Un asunto poco importante
En primer lugar, separemos los problemas. Uno es que en Espa?a se lee poco. Esto no es un problema en s¨ª mismo. Hay muchas cosas que es preferible no leer en absoluto, as¨ª que ser¨ªa estupendo si ley¨¦ramos menos que nuestros vecinos pero m¨¢s selecto. Segundo problema: el dinero que pierde la industria con las descargas piratas por Internet. Esto tampoco es un problema para la buena lectura: no se necesitar¨ªa mediaci¨®n industrial alguna si todo el mundo estuviera como loco baj¨¢ndose gratis a su ordenador la Metaf¨ªsica de Arist¨®teles y similares; algunos editores de best-sellerspodr¨ªan quebrar, Dan Brown tendr¨ªa que volver a cantar o Ildefonso Falcones que dedicarse m¨¢s a su bufete, pero no creo que esto fuera de por s¨ª malo para la lectura, a lo mejor hasta la beneficiaba.
El ¨²nico y verdadero problema no artificial es que la lectura es de muy baja calidad ¡ªadem¨¢s de su escasa cantidad¡ª, y que no son los derechohabientes de Kafka o de S¨¦neca quienes se preocupan por las ¡°p¨¦rdidas de beneficios¡± en la Red. Es cierto que esta misma etiqueta de ¡°baja calidad¡± estigmatiza a nuestro sistema bancario, a nuestras instituciones pol¨ªticas o a la limpieza de nuestras calles. Pero la debilidad de la cr¨ªtica cultural, end¨¦mica entre nosotros, es letal en este campo, pues impide que la miseria sea percibida como tal. Aunque durante un tiempo hayamos sido superficialmente ricos, nunca hemos dejado de ser pobres en lo esencial, es decir, en cuanto a la baja calidad de nuestra cultura.
La lectura es mucho m¨¢s que un entretenimiento privado o una transacci¨®n comercial: es un proceso de formaci¨®n inseparable del proyecto de una sociedad ilustrada. No cabe culpar orteguianamente a ¡°las masas" o a ¡°La gente¡± (que son siempre resultados); la raz¨®n fundamental por la que la lectura va tan mal es que a nadie ¡ªsobre todo a nadie de los que mandan¡ª le ha importado nunca demasiado. Hoy son los profetas de los negocios quienes nos aseguran que ¡°el libro¡± (una expresi¨®n cuyo significado desconocen) tiene los d¨ªas contados, y el Ministerio de Educaci¨®n pone su granito de arena dejando a la filosof¨ªa en las alcantarillas de los planes de estudios. Acab¨¢ramos.
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