¡®Las j¨®venes¡¯ de Goya visitan el L¨¢zaro Galdiano
Propiedad del Museo de Bellas Artes de Lille, el cuadro solo hab¨ªa vuelto a Espa?a en 1996

Como todos los grandes museos del mundo, el L¨¢zaro Galdiano intercambia sus grandes obras con otros centros nacionales e internacionales para enriquecer su muy importante colecci¨®n permanente. Esta vez, la visita de Las j¨®venes, ha venido a completar la secci¨®n dedicada a Goya, en la que se encuentran joyas como La magdalena penitente, El aquelarre, Las brujas y La era o El verano, adem¨¢s de incontables grabados. La obra muestra a una maya vestida de negro con una carta en la mano. Otra mujer situada detr¨¢s de ella sostiene una sombrilla. A los pies de la maja, un peque?o perrito brinca para llamar la atenci¨®n de su due?a. La misteriosa atm¨®sfera que el pintor aragon¨¦s recrea en el cuadro, lo convierte en una de sus grandes obras maestras.
Propiedad del Museo de Bellas Artes de Lille, la obra cuelga dentro del Sal¨®n de Baile del palacete de Serrano, junto a Adami y Goya la versi¨®n pop que Equipo Cr¨®nica realiz¨® de La Leocadia.

Amparo L¨®pez Redondo, conservadora del museo, asegura que en muy contadas ocasiones el cuadro ha salido del museo de Lille. En Espa?a, desde su salida en 1825, solo ha vuelto en una ocasi¨®n y fue para participar en la gran exposici¨®n que El Prado dedic¨® a Goya en 1996.
El lienzo fue pintado por Francisco de Goya en torno a 1814 y permaneci¨® entre sus bienes hasta la muerte del artista. Despu¨¦s, Javier Goya ¨²nico hijo superviviente de los que el pintor tuvo con Josefa Bayeu lo vendi¨® al bar¨®n Taylor para formar parte de la Galer¨ªa espa?ola de Louis Phillipe en el Louvre, subastado despu¨¦s por Christie¡¯s en 1853 fue adquirido por 21 libras por Durlacher. Veinte a?os m¨¢s tarde la suscripci¨®n popular hizo que fuese comprado junto a Las ancianas o El tiempo al marchante Warnechky depositado en el Museo de Lille.
El cuadro, de gran formato, tiene algo de m¨¢gico, de intrigante y de agridulce sabor. L¨®pez Redondo se?ala que contiene la crudeza caracter¨ªstica de la mirada de Goya despu¨¦s de la guerra. ¡°Bajo un acontecimiento trivial como es la lectura de una peque?a carta, retrata la contrastada y desigual situaci¨®n de las mujeres de su ¨¦poca. Es un lienzo cargado de dureza pero esperanzador al tiempo¡±.
T¨¦cnicamente, la obra es representativa de ese nuevo momento que vive el artista. Bajo la l¨ªnea de la ropa blanca, la masa de mujeres, un grupo de lavanderas, aparecen amontonadas y con el rostro indefinido. No hay complacencia. Estas mujeres, detalla la conservadora ¡°est¨¢n dibujadas con una t¨¦cnica muy acuosa, muy diluida, tan solo esbozadas en negro como si se tratara de una aguada o un dibujo de tinta , los trazos que las componen no las dibujan sino que mas bien delimitan masas, insin¨²an movimientos corpulentos y graves¡±.
Sobre la l¨ªnea del horizonte de la composici¨®n, toda la luz del cuadro estalla en el rostro y el pecho de la maja. El dibujo es perfecto y la mujer resplandece. Amparo L¨®pez Redondo recuerda que podr¨ªa tratarse de Leocadia Weiss, la ¨²ltima compa?era del artista y que en el momento de ser retratada podr¨ªa estar embarazada. La carta era una noticia feliz. ¡°Es una pintura absolutamente moderna. Las pinceladas con las que dibuja los encajes de los sobrepu?os, la mantilla, el pelo o el negro de la falda son una anticipaci¨®n de Matisse.¡±
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