Comedia ¡®cum laude¡¯ en La Abad¨ªa
'Maridos y mujeres', la versi¨®n de la pel¨ªcula de Woody Allen que presenta ?lex Rigola, es un triunfo pleno: divertida, profunda, brillante, y con un reparto en el que sobresalen todos
He disfrutado enormemente con Maridos y mujeres en La Abad¨ªa. ?lex Rigola hab¨ªa dirigido otras comedias, pero casi siempre eran materiales en clave desaforada, rozando el absurdo. Una mano muy certera para el matiz y las modulaciones del humor asom¨® en el jard¨ªn ingl¨¦s de Rock¡¯n¡¯Roll (2008), de Tom Stoppard; una mano que ahora templa y manda, torer¨ªsima, en su versi¨®n de la pel¨ªcula de Woody Allen, sobre la estupenda traducci¨®n que hizo el a?orado Jos¨¦ Luis Guarner para Tusquets en los noventa.
La direcci¨®n de Rigola se percibe sin mostrarse, que es, para m¨ª, la cumbre de toda puesta en escena. No hay voluntad de ¡°echar la firma¡±, de hacerse notar. Convierte en f¨¢cil lo condenadamente dif¨ªcil: que tonos y ritmos est¨¦n calibrados, que haya velocidad sin aceleraci¨®n, que todo fluya, que parezca que la funci¨®n ¡°se haya hecho sola¡±. Tuve la sensaci¨®n de estar en Scarborough, viendo una obra de Alan Ayckbourn dirigida por ¨¦l.
Sabemos de sobra que Woody Allen es un prodigioso observador de la naturaleza humana, pero siempre vuelve a maravillarnos la levedad de su forma, ese modo de diseccionar sin grandilocuencia nuestros autoenga?os y medias verdades, alternando los momentos rid¨ªculos de slapstick sentimental con las embestidas de sinceridad dolorosa, sin pa?os calientes.
Rigola no ha dejado escapar sus ecos desolados e incluso ha a?adido nuevas y punzantes oleadas de melancol¨ªa
Cuando estren¨® Maridos y mujeres (1992) se habl¨® de Bergman por la influencia obvia de Escenas de un matrimonio (a la que homenajea claramente desde la primera escena) y de Cassavetes (la c¨¢mara en mano, el aire confesional y despeinado). No se habl¨® de Ch¨¦jov, como si esa deuda se hubiera saldado en Septiembre (1987): yo creo que sus perfiles y su aleaci¨®n de humor y drama est¨¢n muy cerca de La gaviota y El jard¨ªn de los cerezos, donde todos quieren a la persona equivocada.
La funci¨®n es divertid¨ªsima, pero Rigola no ha dejado escapar sus ecos desolados e incluso ha a?adido nuevas y punzantes oleadas de melancol¨ªa, como cuando todos cantan, por unos instantes, una exhausta versi¨®n de Put the Blame On Mame. En escena hay lo indispensable. Max Glaenzel ha dise?ado un espacio tan simple como eficaz: las gradas rodean una sala de estar con un cuadril¨¢tero de sof¨¢s blancos, que tambi¨¦n ocupan algunos espectadores, mitad voyeurs mitad integrados en la acci¨®n, como si Rigola y sus actores nos estuvieran diciendo: ¡°Nada de lo que aqu¨ª se cuenta os queda lejos¡±. En el centro hay una mesa con bebidas y revistas; en uno de sus laterales puede leerse ¡°In memoriam Anna Lizar¨¢n¡±, a quien han dedicado el espect¨¢culo. Al fondo, una pizarra, casi emblema de la crisis: antes se proyectaban los cr¨¦ditos y ahora se escriben con tiza.
La historia est¨¢ ambientada en Espa?a. Y se ha rejuvenecido a los personajes, casi todos en los treinta y tantos. Rigola mantiene en buena medida la estructura de Allen, alternando di¨¢logos con mon¨®logos dirigidos al p¨²blico. A guisa de pr¨®logo, Miranda Gas canta (estupendamente), guitarra en mano, What Is This Thing Called Love?, que condensa la interrogaci¨®n fundamental de la comedia: de qu¨¦ hablamos cuando hablamos del amor, como dir¨ªa Carver.
Maridos y mujeres cuenta con un reparto sensacional, ensamblado como pocos: actores de diferentes escuelas que hacen pensar en una sabia compa?¨ªa veterana con la ilusi¨®n y el gusto por el juego de una compa?¨ªa joven. Luis Bermejo (?lex) interpreta al personaje que hac¨ªa Woody Allen. Clave esencial de su trabajo: ni por asomo intenta imitarle. Cosa comprensible, porque Bermejo es mucho mejor actor, con m¨¢s registros. Coloca las r¨¦plicas con tiral¨ªneas, pero no busca la risa, y hace emerger, con inquietante suavidad, la sorprendente insensibilidad, la falta de tacto del personaje. Nuria Menc¨ªa (Carlota) es su esposa, y le confiere una picard¨ªa y una ligereza ir¨®nica que no ten¨ªa Mia Farrow. Es el personaje m¨¢s l¨²cido de la comedia, y consigue (mano a mano con Bermejo, por supuesto) un silencio estruendoso y conmovido en la tremenda escena de la separaci¨®n.
Actores de diferentes escuelas que hacen pensar en una sabia compa?¨ªa veterana con la ilusi¨®n y el gusto por el juego de una compa?¨ªa joven
Contar con Israel Elejalde es tambi¨¦n una baza segura. Es Jos¨¦ Luis (el personaje de Sidney Pollack): natural¨ªsimo, muy gracioso sin subrayar un efecto, y arrasador en su ataque de ira, cuando regresa, perdido, al domicilio conyugal en plena noche. Alicia, el personaje de Judy Davis, es Elisabet Gelabert, otra c¨®mica descomunal (tambi¨¦n han de verla, por cierto, rompi¨¦ndose a cachos en el soberbio corto Don Pepe Popi de Carlos Vermut). Aqu¨ª sabe dar de maravilla la mezcla de miedo, compulsi¨®n y sinceridad desarmante de Alicia. Escena cumbre: su primera cita con Carlos (Alberto Jim¨¦nez, perfecto en su qu¨ªmica de sorpresa y extrema paciencia). Jim¨¦nez hace un doble papel (Ronald, ligue ocasional, y Carlos, jefe de la revista donde trabaja Carlota: el rol que interpret¨® Liam Neeson) y confiere a ambos trabajos una elegancia superlativa.
Miranda Gas es, para m¨ª, la gran revelaci¨®n del montaje. Subrayo lo de ¡°para m¨ª¡± porque, aunque ya tiene muchas tablas, nunca hasta ahora la hab¨ªa visto tan completa, para utilizar el s¨ªmil taurino. Interpreta a Rain (Juliette Lewis), la joven escritora, y a Gloria (Sam, en el original: Lysette Anthony), la instructora de aerobic que fascina a Jos¨¦ Luis, y pasa de un papel a otro como si realmente fueran dos actrices. Puro acto de prestidigitaci¨®n: se dir¨ªa que le basta ponerse (o sacarse) una peluca rubia y unas gafas oscuras. Aqu¨ª hay una primera actriz cuajada, llena de gracia, frescura y versatilidad. A destacar la escena del beso entre Rain y ?lex en la terraza, otro momento en el que brota un silencio casi eucar¨ªstico.
Le auguro un ¨¦xito enorme a Maridos y mujeres. Tiene profundidad, humor, poes¨ªa, verdad y ritmo: ?qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? Bueno, puedo pedirle a Rigola que nos siga regalando comedias como esta.
Tambi¨¦n he visto, en el Marquina, El cr¨ªtico, de Juan Mayorga, dirigida por Juan Jos¨¦ Alonso: un apasionado canto de amor al teatro, con alg¨²n que otro altibajo de escritura y de puesta, pero que mantiene un vuelo de muy notable altura. Triple vuelo: el del texto mismo; el de Juanjo Puigcorb¨¦ (que por algo ha elegido esta funci¨®n para su retorno a la escena), y el de Pere Ponce, inflamados y plet¨®ricos. Se lo cuento la semana que viene. Vayan a La Abad¨ªa, vayan al Marquina.?
Maridos y mujeres. De Woody Allen. Direcci¨®n: ?lex Rigola. Int¨¦rpretes: Luis Bermejo, Nuria Menc¨ªa, Israel Elejalde, Elisabet Gelabert, Miranda Gas y Alberto Jim¨¦nez. Teatro de La Abad¨ªa, Madrid. Hasta el 24 de febrero.
Babelia
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