?Milagro!: m¨¢s de medio siglo en escena
¡®La ratonera¡¯, de Agatha Christie, ha cumplido 60 a?os en el londinense St. Martin¡¯s Theater ¡®La cantante calva¡¯, de Ionesco, sopla 55 velas en La Huchette de Par¨ªs El autor del art¨ªculo reflexiona sobre el teatro eterno... o casi

Las longevidades teatrales son misteriosas. El pasado d¨ªa 18 se cumplieron en Londres los 60 a?os en cartel de La ratonera (The Mousetrap), a la que su autora, Agatha Christie, hab¨ªa vaticinado una duraci¨®n de ¡°a lo sumo seis u ocho meses¡± cuando se estren¨® en el Ambassadors, para pasar luego a la sala vecina, el St. Martin¡¯s Theater, donde sigue y sigue como los conejitos de Duracel. Como ni la obra ni la puesta fueron nunca nada del otro jueves, sus 20.900 funciones se atribuyen a una mezcla de tradici¨®n popular y atracci¨®n tur¨ªstica. Es, sin duda, el espect¨¢culo decano del West End, pero tampoco hay que olvidar que Los Miserables, Cats y El fantasma de la ¨®pera han rebasado ya el cuarto de siglo en escena, y que har¨¢ un par de semanas Blood Brothers, el musical de Willy Russell, abandon¨® el Albery con 24 primaveras a sus espaldas.
Tambi¨¦n se ha cumplido esta temporada el 55 aniversario de La cantante calva en el parisino y diminuto Th¨¦?tre de la Huchette: la comedia de Ionesco sigue atrayendo a un renovado p¨²blico, entre el que se cuentan varias generaciones de bachilleres franceses, ya que el texto forma parte de los programas escolares desde los a?os setenta.
Christie crey¨® que ¡®La ratonera¡¯ estar¨ªa en cartel ¡°a lo sumo seis u ocho meses¡±
Si El fantasma de la ¨®pera se vanagloria tambi¨¦n de batir records en Broadway (el pasado 11 de febrero celebr¨® 10.000 funciones en el Majestic), el long-runner por excelencia del off-Broadway es The Fantasticks, el minimusical de Harvey Schmidt y Tom Jones, que contabilizaba 42 a?os y 17.000 noches en el Sullivan St. Playhouse de Greenwich Village al bajar el tel¨®n en 2002. Pero no acab¨® ah¨ª su reinado: cuatro a?os m¨¢s tarde, el Snaple Theater Center, otra peque?a sala del off Broadway, acogi¨® un revival que sigue tan pimpante. Y cada a?o tienen lugar, seg¨²n las estad¨ªsticas, 250 nuevos montajes de The Fantasticks en todo el mundo, es decir, que no se trata de un fen¨®meno exclusivamente neoyorquino.
?Tenemos algo parecido en nuestro pa¨ªs? Me temo que no. Los turistas, baza esencial para las largas permanencias de Broadway y el West End, rara vez pisan los teatros espa?oles, salvo para ver alg¨²n concierto o alguna ¨®pera. Tambi¨¦n es cierto que a veces la suerte no ha acompa?ado a producciones llamadas a una mejor fortuna. Porque, por ejemplo, The Fantasticks se dio en Espa?a, en 1969, bajo el t¨ªtulo casi literal (graf¨ªa incluida) de Los Fant¨¢stikos. La sala era ¨®ptima (el madrile?o Reina Victoria), el reparto estaba encabezado por Elsa Baeza, Eusebio Poncela, Jos¨¦ Mar¨ªa Pou y Francisco Balcells, y firmaban la puesta Francisco Nieva y Antonio Malonda. Se comprende que mucha gente desconozca la existencia de este espect¨¢culo: el estreno tuvo lugar en pleno verano y, pese a sus notables mimbres, no lleg¨® a septiembre.
En el otro platillo de la balanza hay que decir que durante el pasado siglo nuestro teatro fue pr¨®digo en autores, actores y actrices unidos a una funci¨®n o un teatro. La lista es larga y se impone la selecci¨®n. Si arrancamos en la preguerra vendr¨¢n a la memoria (sucesivamente) los nombres de Loreto Prado y Enrique Chicote en el C¨®mico, Jardiel en la Comedia, o Isabel Garc¨¦s encabezando a lo largo de tres d¨¦cadas la compa?¨ªa del Infanta Isabel (propiedad de su marido, el empresario Arturo Serrano) con piezas millonarias de Adolfo Torrado, Paso o Mihura. Y Manuel Dicenta reponiendo una y otra vez Juan Jos¨¦, y los Cuatro Ases (Carmen Carbonell, Antonio Vico, Manuel Gonz¨¢lez y Concha Catal¨¢) eterniz¨¢ndose en el Lara. Y, entre los cincuenta y los sesenta, Alberto Closas llenando su Marquina con comedias elegantes y musicales italianos, y Capri en el Romea, y el t¨¢ndem Luis Cuenca-Pedro Pe?a en el Apolo. Y actores con funci¨®n port¨¢til, como Enrique Guitart, que lleg¨® a representar m¨¢s de cinco mil veces y en los m¨¢s inusitados escenarios el mon¨®logo Las manos de Eur¨ªdice, de Pedro Bloch.

Si centramos el foco desde los sesenta en adelante encontraremos actrices con carreras tan variadas como distinguidas pero unidas durante d¨¦cadas a algunos t¨ªtulos emblem¨¢ticos. Es el caso de Nuria Espert, que con Julieta Serrano repone varias veces y con parejo ¨¦xito Las criadas, de Genet, estrenada en 1969 a las ¨®rdenes de V¨ªctor Garc¨ªa, y que alcanza luego las 2.000 representaciones con Yerma (1971), a lo largo de una gira mundial de cuatro a?os. O de Lola Herrera, que estrena Cinco horas con Mario, de Delibes, en 1979, dirigida por Josefina Molina, y la representa a lo largo de casi veinte a?os, pasando luego el testigo a Natalia Mill¨¢n, que encarn¨® a la viuda Carmen Sotillo en la reposici¨®n de 2010.
Los long-runners indiscutibles de nuestro teatro son comedias. Hay unos cuantos t¨ªtulos que aspiran a los primeros puestos, pero yo creo que se lleva la palma Ense?ar a un sinverg¨¹enza, de Alfonso Paso, unida para siempre a Pepe Rubio: la estren¨® en 1967 en el Victoria barcelon¨¦s, la interpret¨® durante 16 a?os seguidos, y volvi¨® a protagonizarla en 1994, cuando tanto ¨¦l como Ana Mar¨ªa Vidal ya ten¨ªan edad para ser los padres de los protagonistas, pero as¨ª es la magia esc¨¦nica. Le sigue muy de cerca S¨¦ infiel y no mires con qui¨¦n, el vodevil de Chapman y Cooney, que se estren¨® en 1972 en el Maravillas, dirigida por V¨ªctor Catena: la producci¨®n, con el incombustible Pedro Osinaga al frente de un reparto en el que figuraban Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Licia Calder¨®n y Julia Guti¨¦rrez Caba, se mantuvo durante once ininterrumpidos a?os, girando por toda Espa?a. La comedia conoci¨® una segunda vida en 1998, de manos de Joaquin Kremel y Ram¨®n Ballesteros, y en 2009, con Jes¨²s Cisneros y Fernando Albizu. Tampoco hay que olvidar, en ese mismo negociado, al gran Pepe Rubianes, que llen¨® hasta la bandera el Capitol barcelon¨¦s durante nueve temporadas, de 1997 a 2006, con su espect¨¢culo Rubianes solamente.
De un tiempo a esta parte, en el que hay funciones que se ensayan mes y medio para ponerse cuatro d¨ªas o saltan de cartel a las tres semanas, es comprensible que permanecer un a?o en una sala se considere un ¨¦xito descomunal, y que las que logran sumar tres e incluso cuatro a?os ingresen directamente en el olimpo. Y comedias han sido, de nuevo, las que han trepado a ese podio exclusivo. Comedias como Arte, de Yasmina Reza, dirigida por Flotats; El m¨¦todo Gronholm, de Jordi Galcer¨¢n, ¨¦xito por partida doble en Barcelona y Madrid, a las ¨®rdenes respectivas de Sergi Belbel y Tamzin Townsend, y Toc Toc, de Laurent Baffie, que a las ¨®rdenes de Esteve Ferrer entra en su cuarto a?o en el Pr¨ªncipe Gran V¨ªa.
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