Borau mira por el retrovisor de la vida
Un libro ahonda en los misterios y las m¨¢scaras del director de ¡®Furtivos¡¯, un cineasta y escritor repleto de contradicciones, ahora retirado por su mala salud
Jos¨¦ Luis Borau (Zaragoza, 1929) es algo... y su opuesto. Es cineasta y cr¨ªtico. Rueda y da clases. Va de debutante literario y resulta uno de los grandes autores espa?oles de los ¨²ltimos treinta a?os. No le interesa el cine experimental, y ha promovido la Semana de Cine Experimental de Madrid, el festival m¨¢s antiguo de la capital. Tiene apariencia de abuelito y escribe a pu?etazos, cortando la respiraci¨®n al lector con directos literarios al est¨®mago. Bernardo S¨¢nchez Salas apostilla a¨²n m¨¢s: ¡°Es espa?ol y extranjero. Es un gigante y a la vez es fr¨¢gil. Borau siempre est¨¢ a los dos lados. Pertenece a una generaci¨®n de individuos que crean muchos individuos en su interior, que viven en un pa¨ªs con tantos dobleces que necesitan construirse multitud de caretas para sobrevivir¡±. S¨¢nchez Salas es uno de los amigos m¨¢s j¨®venes del cineasta y el ¨²ltimo estudioso en acercarse a su obra: hoy se presenta el libro Borau. La vida no da para m¨¢s, editado por Pigmali¨®n en su colecci¨®n Lumi¨¨re en una edici¨®n en la que colaboran la Fundaci¨®n Autor de la SGAE y el Festival de Cine Experimental de Madrid.
Borau no se ha adaptado al libro, sino que el libro, por obra y gracia del tiempo y de la creatividad volc¨¢nica del entrevistado, deviene en miscel¨¢nea que intenta retratar a Borau. Escrito hace cinco a?os, seg¨²n ha ido pasando el tiempo ha ido recibiendo capas de cebolla, nuevas adendas que completen el listado vertiginoso de labores de Borau. ¡°El tiempo hizo su trabajo¡±, cuenta S¨¢nchez. ¡°La vida no da para m¨¢s¡¯ es una frase suya que le define perfectamente porque encierra una mentira. Borau dice esto, se queda a gusto, y sin embargo sigue dando m¨¢s. Ha vivido muchas vidas; hay muchos boraus. ?l, que tanto ha frecuentado la met¨¢fora de la orilla, es un contraste continuo¡±. Preside la Academia del Cine y la SGAE, escribe, dirige, produce, organiza festivales, edita libros, entra en la Academia de la Lengua, se rompe la cadera en un escal¨®n del museo Reina Sof¨ªa porque pertenece a su patronato... ¡°En otros pa¨ªses se da mucho esta figura, en que es tan importante su labor pedag¨®gica como la creativa. En Espa?a, no¡±, explica S¨¢nchez. Borau no tiene herederos, pero es que ¨¦l tampoco hereda de nadie. ¡°Puede transmitirse lo que cuenta, pero no habr¨¢ nadie que pueda conectar con su interior. Es un tipo pensativo, hijo ¨²nico, que crece con el cine, alguien obligado desde ni?o a hacerse sus propios filmes¡±.
El mejor ejemplo es que picotea en muchos g¨¦neros, y haciendo algo tan espa?ol como Furtivos (1975), hab¨ªa debutado con un western ¡ªBrandy (1964)¡ª y disfruta de Estados Unidos, donde rueda R¨ªo abajo (1979): ¡°De Los ?ngeles [la ciudad que m¨¢s le atrae de EE UU] me gusta lo que la gente detesta. Como que no se parec¨ªa a nada, ni a Nueva York, porque Nueva York recuerda mucho a Europa¡±.
El libro se centra principalmente en su labor desde 1990 hasta hoy, pero no desde?a una mirada a su infancia, a la b¨²squeda de un Rosebud que desentra?e la complejidad del personaje. Como cuenta en las p¨¢ginas, ¡°en el s¨®tano de su casa hay m¨¢s cajas que las mencionadas 560, hay m¨¢s cajas que en el almac¨¦n de Xanad¨² (Borau, por cierto, podr¨ªa ser a la vez Kane y Thompson; ¨¦l mismo y quien lo busca). Miles de cajas puede haber, con todo dentro, diseminado en fotos, documentos, ep¨ªstolas, recortes, libros¡ lo que va deposit¨¢ndose en la orilla de la ribera de Borau. O quiz¨¢s se trata de la ciudad ¡ªy el almac¨¦n de Kane era una ciudad¡ª que Borau quiso siempre fundar¡±. El cineasta asegura que su vida es un bu?uelo de viento, que no hay nada en su interior, probablemente para espantar moscones. Aunque cuando recibe en 2007 el I Premio al Cine y los Valores Sociales declara: ¡°Nunca he recibido un premio por ser un chico bueno, que no lo soy¡±; ¡°Estoy entre el absurdo y el p¨¢nico¡±, y ¡°Ser querido es vivir en la antesala de la gloria¡±. Aqu¨ª paz y despu¨¦s ¨ªdem.
Taquillas y muebles
Entre las contradiciones de Jos¨¦ Luis Borau est¨¢ el haber estrenado uno de los grandes ¨¦xitos de taquilla (Furtivos vendi¨® casi cuatro millones de entradas) y que sus dos ¨²ltimas pel¨ªculas, Ni?o nadie y Leo ¡ªcalificadas como obras maestras por la cr¨ªtica¡ª, no tengan m¨¢s que 70.000 espectadores. "Yo lo reduzco todo a cine. Incluso cuando leo un libro, lo reduzco tambi¨¦n a cine. Y cuando voy por la vida. Y cuando viajo. Siempre pienso: pues esta casa, para una pel¨ªcula¡ Este tipo de balcones¡ pues aqu¨ª podr¨ªa vivir no s¨¦ qui¨¦n". De ese reducismo de la vida al cine crece otras de sus pasiones: los muebles que salen en pel¨ªculas: "He pensado hacer un art¨ªculo con las camas del cine espa?ol [¡]. Por ejemplo, una cama que quer¨ªan traer para Tata m¨ªa es la de Segundo L¨®pez [el filme de Ana Mariscal de 1952]. ?Es que me conozco los muebles del cine espa?ol!". Otra prueba de esa extra?a pasi¨®n: en la misma Tata m¨ªa (1986) saca unas cortinas usadas en Calle mayor (1956), de Juan Antonio Bardem.
Eso s¨ª, rascando, rascando aparece su pasi¨®n por Guillermo Brown. ¡°En la familia inglesa de Guillermo Brown, el ni?o zaragozano reconoc¨ªa ¡ªsalvando distancias y circunstancias¡ª reflejos de su propia cotidianeidad pero intervenida oportunamente por la travesura incesante de Guillermo. Y eso era lo que produc¨ªa un inmenso regocijo, la peque?a e ¨ªntima venganza del ¡®mundo de los mayores¡¯, un mundo del que siempre se sinti¨® preso¡±, cuenta en el libro S¨¢nchez. En un momento dado, el aragon¨¦s suelta: ¡°Yo siempre he hecho las travesuras que se me han ocurrido. No creo que se me haya quedado ninguna en el bolsillo¡±. Por ejemplo, confiesa sus triunfos en 1956 en la ruleta del casino de Pau (Francia), hasta que el p¨¢nico le puede: no tiene pasaporte. ¡°Tambi¨¦n me dio un poco de miedo aquel tipo de vida y lo dej¨¦. Si hubiera seguido por ah¨ª igual lo hubiera perdido todo. Ahora voy a un sitio donde hay casino y ni entro ni nada¡±.
As¨ª pues La vida no da para m¨¢s no es frase de mal augurio. S¨¢nchez habl¨® con ¨¦l en verano. ¡°Su salud le impide salir a la calle o dar entrevistas. Y claro que le cabrea. Pero el enfado le mantiene ¨¢gil, le anima. La cabeza de Borau es un motor continuo, y se crece en el fastidio vital¡±.
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