Un proletario en la c¨²spide del jazz
Steven Joerg cumple 15 a?os de pelea contra los elementos con AUM Fidelity, uno de los sellos m¨¢s relevantes del g¨¦nero
En las oficinas del sello de free jazz AUM Fidelity, que acaba de cumplir 15 a?os de heroica pelea contra los elementos, todo gira en torno al peque?o Liam, el hijo de 21 meses del fundador Steven Joerg. No es que Joerg sea de los que se lleva el trabajo a casa; es que ¡°el cuartel general¡± de la compa?¨ªa, como lo defini¨® recientemente ¨¦l mismo al concertar la cita una oscura tarde de invierno, hace las veces de vivienda familiar, situada en la segunda planta de una modesta casa de dos pisos, all¨¢ donde el gigantesco Brooklyn pierde el nombre y la crisis lleg¨® justo a tiempo para evitar el ¡°excesivo refinamiento¡± vivido en otras partes del barrio.
Esa es la clase de sacrificios que se le supone a una vida consagrada a la m¨²sica experimental y comprometida consigo misma. Nacido en Chicago, pero mudado a Nueva York, Joerg, de 45 a?os, el ¨²nico empleado de su sello desde que tuvo que prescindir del ¨²ltimo, un agente externo de prensa, fund¨® AUM Fidelity (con todas sus implicaciones m¨ªsticas) en 1997, con una suma de los ahorros de una vida, el dinero obtenido con la venta de un coche y la mitad de su colecci¨®n de discos y un pr¨¦stamo. Pese a la precariedad, hoy est¨¢ considerada una de las m¨¢s relevantes compa?¨ªas de jazz del mundo.
Entonces, el descubrimiento de la m¨²sica, intensa y emocionante, del saxofonista David S. Ware, fallecido en octubre a los 62 a?os, cambi¨® el rumbo de la carrera del joven, educado en la est¨¦tica del punk-rock estadounidense de los 80 y que trabajaba como ejecutivo en el sello de rock alternativo Homestead, casa de, entre otros, Dinosaur Jr., G. G. Allin o Big Black.
¡°Cuando descubr¨ª que carec¨ªa de compa?¨ªa, lo fich¨¦ para Homestead y luego me anim¨¦ a independizarme con ¨¦l. No era un acad¨¦mico del jazz, pero s¨ª un buen aficionado desde mi adolescencia. A mediados de los 90, la industria del disco era extremadamente conservadora, solo se limitaba a editar cajas conmemorativas de Miles o Coltrane, que a m¨ª se me asemejaban a l¨¢pidas en el gran cementerio del jazz¡±, explica Joerg en un relajado bar de clientela entre hipster y proletaria, donde todo gira en torno a dos de esas viejas m¨¢quinas de pinball, protagonistas ¨²ltimamente de un inopinado revival. Joerg es todo un maestro en la materia (en el ¨²ltimo torneo del barrio, marc¨® la m¨¢xima puntuaci¨®n en el artilugio cl¨¢sico llamado Theatre of Magic), adem¨¢s de un afinado te¨®rico (¡°en su momento cumbre de principios de los 90, sus fabricantes creaban verdaderos universos bajo esos cristales¡±).
Fund¨® la empresa con el dinero obtenido de la venta de su coche
A diferencia de la mayor¨ªa de los sellos de m¨²sica improvisada y jazz experimental, que configuran sus cat¨¢logos a partir de grabaciones en directo, m¨¢s baratas que un proyecto en estudio, AUM Fidelity se centra desde sus primeros lanzamientos, sendos discos del bajista William Parker y David S. Ware, en la m¨²sica grabada, casi siempre en un estudio de Brooklyn. De ah¨ª que su volumen de producci¨®n se ajuste a ¡°seis referencias por a?o como m¨¢ximo¡±. ¡°No estoy interesado en los ¨¢lbumes pasables¡±, cuenta Joerg, ¡°solo quiero hacer proyectos pensados para ser importantes¡±.
Parker y Ware (hasta su muerte), dos titanes del free jazz estadounidense desde los setenta, son los dos pilares sobre los que gira la filosof¨ªa, radicalmente independiente y de tintes espirituales, de AUM, entre cuyas filas tambi¨¦n han destacado m¨²sicos como Matthew Shipp, Craig Taborn, Bill Dixon o Darius Jones. Joerg conf¨ªa en que la desaparici¨®n de Ware, de quien adem¨¢s de representante era amigo (el saxofonista recibi¨® un trasplante de ri?¨®n, gracias a una campa?a emprendida por el productor en la web del sello; la donante aguardaba en la lista de correo), no altere la (precaria) marcha de las cosas. ¡°No soy un hombre de grandes ambiciones¡±, aclara, por si hac¨ªa falta. ¡°Todos los d¨ªas como comida sana, mi novia me compra ropa de vez en cuando, el ni?o puede jugar a su puzle de animales y produzco m¨²sica que me importa. No se me ocurre qu¨¦ m¨¢s podr¨ªa pedir, salvo seguir as¨ª¡±.
Babelia
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