Constructor de un mundo pasado
Su arquitectura, aunque ten¨ªa un cariz moderno y progresista, incorporaba las lecciones del pasado y de la naturaleza
Decir que Oscar Niemeyer era una leyenda viva ser¨ªa quedarse corto. Su vida se extendi¨® a lo largo de un siglo, y su carrera le llev¨® a estar a caballo entre el tercer mundo y los pa¨ªses industriales m¨¢s avanzados. Deja aproximadamente 600 proyectos en lugares tan distantes como R¨ªo de Janeiro y Argelia, Pampuhla y Par¨ªs, y varios de ellos pueden considerarse obras maestras. Uno piensa concretamente en el Casino de Pampuhla (1943) y en la Casa en Canoas (1952), que combinaban el rigor de la estructura moderna con la fluidez del espacio y de la forma, y la sensibilidad hacia la naturaleza. Niemeyer pertenec¨ªa a la a veces llamada ¡°segunda generaci¨®n¡± de arquitectos modernos, lo que significa que hered¨® y transform¨® los descubrimientos de pioneros como Le Corbusier y Mies van der Rohe para abordar las realidades de la r¨¢pida modernizaci¨®n de su pa¨ªs, Brasil. Trabaj¨® junto con Lucio Costa y Le Corbusier en el proyecto para el Ministerio de Educaci¨®n en R¨ªo de Janeiro, uno de los primeros rascacielos provistos de un sistema de protecci¨®n solar exterior, y un edificio que hoy parece tan moderno como cuando se construy¨®.
Posteriormente desarroll¨® una arquitectura que funcionaba a todas las escalas, desde la casa individual hasta el conjunto monumental: sus contribuciones a Brasilia, la nueva capital de Brasil, dise?ada en las d¨¦cadas de 1950 y de 1960 (el plan b¨¢sico era de Lucio Costa), como el palacio presidencial, el Palacio da Alvorada (Palacio del Amanecer), muestran que pod¨ªa manejar los temas de la monumentalidad y de la representaci¨®n estatal con una gran elegancia.
Su arquitectura, aunque ten¨ªa un cariz moderno y progresista, incorporaba las lecciones del pasado y de la naturaleza. Sus formas biom¨®rficas se inspiraban en parte en Picasso y en Arp, pero tambi¨¦n en la herencia barroca de Brasil. Combinaba las curvas sensuales, los materiales ricos y el movimiento a trav¨¦s de capas de espacio. Sus edificios parecen filtros a trav¨¦s de los cuales puede pasar el aire mientras unas pantallas repelen el calor y la luz deslumbrante. En la utop¨ªa de Niemeyer se supon¨ªa que el hombre lograr¨ªa la armon¨ªa con la naturaleza mediante la liberaci¨®n del espacio y el uso de las nuevas tecnolog¨ªas, postura que expresaba casi inconscientemente los mitos nacionales brasile?os del progreso y la identidad. Niemeyer, un comunista que construy¨® casas para ricos, una catedral, viviendas sociales y edificios para numerosas burocracias estatales, era cualquier cosa menos coherente ideol¨®gicamente.
Los mundos para los que construy¨® han desaparecido, pero sus edificios mantienen toda su riqueza fascinante. Hacia el final, se le culpaba a veces de un formalismo vac¨ªo y de caricaturizarse a s¨ª mismo. Pero su enorme obra incluye numerosos ejemplos de su fecunda imaginaci¨®n espacial y de su destreza a la hora de resolver tareas a todos los niveles. Es como un libro abierto de lecciones y de principios arquitect¨®nicos. M¨¢s que una colecci¨®n de edificios, deja tras de s¨ª un universo creativo que probablemente influir¨¢ durante mucho tiempo en otros arquitectos del futuro.
William J. R. Curtis es historiador, cr¨ªtico y autor de La arquitectura moderna desde 1900.?
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