Tras la senda de Tadeo Jones
Los cortos de 2012 son tan buenos que es posible verles dentro de poco en la categor¨ªa de largos
M¨¢s all¨¢ del clich¨¦, en realidad no muy lejos de la realidad, de que el corto sirve casi siempre no solo como m¨¦todo de aprendizaje sino tambi¨¦n como pasarela para la realizaci¨®n de largometrajes, lo cierto es que la ilusi¨®n, la emoci¨®n y los nervios que est¨¢n viviendo estas jornadas los doce candidatos al mejor corto de 2012 ya la vivieron en su d¨ªa cineastas hoy asentados en el panorama nacional como Gracia Querejeta (en 1991, con El viaje del agua), Santiago Segura (1994, Perturbado), Javier Fesser (1995, Aquel ritmillo), Juan Carlos Fresnadillo (1997, Esposados), Javier Rebollo (1998, En medio de ninguna parte, y 2004, En camas separadas), Borja Cobeaga (La primera vez, 2002) o Daniel S¨¢nchez Ar¨¦valo (2004, Expr¨¦s). Incluso dos de los favoritos de este a?o en la categor¨ªa de mejor director, Alberto Rodr¨ªguez, de Grupo 7, y J. A. Bayona, de Lo imposible, comenzaron sus carreras con sendos cortos de impacto: Bancos y Mis vacaciones. Aunque quiz¨¢ el caso de Enrique Gato sea el m¨¢s paradigm¨¢tico: tras obtener sendos goyas al mejor corto de animaci¨®n por Tadeo Jones (2006) y por Tadeo Jones y el s¨®tano maldito (2008), el domingo disfrutar¨¢ la gala con cinco candidaturas para, c¨®mo no, Las aventuras de Tadeo Jones (pel¨ªcula de animaci¨®n, director novel, m¨²sica, canci¨®n y guion adaptado), y, sobre todo, con 18 millones de euros de recaudaci¨®n en taquilla.
As¨ª que atentos a los nombres de los nominados de este a?o porque es muy posible que dentro de poco est¨¦n presentes en las categor¨ªas de largos. Una cosecha, por cierto, especialmente buena la de 2012. A la cabeza de todos ellos, el mejor, el m¨¢s dif¨ªcil de resolver, desternillante, cruel y tierno a un mismo tiempo: Ojos que no ven, de Natalia Mateo. En un cine c¨®mico espa?ol lamentablemente presidido por el costumbrismo m¨¢s rancio, relatos como el de Mateo (actriz fetiche del corto espa?ol durante una d¨¦cada en piezas como Expr¨¦s, Carisma o Ponys, antes de ponerse delante de la c¨¢mara) recuerdan que hubo un d¨ªa en que la comedia espa?ola pod¨ªa ser ¨¢cida, cercana y con mala baba, sin dejar de ser incluso humanista. Tras Qu¨¦ divertido (2010), Natalia, tambi¨¦n guionista, demuestra estar en el buen camino.
Siguiendo con el apartado de ficci¨®n, nos encontramos con dos cl¨¢sicos del corto espa?ol: Mart¨ªn Rosete y Esteban Crespo. Rosete, que, con apenas 21 a?os, lleg¨® a ganar m¨¢s de 50 premios nacionales e internacionales con Revoluci¨®n (2002), se fue m¨¢s tarde a estudiar a Estados Unidos, donde ha ido realizando una serie de cortos notables hasta llegar al candidato de este a?o: Voice over, un prodigio t¨¦cnico, visual y po¨¦tico de sobrecogedora potencia. Por su parte, Crespo, tras los excelentes Siempre quise trabajar en una f¨¢brica (2005), Amar (2005), Fin (2006), Lala (2009), por el que ya fue nominado al Goya, y Nadie tiene la culpa (2011), ganadores de infinidad de premios, puede presumir de ser algo as¨ª como el cineasta que nunca se equivoca. Ni siquiera con el volantazo en tono y maneras que ha dado con el de este a?o, Aquel no era yo, pasando de la comedia ¨¢cida a (casi) una superproducci¨®n b¨¦lico-social sobre los ni?os de la guerra en ?frica. Completa el cuarteto de ficci¨®n La boda, de Marina Seresesky, quiz¨¢ el m¨¢s discreto, pero no sin virtudes: tras una serie situaciones alrededor de la inmigraci¨®n ilegal tan t¨®picas como inveros¨ªmiles, el corto da un giro final estupendo que sorprende y redime.
En el apartado de corto documental destaca el sobresaliente Una historia para los Modlin, del brasile?o afincado en Espa?a Sergio Oksman, que experimenta con los l¨ªmites entre realidad y ficci¨®n, con los formatos cinematogr¨¢ficos y con las voces narrativas, relatando la (supuesta) historia de un fracasado actor de Hollywood que apenas pas¨® de extra, vivi¨® su jornada de gloria con un plano medio en la m¨ªtica ¨²ltima secuencia de La semilla del diablo (era uno de los miembros de la congregaci¨®n sat¨¢nica), y que acab¨® su existencia junto a su mujer en un c¨¦ntrico barrio madrile?o.
M¨¢s convencionales en cuanto a la forma, pues se alimentan de las habituales entrevistas aderezadas con algo de documentaci¨®n, pero interesantes en el fondo, son Un cineasta en la codorniz, Las viudas de Ifni y El violinista de Auschwitz. El primero, dirigido por el veterano Javier Rioyo, responsable de los largos documentales Asaltar los cielos, A prop¨®sito de Bu?uel y Extranjeros de s¨ª mismos, aborda la figura de Enrique Herreros (1903-1977), dibujante, pintor, cartelista, humorista gr¨¢fico, dise?ador de fachadas cinematogr¨¢ficas en la Gran V¨ªa madrile?a, publicista, m¨¢nager y director de largometrajes, un hombre ¡°adelantado a su tiempo¡±. Por su parte, Las viudas de Ifni, de Pedro Palacios y Pacheco Iborra, denuncia el limbo jur¨ªdico, social, econ¨®mico y emocional en el que quedaron las esposas de los militares locales de la provincia espa?ola de Sidi Ifni cuando ¨¦sta, por decreto de Franco, pas¨® a ser marroqu¨ª y se quedaron sin subsidio.
Mientras, el nivel medio en el apartado de corto de animaci¨®n tambi¨¦n es destacable. El vendedor de humo, de Jaime Maestro, es una f¨¢bula sutil y m¨¢gica con un precioso plano final; La mano de Nefertiti, de Guillermo Garc¨ªa Carsi, acude con gracia a la semilla del cartoon americano y contiene un cameo del ya famoso Tadeo Jones; Alfred y Anna, de Juanma Su¨¢rez, carta de amor a la m¨²sica, parece una gran pel¨ªcula muda abonada por la excelente partitura de Roque Ba?os. Y a pesar de que ?Por qu¨¦ desaparecieron los dinosaurios?, de Mar Delgado y Esa¨² Dharma, anda un par de escalones por debajo en cuanto a calidad formal, puede presumir de una preciosa y filos¨®fica idea sobre el origen y el fin del mundo.
Los ganadores, el pr¨®ximo domingo, en la gala de los Goya. Tras el an¨¢lisis, llega el turno de los acad¨¦micos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.