Un Mike Hammer higienizado

En las primeras p¨¢ginas de Un disparo, novena novela de Lee Child protagonizada por Jack Reacher, un francotirador se coloca en posici¨®n para disparar y el escritor parece sudar tinta para expresarlo con palabras: ¡°Alcanz¨® la base del muro y se extendi¨® en el suelo, presionando con fuerza contra el hormig¨®n. A continuaci¨®n se incorpor¨® hasta adoptar la posici¨®n de sentado. Luego se puso de rodillas. Dobl¨® la pierna derecha contra el suelo...¡±. Jack Reacher, adaptaci¨®n de la novela a cargo de Christopher McQuarrie, guionista de confianza de Bryan Singer, tiene el m¨¦rito de convertir esta secuencia en un pr¨®logo contundente y eficaz en sus formas, reminiscentes de un buen thriller estadounidense de los setenta. La pel¨ªcula se sustenta en esa incongruencia: adaptar una novela infame con un respeto y una circunspecci¨®n dignos de mejor causa. McQuarrie, guionista brillante con alguna que otra mancha en el historial ¡ªThe tourist (2010), ese insensato veh¨ªculo al servicio de Johnny Depp y Angelina Jolie¡ª, no es un alquimista y sus prop¨®sitos de enaltecimiento de un material residual no logran convertir la ganga en oro. En todo caso, Jack Reacher es una ganga aparatosa... y mejor escrita que su modelo (es un decir) literario.

M¨¢ximo exponente de lo que Joe Hill defini¨® como manfiction ¡ªla respuesta viril del mercado editorial a la expansi¨®n de la chick-lit¡ª, Lee Child es una suerte de Mickey Spillane para los tiempos de la correcci¨®n pol¨ªtica que tiene en Reacher a su Mike Hammer de la nueva era: un veterano de guerra sin domicilio fijo, ni ataduras afectivas, que viaja, con su cepillo de dientes como ¨²nico equipaje, a bordo de coches de l¨ªnea.

Cruise no da el tipo para encarnar a la ruda mala bestia y McQuarrie solo se sit¨²a a la altura del material cuando privilegia el escote de Rosamund Pike. Solo Werner Herzog, en el papel de villano, parece estar tom¨¢ndose el asunto con humor.