Hengelbrock ¡®suaviza¡¯ a Wagner
El director alem¨¢n ofrece su visi¨®n historicista de ¡®Parsifal¡¯ en el Teatro Real El uso de instrumentos originales rebaja un 40% el volumen de la orquesta
![Daniel Verd¨²](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2Fe754d022-18a1-44ce-a528-105a01f36f2f.jpg?auth=dcb863cacfc0bb32942db2b658618b2a27252ccfa1bd13aa2a00df339401e234&width=100&height=100&smart=true)
![El director de orquesta Thomas Hengelbrock.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MTAYDCKH5SG2NCWJAOMMWMISVU.jpg?auth=4b6ced9542faee90af28465f9a9e4545dc7e90636087c9b8f6ef3b5d7c65cb82&width=414)
La violencia que ejerce la obra de Wagner en las cuerdas vocales de sus cantantes est¨¢ fuera de duda. El volumen de sus ¨®peras, especialmente las que se interpretan en Bayreuth, es altamente perjudicial para sus int¨¦rpretes ¡ª¡°t¨®xico¡±, suele llamarlo el director de escena Peter Sellars¡ª, que se dejan la salud para abrirse paso entre el poderoso sonido. El gran arte bien vale un poco de sufrimiento, podr¨ªa pensarse. Pero nada m¨¢s lejos de la voluntad real del compositor, opina el alem¨¢n Thomas Hengelbrock, que estos d¨ªas dirige en el Teatro Real una versi¨®n en concierto de Parsifal con instrumentos originales y radical fidelidad a las anotaciones de Richard Wagner. ¡°O¨ªr gritar a los cantantes es horrible. Para ¨¦l lo m¨¢s importante era que se escuchara la voz sin llegar a ese extremo, que se entendiera el libreto. Por eso llegaba a cortar la m¨²sica de repente¡±, explica en relaci¨®n a la deformaci¨®n que ha ido asumi¨¦ndose durante el siglo XX.
La evoluci¨®n de algunos instrumentos, creados con el paso del tiempo a la medida sonora de gigantescos teatros como el Metropolitan de Nueva York, convirti¨® las piezas del compositor alem¨¢n en un aut¨¦ntico sacrificio vocal. Pero la interpretaci¨®n con instrumentos originales (vuelve a hacerse hoy y el s¨¢bado en el Real) rebaja casi en un 40% su volumen y permite que una voz como la de Matthias Goerne, tan acostumbrado al sotto voce del lied, pueda lucir como lo hace en este Parsifal. ¡°Me alarmaba el fortissimo permanente, pensaba que no era posible dirigir as¨ª a Wagner. As¨ª que empec¨¦ a investigar¡±. Y lo que descubri¨® fue al compositor exigiendo en los ensayos que nadie gritase.
Los cantantes se encuentran m¨¢s c¨®modos con esta interpretaci¨®n
Thomas Hengelbrock (Wilhelmshaven, 1958) es un ferviente admirador de Nikolaus Harnoncourt, uno de los grandes defensores de la interpretaci¨®n historicista, especialmente del periodo barroco. Este Parsifal toma el testigo y renueva una tendencia que cobra cada vez m¨¢s importancia acerc¨¢ndola hasta la orilla wagneriana. La del respeto radical a la idea del compositor m¨¢s all¨¢ del ego que genera el podio, considera. ¡°El compositor es el jefe¡±, exclama Hengelbrock. Es cierto que la evoluci¨®n de los instrumentos de finales del siglo XIX hasta hoy no es tan llamativa como la del barroco, pero acudir a los originales introduce unos cambios definitivos en el discurso.
La amistad del compositor con el constructor de instrumentos Wilhelm Heckel le permiti¨® disponer siempre de las herramientas adecuadas para ejecutar su idea sonora. De hecho, gran parte de sus artefactos fueron utilizados en el estreno de Parsifal en 1882. Esa es la l¨ªnea que sigue Hengelbrock ahora. Los oboes de esta versi¨®n, por ejemplo, pertenecen al sistema alem¨¢n. Tienen paredes m¨¢s gruesas y producen un sonido m¨¢s ¨¢spero y c¨¢lido, menos brillante que el oboe franc¨¦s. Tampoco hay flautas traveseras (Wagner las odiaba y prefer¨ªa la tradicional, de madera y de dise?o c¨®nico); para los metales, buscaba un sonido m¨¢s grave y empez¨® a utilizar el tromb¨®n contrabajo y la tuba contrabajo, dos instrumentos m¨¢s habituales en la m¨²sica militar que en la sinf¨®nica, como explica Minkus Teske. Pero una de las grandes diferencias sonoras surge de prescindir casi totalmente del vibrato y del uso de cuerdas de tripa. ¡°A los cantantes les encanta. Producen un sonido mucho m¨¢s parecido al de las cuerdas vocales¡±, se?ala el director.
En manos de la historia, el tempo es otro asunto peliagudo. La velocidad de interpretaci¨®n se convirti¨®, tras la muerte de Wagner, en una cuesti¨®n ideol¨®gica; incluso racial, en manos de Cosima, la viuda del compositor. ¡°Ella sosten¨ªa que los jud¨ªos interpretaban y hac¨ªan todo muy r¨¢pido. Asoci¨® el tempo lento al hombre germ¨¢nico cristiano. A la espiritualidad¡±, explica Hengelbrock.
Su paso por Bayreuth, que inaugur¨® en 2011 con Tannh?user, quiz¨¢ acrecent¨® m¨¢s ese distanciamiento con la l¨ªnea impuesta por la familia. A falta de dos semanas estuvo a punto de renunciar y provocar un esc¨¢ndalo, confes¨® ayer. ¡°Bayreuth es un lugar fant¨¢stico. Pero se realizan suficientes ensayos. Hay demasiados cambios entre los que ensayan y los que tocan. Me sustituyeron 12 violines en el ¨²ltimo momento. Hay gente que luego act¨²a que nunca ha ensayado. No se dan las condiciones necesarias. Estuve a punto de marcharme. A Katharina \[Wagner\] no le interesa la m¨²sica, solo unas cuantas ideas modernas que vienen de Berl¨ªn¡±.
Babelia
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