Los piratas ¡®gourmet¡¯
M¨¦lani de Bris reivindica en un libro ilustrado el valor de la cocina de los filibusteros por Am¨¦rica
Los piratas no solo se emborrachaban con ron. Ten¨ªan buen paladar y les gustaba cocinar. Pero adem¨¢s de las comidas propias de sus lugares de origen, les gustaba probar aquellos productos de las tierras donde llegaban. El libro de M¨¦lani Le Bris La cocina de los filibusteros (editado en Espa?a por Juventud) da buena cuenta de estas habilidades culinarias de los forajidos del mar que campaban a sus anchas por el Caribe entre los siglos XVI y XVIII. En Hait¨ª, Jamaica, Martinica, Barbados y otras islas, ol¨ªa a algo m¨¢s que a alcohol y p¨®lvora.
Con evocadoras ilustraciones a la acuarela realizadas por Hyppolite, los textos son de una autora francesa (Carcassone, 1973) que aprendi¨® de su padre el inter¨¦s por el filibusterismo y las personalidades de sus protagonistas. Michel Le Bris, cuyo apasionado y bien documentado pr¨®logo es el aperitivo del libro, es un especialista en Robert Louis Stevenson, autor de la inolvidable novela de aventuras La isla del Tesoro.
¡°?Por qu¨¦ hablar de cocina caribe?a cuando tambi¨¦n podr¨ªamos denominarla de los piratas o filibusteros? Esta cocina no es solamente el producto de los indios presentes en la ¨¦poca de la conquista, sino tambi¨¦n el producto de un mestizaje de influencias diversas: india caribe?a, africana, francesa, inglesa, holandesa, espa?ola¡, cuyo crisol fue de hecho el filibusterismo¡±, se?ala Michel Le Bris. Asimismo apunta que los piratas, visualizados siempre en el mar, pasaban largo tiempo en tierra. As¨ª que ten¨ªan tiempo de entretenerse explorando productos y actividades de las poblaciones nativas. William Dampier, un filibustero feroz ¨Capunta Le Bris-, era un genio de la hidrograf¨ªa, adem¨¢s de ge¨®logo y bot¨¢nico y con su sable al cinto recog¨ªa espec¨ªmenes de flora y fauna que luego transportaba en su barco. Era, como otros que se citan en las p¨¢ginas del libro, un bucanero curioso.
Los piratas se codeaban con las poblaciones nativas y no trataban de emular las cocinas refinadas de las metr¨®polis. Ellos exploraban, se mezclaban, no ten¨ªan remilgos, pero s¨ª curiosidad. Sus viajes ayudaban al intercambio de costumbres culinarias.
M¨¦lani Le Bris, autora de gu¨ªas de viajes y directora adjunta del festival de Saint Malo Viajeros Sorprendentes, explor¨® los lugares donde transcurren las aventuras culinarias de su libro. Referencias de autores de otras ¨¦pocas. En las ilustraciones de La cocina de los filibusteros, estos no transportan cofres de monedas de oro, sino cestas con frutas o legumbres y se re¨²nen alrededor de fuegos donde se asan cerdos o aves.
En el fest¨ªn filibustero que recoge la autora, reina ¡°su majestad el pimiento picante¡±, en distintas salsas y preparaciones. Entrantes o abrebocas (hoy dir¨ªamos tapas), pescados, mariscos, tub¨¦rculos, verduras, aves, cerdo, cabrito, confituras, dulces, vinos, rones, ponches¡ Un extenso men¨² con sus correspondientes recetas y explicaciones salpimentadas con toques sociol¨®gicos y an¨¦cdotas. Marinada de melva con leche de coco, pollo ahumado con lim¨®n verde, rag¨² de tortuga o de cerdo ahumado, cangrejos rellenos, bolas de tamarindo, pastel de boniatos, vinos de pi?a y de pl¨¢tano macho, chocolate caliente a la antillana, ponche de leche y ron¡ Un recetario bucanero para relamerse y cocinarlo en casa so?ando con para¨ªsos perdidos.
La cocina de los filibusteros es un libro para degustar por paladares j¨®venes y adultos. Una gastronom¨ªa divertida sazonada de an¨¦cdotas divertidas que incitan a bucear a¨²n m¨¢s en la historia mundial de la comida.
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