¡®La Habana del Flaco¡¯, un ¡°homenaje¡± singular al pueblo cubano
Una exposici¨®n del fot¨®grafo Jos¨¦ Garc¨ªa Poveda repasa 10 a?os de viajes por Cuba
En marzo de 1990 lleg¨® por primera vez a La Habana el fot¨®grafo valenciano Jos¨¦ Garc¨ªa Poveda, alias el Flaco. Ven¨ªa de Nicaragua, donde el Frente Sandinista acababa de perder las elecciones, y tanto la amargura por aquella derrota como el hecho de no volar directamente desde Europa le hizo aterrizar de un modo ¡°distinto¡± en la realidad cubana, que por entonces empezaba a adentrarse en la tinieblas del denominado Periodo Especial, la crisis galopante que se instal¨® en la isla tras la desaparici¨®n del bloque socialista.
En aquel viaje inici¨¢tico Poveda conoci¨® al legendario Alberto Korda y a trav¨¦s de ¨¦l al tambi¨¦n fot¨®grafo Jos¨¦ Alberto Figeroa, y muy pronto ambos se convirtieron en sus puertas de entrada a Cuba y sus gentes.
Quiz¨¢s es por ello que la conocida imagen del Che Guevara tomada por Korda, una de las m¨¢s reproducidas en la historia de la fotograf¨ªa, abre la exposici¨®n La Habana del Flaco, que se inaugura este 23 de enero en el Museo Valenciano de la Ilustraci¨®n y la Modernidad (MUVIM).
El Che Guevara en diferentes soportes ¨C en camisetas, en pintadas, en cuadros para turistas, en propaganda revolucionaria, junto a altares de santer¨ªa ¨C nos abren los ojos a la visi¨®n habanera del Flaco, que en esta muestra se estructura en seis grandes bloques: Korda y el Che; la ciudad; la gente; el ¨¦xodo; Fidel, el Papa y el Rey; y, por ¨²ltimo, el malec¨®n.
Poveda viajo a La Habana en diez ocasiones entre 1990 y 1999, la ¨²ltima de ellas en noviembre de ese a?o, durante la cumbre iberoamericana que llev¨® a la isla al Rey Juan Carlos y al ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, pero la curadora de la exposici¨®n, Cristina Vives, no ha querido que rigiera en ella una ¡°l¨®gica¡± cronol¨®gica. Organizar las fotos y textos de Poveda ¨C pues tanto sus im¨¢genes como sus comentarios son parte de la misma obra - ha sido un acierto, ya que permite ver y entender mejor los inter¨¦s y obsesiones de el Flaco.
¡°En La Habana que el Flaco fotografi¨® no sobresalen las fachadas ni los interiores dom¨¦sticos de arquitecturas despintadas, de hecho casi no hay color en sus archivos fotogr¨¢ficos¡±, asegura Vives. ¡°Sus espacios se construyen por la acci¨®n de sus gentes, pero esas gentes no est¨¢n permanentemente felices, ni rebosan de optimismo en cada fotograma. Es curiosa, en ocasiones, la mezcla de humor y drama visual, muy dado al car¨¢cter del cubano y al suyo propio. Otras veces hay sensualidad, sexualidad, belleza, provocaci¨®n¡ pero con un debido margen de extra?eza que nos lleva a la duda¡±, escribe la comisaria en el cat¨¢logo de la exposici¨®n.
Una de las secciones de La Habana del Flaco es especialmente dura y es la titulada ?xodo, que contiene las im¨¢genes que tom¨® de la crisis de los balseros de 1994. Poveda hab¨ªa llegado a La Habana de Guatemala y enseguida se instal¨® en Cojimar, el pueblo marinero desde donde Hemingway sal¨ªa a pescar en su yate Pilar, por entonces convertido en un astillero. Unos 35.000 cubanos abandonaron la isla por aquellos d¨ªas, y el Flaco capt¨® aquella locura y aquel drama a trav¨¦s de historias concretas de muchos de sus protagonistas.
Qu¨¦ decir de la imagen de esos ni?os en el malec¨®n sosteniendo un peque?o dep¨®sito pl¨¢stico de gasolina, en los tiempos de los apagones de 15 horas diarias, con una ternura y una risa que es toda una lecci¨®n de vida.
Dice Cristina Vives que en los malecones del Flaco el color no es lo principal. ¡°En realidad sus Malecones no son paisajes, sino estados de ¨¢nimo¡±.
Y Poveda asiente: ¡°Esta exposici¨®n es mi homenaje al pueblo cubano¡±, asegura, recordando el momento exacto en que tom¨® cada una de esas fotos.
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