Los Taviani ¡®encarcelan¡¯ a C¨¦sar
Los cineastas italianos adaptan en blanco y negro el cl¨¢sico de Shakespeare con presos de un penal de m¨¢xima seguridad de Roma
Bruto, a los pies del cad¨¢ver de C¨¦sar, declama en dialecto napolitano: "Yo lo amaba, pero era un tirano, ten¨ªa que matarlo". En los ojos del actor Salvatore Striano, expresidiario, no solo se refleja el texto de William Shakespeare, es la mirada de un hombre que ha enfrentado la muerte en primera persona, que sabe c¨®mo de complicado es quitar las manchas de sangre. La pel¨ªcula C¨¦sar debe morir, de los hermanos y directores italianos Paolo y Vittorio Taviani, reinterpreta el texto cl¨¢sico entre las paredes de la c¨¢rcel Rebibbia de Roma, con la ayuda de los presos que han aprendido a sobrellevar el encierro a trav¨¦s de las clases de teatro. "A lo largo de la historia ha habido grandes Julio C¨¦sar, como el propio Marlon Brando, estos reclusos han sido capaces de arrojar sobre el texto una luz diferente con la ayuda de su verdad, su experiencia vital", explica Paolo Taviani, en el Instituto Italiano de Madrid.
Ganadora del ¨²ltimo Oso de Oro en el festival de cine de Berl¨ªn, la libre interpretaci¨®n de Julio C¨¦sar de los Taviani surge de la casualidad. Los directores asistieron a una representaci¨®n de una serie de Cantos del Infierno de Dante en este penal romano y terminaron cautivados por las dotes interpretativas de algunos de los m¨¢s peligrosos criminales del pa¨ªs. Del flechazo surgi¨® la propuesta de cambiar a Dante por Shakespeare y el dramaturgo Fabio Cavalli, responsable del taller de teatro de Rebibbia, comenz¨® la b¨²squeda entre los habitantes del ala de m¨¢xima seguridad del complejo.? "Decidimos recordar al espectador desde el principio de la pel¨ªcula ante qu¨¦ tipo de actores se encontraba", relata el cineasta. "Son presos reales, con delitos de sangre, personas que han pertenecido a la Camorra".?
La premisa de enmarcar a estos presos tiene por objeto crear en el espectador el mismo sentimiento de contradicci¨®n que los Taviani experimentaron durante el rodaje y contribuir, de paso, a la emp¨¢tica universalizaci¨®n. "Odiamos a la Camorra, las terribles consecuencias de la mafia en nuestro pa¨ªs, pero no pudimos evitar forjar cierta amistad con los presos, sentir compasi¨®n y piedad por unos hombres que jam¨¢s hubi¨¦ramos imaginado fueran capaces de interpretar de esta manera", apunta. Taviani atempera el argumento con el eco que a¨²n retumba en su cabeza de las palabras de uno de los guardias de seguridad de Rebibbia: "No olviden nunca que los verdaderos protagonistas son los hu¨¦rfanos y las viudas, las v¨ªctimas de estos presos".
Practicantes del mal llamado cine de compromiso -m¨¢s cerca a la etiqueta vintage, por fuerza del malentendido-, estos octogenarios directores est¨¢n convencidos de que el arte o su manifestaci¨®n cinematogr¨¢fica no cambiar¨¢ el mundo -"despu¨¦s de todo, el cine solo tiene 100 a?os"-. C¨¦sar debe morir, sin embargo, es un empe?o?en blanco y negro contra esta manifestaci¨®n. Al final de la pel¨ªcula, Casio, interpretado por el recluso Cosimo Regga dice: "Desde que he conocido el arte, esta celda se me ha quedado peque?a". Su horizonte de mafia, corrupci¨®n y muerte se hab¨ªa ensanchado a base de bofetadas de realidad. "El dolor por la p¨¦rdida ante el encierro, la desesperaci¨®n al ser consciente de que tras los muros hay algo m¨¢s, se mezcla con una sensaci¨®n de ayuda, de aliciente para seguir adelante", explica Taviani que vuelve a recurrir a una escena, eliminada por exigencias de metraje, para redondear su visi¨®n. "Un preso escribe la siguiente carta a su mujer: 'Querida Luisa, dentro de una semana vamos a representar una obra, ven a verme, te lo ruego. Mientras act¨²o siento que me estoy perdonando". Y as¨ª la pel¨ªcula diluye su autor¨ªa, es de Shakespeare y es de ellos.
Las entonaci¨®n con la que se pronuncian las incorporaciones al texto original de los reclusos, los dialectos, se multiplican por tantos personajes como aparecen en escena. "La lengua de los presos es el dialecto, no pod¨ªan interpretar de otra manera", dice Taviani. "As¨ª, tambi¨¦n logramos una mayor implicaci¨®n de los actores con la pieza que iban a interpretar".
Todos estos flecos contribuyen a tejer una pel¨ªcula sin taras ni remaches que ir¨¢ a la pr¨®xima edici¨®n de los premios Oscar en representaci¨®n de Italia. "Un joven actor italiano [del que el director esconde su identidad tras una sonrisa], me confes¨® que estaba a punto de comprarse una pistola para poder entrar en la c¨¢rcel y aprender a interpretar con estos actores".
La libertad, la esperanza, el anhelo por un futuro distinto, revindicado a veces desde la utop¨ªa de un texto cl¨¢sico, se mezclan en la pel¨ªcula y en su trastienda. C¨¦sar debe morir es un filme sobre hombres de honor que borda la dignidad en el encierro. "Cuando terminamos el rodaje, y enfilamos el pasillo hacia la salida, la libertad, los presos sub¨ªan las escaleras hacia sus celdas. El actor que interpreta a Casio nos grit¨®: 'Paolo, Vittorio, a partir de ma?ana ya nada ser¨¢ igual'. En ese momento solo ten¨ªa ganas de llorar, la libertad no hace libres a los hombres, solo hombres".
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