¡®Gloria¡¯, notable tragicomedia chilena
En ¡®Ayer no termina nunca¡¯, de Coixet, todo es intenso hasta el agotamiento
Ha llegado esa anhelada pel¨ªcula que aleja la somnolencia y la fastidiosa sensaci¨®n de que te importan poco o nada las historias que te estaban contando en la pantalla. Es chilena, se titula Gloria, la dirige Sebasti¨¢n Lelio y logra que no te desentiendas en ning¨²n momento de lo que le ocurre a una se?ora de 60 a?os que se niega a lanzar la toalla aceptando la resignada derrota vital que puede imponer una vejez solitaria. Pero no dramaticemos su estado. Tiene trabajo, pertenece a la burgues¨ªa ilustrada, se divorci¨® hace tiempo, mantiene una relaci¨®n c¨¢lida con sus hijos, un vecino esquizofr¨¦nico le provoca frecuentes insomnios, hay posibilidades de que un glaucoma la deje ciega en poco tiempo. Pero no se autocompadece, tiene claras las cosas que le gustan seguir haciendo en la vida. Le gusta salir a bailar en garitos con gente de su edad a la que probablemente se le cae la casa encima. Y all¨ª encontrar¨¢ sexo gozoso y amor problem¨¢tico. Comprender¨¢ que a pesar de los pesares, de las mentiras, las medias verdades y los dilemas que se repiten, de resacas duras y aturdimiento, que la existencia no la puede jubilar, que su cuerpo y su cabeza permanecen abiertos, que va a seguir bailando hasta que se acabe la fiesta.
Esta vieja dama indigna, en posesi¨®n de un careto y unas gafas que me hacen asociarla a ratos con Dusting Hoffman travestido de mujer en?Tootsie, est¨¢ descrita por su creador con sutileza, veracidad, inteligencia, humor y complejidad. Y Sebasti¨¢n Lelio no solo la entiende a ella, sino que su comprensi¨®n abarca a la gente que la rodea, incluido ese novio vampirizado por su familia y especializado en huidas compulsivas y llorones retornos. Todos est¨¢n buscando un pedazo de felicidad razonable. Que se tambaleen, que tengan miedo y dudas al estar viviendo un milagro es casi siempre tragic¨®mico y conmovedor en algunos momentos.
Gloria es tan sorprendente en su tem¨¢tica como audaz en sus im¨¢genes. Exhibe con naturalidad la desnudez de gente que ya ha entrado en el invierno, muestra el deseo de sus cuerpos, hace cre¨ªble el sexo que practican, incluido el anal. Te resultan aut¨¦nticos los personajes y las situaciones y la tan peculiar como buena actriz Paulina Garc¨ªa te hipnotiza progresivamente, sales sonriendo de la sala, dese¨¢ndole futuras venturas a esa mujer tan valiente que se olvida de sus penas y baila en la ¨²ltima secuencia con su ¨¢nimo transportado la discotequera?Gloria, de Umberto Tozzi. A otros, la?Gloria que nos alborota todos los sentidos desde que ¨¦ramos cr¨ªos es la de Van Morrison. Pero esa ser¨ªa otra pel¨ªcula. Esta es deliciosa.
La religiosa, dirigida por Guillaume Nicloux, es una nueva adaptaci¨®n de la novela de Diderot. Vuelven a contarnos las vejaciones con las que torturan las monjas a una chica a la que por s¨®rdidas razones de herencia su familia ha decidido que acepte los votos religiosos y la resistencia ¨¦pica de esta mujer para rebelarse contra una vida en la que no cree. Recuerdo sin demasiado entusiasmo la adaptaci¨®n que hizo Rivette de Diderot, aunque la belleza de Anna Karina permanezca en la retina. En esta ocasi¨®n la tragedia de esa cr¨ªa est¨¢ narrada de forma tan lineal como olvidable. Lo m¨¢s divertido es constatar la vocaci¨®n ancestral de Isabelle Huppert para meterse en la piel y en el alma de personajes retorcidos y turbios. En este caso, dando vida con entusiasmo a una madre superiora lesbiana que enloquece al sentirse rechazada por la tenaz y machacada novicia.
La ¨²ltima pel¨ªcula de Isabel Coixet, presentada en la secci¨®n Panorama, se titula Ayer no termina nunca. El enunciado es enjundioso y enf¨¢tico, algo habitual en esta directora al bautizar a sus l¨ªricas y art¨ªsticas criaturas. El problema es que la trama tambi¨¦n participa de esas grandilocuentes caracter¨ªsticas. Y no es una obra de teatro aunque solo aparezcan dos personajes largando interminablemente, pero lo parece. De un teatro que siempre me ha puesto de los nervios, que me suena a impostaci¨®n al describir las grandes torturas del alma y los lacerantes fracasos del amor.
El escenario parece una nave poligonera (eso s¨ª, de dise?o), pero m¨¢s tarde comprenderemos su significado gr¨¢fico. Sucede en la Espa?a de 2017. Parece ser que el euro ha desaparecido y todo es miseria y ruina. Por ejemplo, la mujer nos cuenta que vive en un coche. Se reencuentra con su exmarido despu¨¦s de cinco a?os sin tener noticias mutuas. Sufrieron la p¨¦rdida m¨¢s salvaje. El deprimido marido se larg¨® sin decir adi¨®s una nochevieja. Durante 108 minutos, que me resultan eternos, esta desdichada pareja va a vomitarse las sensaciones m¨¢s terribles que habitan en sus desolados esp¨ªritus, a evocar momentos del pasado y sus sentimientos m¨¢s profundos, a herirse y fustigarse, al masoquismo imp¨²dico. Todo es intenso hasta el agotamiento. Pero tambi¨¦n hay pretensiones rom¨¢nticas. Y lluvia, c¨®mo no.
Javier C¨¢mara hace trascendentes ca¨ªdas de ojos y Candela Pe?a susurra y gime, es atormentadamente natural como la vida misma. No dudo de la sinceridad de Isabel Coixet al hablar del desgarro y de la pena inconsolable, del amor perdido y las heridas del coraz¨®n que no cicatrizan. Pero se supone que ese mensaje tan volc¨¢nico te debe implicar y conmover. En mi caso, no hay forma. Esa dolorida sensibilidad, esa intensidad emocional, ese lenguaje visual tan relamido solo me provocan bostezos. Debo de ser un animal al no afectarme semejante torrente sentimental.
Babelia
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