Un ballet laico con argumento sacro
¡®La gran misa¡¯, una de las obras mayores del core¨®grafo Uwe Scholz llega a Teatros del Canal con el Ballet de Leipzig acompa?ado de la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid
Como con tantas obras del cat¨¢logo mozartiano de sus ¨²ltimos a?os, abundan las tesis y los misterios alrededor de la Misa en Do menor KV 427 llamada La Grande o La gran misa, que es el t¨ªtulo que adopta la coreograf¨ªa de Uwe Scholz y que trae a los escenarios de Teatros del Canal el Ballet de Leipzig, una ocasi¨®n excepcional para acercarnos a una soberbia obra de danza que se respalda en una extraordinaria joya de la m¨²sica de todos los tiempos.
Es La Grande uno de los momentos m¨¢s elevados de la m¨²sica sacra de Mozart; y al igual que su Requiem, puede hablarse de partitura inconclusa o de estructura fragmentaria. En la versi¨®n cor¨¦utica de Uwe Scholz las partes no escritas o no terminadas por Mozart son reemplazadas por elementos de acompa?amiento de muy diversa factura, desde cantos gregorianos, a la m¨²sica contempor¨¢nea del estonio Arvo P?rt, as¨ª como partes literarias, en este caso, poes¨ªa de varios autores.
La Gran Misa. Ballet de Leipzig.
Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid.
Del 8 al 10. Teatros del Canal, Madrid
Mucho se ha escrito en la musicolog¨ªa de c¨®mo esta misa de Mozart est¨¢ participada de las herencias de Johann Sebastian Bach y de Haendel; tambi¨¦n se especula con una hipot¨¦tica versi¨®n terminada (muy precipitadamente por el compositor de Salzburgo) que se perdi¨®. La coreograf¨ªa de Scholz, con toda probabilidad su pieza coral m¨¢s ambiciosa y donde se resume su est¨¦tica, ha ganado peso y poso con los a?os desde su estreno en Leipzig. Es un trabajo abstracto que enlaza con la tradici¨®n del gran ballet sinf¨®nico y que rivaliza con los intentos parecidos de otros core¨®grafos del siglo XX, pudi¨¦ndose citar desde la ¡°Misa para el tiempo presente¡± y la ¡°Misa por el tiempo futuro¡±, ambas de Maurice B¨¦jart al ¡°Magnificat¡± de John Neumeier.
Hablar del Ballet de Leipzig es, a¨²n hoy, hablar de Uwe Scholz, su director art¨ªstico y core¨®grafo principal desde 1991 hasta su prematuro fallecimiento en noviembre de 2004. La compa?¨ªa ha reducido su plantilla a 40 bailarines, pero sigue sosteniendo el repertorio mayor que impuso Scholz, donde se necesita de un s¨®lido y numeroso cuerpo de baile disponible. S¨®lo un a?o despu¨¦s, Uwe Scholz llega a Leipzig procedente de Zurich. Los dos directores de la agrupaci¨®n de Leipzig anteriores a Scholz fueron Dietmar Seyffert y Enno Markwart. A la muerte de Uwe en 2004, le sustituy¨® el exbailar¨ªn canadiense Paul Chalmer hasta 2010, en que un primer bailar¨ªn del conjunto, Mario Schr?der, que hab¨ªa estudiado en la prestigiosa Academia de Danza de Gret Palucca, asume la direcci¨®n.
No se destaca lo suficiente que Uwe Scholz comenz¨® a estudiar ballet a los cuatro a?os, pero que al mismo tiempo, la m¨²sica tambi¨¦n form¨® parte esencial de su espectro con el piano, el canto, el viol¨ªn y la guitarra; ¨¦l lleg¨® con 13 a?os, un mes antes de la tr¨¢gica muerte de John Cranko, a la academia de Stuttgart. Despu?¨¦s sigui¨® siendo un protegido de Marcia Hayd¨¦e. La primera coreograf¨ªa de Scholz fue sobre m¨²sica de Mozart: Serenata para 5 + 1 (1976). En 1980, para concluir su modesta carrera de bailar¨ªn, hizo un solo de Maurice B¨¦jart. Como en una historia de curiosas e inexplicables repeticiones, la primera obra que hizo Scholz para Leipzig cuando todav¨ªa estaba en Zurich, fue un pas de trois sobre una suite para dos pianos de Rachmaninov. Medio en broma, medio en serio, en el ambiente del ballet se dec¨ªa que no hab¨ªa m¨²sica que se resistiera a la mano de Scholz, que hasta hab¨ªa ¡°domesticado¡± para el ballet una sinfon¨ªa de Bruckner.
Como relata Rita Feliciano, cuando cuando Scholz se hizo cargo de la compa?¨ªa de Leipzig, se encontr¨® con una desangelada compa?¨ªa en ruinas despu¨¦s de la abrupta y veloz ca¨ªa de la RDA inmediatamente despu¨¦s. Fueron "tiempos duros y complejos", recuerda Scholz, que siempre fue un hombre t¨ªmido, reservado, abocado a la tristeza y la depresi¨®n, pero a la vez, atenazado por su imponente fuego creador.
A medida que la ciudad de Leipzig cobraba nueva vida, Uwe se empe?aba en la tarea de revivir su compa?¨ªa de ballet, fund¨® una escuela, busc¨® patrocinios privados para una nueva sede, cre¨® un p¨²blico entusiasta desde una masa ap¨¢tica y desencantada. La burocracia le odi¨® y le combati¨® (no pudo dirigir la escuela hasta 1997 aunque estaba en el su paraguas desde 1993). No fue gratuito empezar con ¡°La creaci¨®n¡± (1984, Haydn), y la compa?¨ªa de Leipzig la adopt¨® como una firma art¨ªstica, un sello.
Uwe Scholz le dijo una vez a la periodista: ¡°Estoy tan fuera de sinton¨ªa con los tiempos a veces me averg¨¹enzo¡±. No era eso. Su cat¨¢logo de m¨¢s de 100 ballets respalda su figura, y ¡°La gran misa¡± lo encabeza.
A Uwe le ofrecieron el cargo del Ballet de la ?pera de Berl¨ªn antes que a Vladimir Malajov, y lo rechaz¨®, se mantuvo fiel a Leipzig hasta el final. La gran misa es tambi¨¦n una prueba de ese amor.
Babelia
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