨® en 1953 una de sus obras m¨¢s c¨¦lebres, Yonqui, bajo el seud¨®nimo de Bill Lee. Del autor de El libro blanco, Jean Cocteau, se dice que consumi¨® opio durante una larga temporada.
Pero no nos enga?emos; no solo de drogas duras vive la literatura. Los grandes de las letras tambi¨¦n, y sobre todo, han salpicado sus manuscritos con gotas de bebidas alcoh¨®licas y derramado sobre sus m¨¢quinas de escribir l¨ªquidos con alta graduaci¨®n et¨ªlica (unos m¨¢s que otros). El t¨¢ndem de vocablos ¡®escritor¡¯ y ¡®alcohol¡¯ ha estado siempre ligado a nombres potentes de la historia de la literatura, empezando por Bukowski, Truman Capote o Dostoievski. Es evidente que no todos los escritores han sido ni son alcoh¨®licos pero, tampoco es balad¨ª pensar que m¨¢s libros de los que imaginamos nacieron en la barra de alg¨²n bar inmundo, en alguna fiesta donde el wiski seguramente corr¨ªa a borbotones o en las mentes divagadoras y enturbiadas por la resaca del domingo. El escritor Antonio Jim¨¦nez Morato publica Mezclados y agitados (Debolsillo), una animada gu¨ªa de los gustos espirituosos de Roberto Bola?o a Javier Tomeo, pasando por Fernando Pessoa o Dorothy Parker, donde re¨²ne entre copas y letras a escritores brillantes o aburridos, ebrios o abstemios, y sus c¨®cteles favoritos o m¨¢s afines. Todo ello acompa?ado de la receta de cada uno de los combinados con los que exceder la fiesta m¨¢s all¨¢ de la lectura.
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, por citar a alguno de los 39 literatos que incluye la publicaci¨®n, era un incondicional de un combinado cuya receta exacta el Nobel nunca ha hecho p¨²blica, pero s¨ª se sabe que inclu¨ªa ron, y que le recordaba ¡°al olor de la guayaba podrida¡±. Morato ha adjudicado al colombiano el A?ejo highball (el pelotazo a?ejo, en lengua profana), que consiste b¨¢sicamente en ron a?ejo, cora?ao, zumo de lima y unas gotas de Angostura. Todo ello servido en un vaso alto con mucho hielo.
Las narraciones de John Cheever est¨¢n ¨ªntimamente relacionadas con Nueva York, donde vivi¨® el americano. ¡°Cheever beb¨ªa casi de todo, pero sin duda el vodka, la ginebra y el wiski eran sus licores m¨¢s habituales. Y el manhattan est¨¢ basado en el wiski¡±, cuenta el autor del libro. Pero la adjudicaci¨®n de este c¨®ctel a Cheever, explica Morato, se debe sobre todo a que como ¨¦l mismo explic¨®, ¡°de no ser por los dos que su madre se tom¨® una noche durante un banquete, sus padres no le habr¨ªan concebido, ya que eran una pareja en la que el deseo hab¨ªa muerto hac¨ªa tiempo. [¡] Alguna vez Cheever dijo que el desafecto de su padre fue una de las razones que lo empuj¨® al alcohol¡±.
Quien tambi¨¦n se confes¨® alcoh¨®lico en sus memorias fue el realizador genial Luis Bu?uel: ¡°Toda mi vida ha habido veces en las que he bebido hasta caerme; pero casi siempre se trata de un ritual delicado que no te lleva a la aut¨¦ntica borrachera, sino a una especie de beatitud, de tranquilo bienestar, acaso semejante a una droga ligera. En algo que me ayuda a vivir y trabajar¡±. Seg¨²n el autor de Mezclados y agitados, el aragon¨¦s era un verdadero aficionado, (incluso le llega a calificar hooligan) del Martini. ¡°Se tomaba cuatro o cinco diarios¡±. Y ¨¦l mismo explic¨® c¨®mo preparaba sus c¨®cteles en casa. La receta, como ya se imaginar¨¢n, est¨¢ en los libros. Y concretamente en este.
A lo largo de las 255 p¨¢ginas del libro, Morato empareja as¨ª a cada escritor con su bebida m¨¢s af¨ªn, ya sea por adicci¨®n o por uso social: Alejo Carpentier con el Daiquiri; a Marguerite Duras con el Negroni; a Juli¨¢n Herbert con el Kamikaze; Tommas Mann con el Bellini; Juan Rulfo con el Margarita; William Faulkner y el Julepe de menta; Mario Vargas Llosa y el Chilcano; Julio Cort¨¢zar y el Cubalibre; Truman Capote y el Destornillador; Josefina Vicens y el tequila macho; Fernando Pessoa y el Porto flip; Jaime Gil de Biedma y el Sol y sombra; Hemingway y el Papa doble o Javier Tomeo y el caf¨¦ irland¨¦s.
Es recomendable, eso s¨ª, comer antes de leer, no vaya a ser que el calimocho de Fogwill les siente mal al est¨®mago. Salud.
Babelia
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