En la mente de Adolfo (Su¨¢rez)
La crisis une a tres compa?¨ªas con la coproducci¨®n del CDN para llevar a escena ¡®Transici¨®n¡¯, una obra sobre el futuro de nuestro pasado
Los recuerdos de esa mente afectada de Alzheimer son tan potentes y n¨ªtidos que, en cuesti¨®n de segundos, convierten al enfermo en el ex presidente del Gobierno Adolfo Su¨¢rez y al enfermero en el Rey Juan Carlos; a la enfermera, en Amparo Illana, la mujer del ex mandatario, y al resto de los pacientes o responsable de la cl¨ªnica en el l¨ªder del PCE Santiago Carrillo, en el gran estratega de la Transici¨®n Torcuato Fern¨¢ndez Miranda o en el tambi¨¦n ex presidente Felipe Gonz¨¢lez.
- Tenemos que elevar al nivel de categor¨ªa pol¨ªtica normal lo que es normal en la calle: ?Caf¨¦ para todos! Proclama un en¨¦rgico Adolfo en pijama.
- Vas a romper Espa?a. Le advierte Torcuato en zapatillas de andar por casa.
Transici¨®n, coproducida por el Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN) junto a tres compa?¨ªas espa?olas (Teatro del Temple, Teatro Meridional y L¡¯Om-Impreb¨ªs) y escrita por los dramaturgos Julio Salvatierra (fundador de Teatro Meridional) y Alfonso Plou (tetralog¨ªa sobre figuras art¨ªsticas: Goya; Bu?uel, Lorca y Dal¨ª), es una funci¨®n que responde originalmente a su nombre en todos los sentidos. Entra de lleno en ese periodo de la historia de Espa?a, con su protagonista, Adolfo, como eje conductor, interpretado magistralmente por el actor Antonio Valero (el falangista de Amar en tiempos revueltos). Y lleva al espectador del pasado al presente y viceversa, con incre¨ªbles transiciones ¨Cvalga la redundancia-, que se suceden al ritmo del parpadeo de los actores y de las luces. Hasta el punto de ubicar al actor principal en un sanatorio para mentes afectadas. Pero no queda ah¨ª la cosa.
La memoria aleatoria de Adolfo sirve para recorrer y visibilizar hasta el detalle algunos de los episodios m¨¢s cruciales de la historia de nuestro pa¨ªs (el atentado contra Carrero Blanco, el golpe de Tejero, la elecci¨®n de los ¡°padres de la Constituci¨®n¡±¡). Sin dejar de se?alar, con la escenificaci¨®n de un debate televisivo, que se trata de una historia inacabada, no resuelta, de la que todos, actores y espectadores, formamos parte.
- ¡ La transici¨®n social ya hab¨ªa comenzado, s¨®lo quedaba pues el inevitable reajuste pol¨ªtico tras la muerte de Franco. Creo que dicho reajuste fue principalmente un enjuague para librar de responsabilidades, olvidar las conductas injustas y asegurar el futuro inmediato de la clase pol¨ªtica entonces en activo. Sentencia la joven interlocutora que debate con un Adolfo arrebatado por su desmemoria en una especie de plat¨® televisivo que nos sit¨²a en un ficticio tiempo presente.
- ¡ Admiro esos estudios, se?orita, pero d¨¦jeme decirle que tambi¨¦n demuestran con claridad el fracaso de las reformas educativas que hemos sufrido todos estos a?os, pues usted consigue articular, en un discurso formalmente correcto, el conjunto m¨¢s grande de barbaridades que he o¨ªdo en los ¨²ltimos tiempos. Porque yo he seguido oyendo despu¨¦s de abandonar mi labor, ?saben...? que era la pol¨ªtica, claro... Responde un Adolfo soliviantado.
Transici¨®n, que est¨¢ ya de gira por Espa?a pero que llegar¨¢ al Teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid el 7 de marzo hasta el 8 de abril, se pone en pie en estos tiempos que no se sabe muy bien hacia d¨®nde transitan con el sorprendente impulso conjunto de tres compa?¨ªas unidas frente a la crisis, dispuestas a hacer teatro pol¨ªtico y a hablar de ¡°lo que toca¡±. Y para hablar del ahora hablan de la Transici¨®n.
¡°Nos reunimos porque las tres estamos interesadas en hacer un teatro que verse sobre lo contempor¨¢neo¡±, cuenta el zaragozano Carlos Mart¨ªn, director de la obra junto a Santiago S¨¢nchez (L¡¯Om Impreb¨ªs), horas despu¨¦s del estreno la semana pasada en el Teatro de las esquinas de Zaragoza, el primer experimento de Espa?a de un teatro p¨²blico gestionado por una compa?¨ªa de teatro privada (El Temple) y abierto con ¨¦xito ¨Ca la luz de la afluencia de p¨²blico, tanto a la sala como al restaurante-club ad hoc- hace un mes.
Pero todo empez¨® hace dos a?os, en una conversaci¨®n de caf¨¦ entre los dos directores, Carlos Mart¨ªn y Santiago S¨¢nchez.
- El teatro espa?ol tiene un d¨¦ficit a la hora de abordar temas recientes, es como si perdi¨¦ramos la memoria. Dijo Mart¨ªn
- La desmemoria de Adolfo Su¨¢rez es como la met¨¢fora de la din¨¢mica del Pa¨ªs. A?adi¨® S¨¢nchez.
Y de aquellos polvos estos lodos. Hicieron un casting con numerosos y variopintos actores. Y con 16 de ellos montaron una especie de taller de la memoria: qu¨¦ recordaba cada uno de la llamada Transici¨®n espa?ola. Y all¨ª sali¨® de todo, desde canciones de Mocedades (¡°Eres t¨²¡±) hasta la legalizaci¨®n del Partido Comunista, pasando por Naranjito, la llegada de la televisi¨®n en color o el ciclista Federico Mart¨ªn Bahamontes¡ Todo est¨¢ recogido en esta funci¨®n, con delirantes momentos musicales, que bebe mucho de la tradici¨®n de Els Joglars. La memoria cobra vida en el escenario.
¡°Yo no vot¨¦ a Su¨¢rez porque era el ministro del Movimiento¡±, confiesa el actor que interpreta al ex presidente, Antonio Valero. ¡°Pero he de reconocer que es un personaje muy atractivo teatralmente: la muerte de su mujer y su hija, la traici¨®n que sufre en UCD¡ Tiene algo de tragedia shakesperiana¡±, a?ade.
En la hora y media que dura la funci¨®n, de la mente de Adolfo se desprenden su conversaciones privadas con el rey, sus inseguridades ante importantes decisiones (¡°No s¨¦ si fue bueno aceptar en estos momentos ser ministro del Movimiento¡±), sus equilibrios con los militares¡(¡±Les promet¨ª con lo legalizar¨ªa¡±), sus tensiones con Felipe Gonz¨¢lez (¡°Las cosas no son as¨ª, Adolfo. Deje de fantasear¡¡±).. Transici¨®n obliga al espectador a transitar por su propia memoria para abocarle a una pregunta: ?Y ahora qu¨¦?
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