Ang¨¦lica Liddell y la China que ya no existe
Provocadora y radical, presenta en el Festival de Oto?o en Primavera 'Ping Pang Qiu'
¡°El verbo se hizo carne¡±, dice Ang¨¦lica Liddell, una de las voces m¨¢s personales del panorama teatral contempor¨¢neo, sobre el proceso de creaci¨®n de su ¨²ltimo trabajo, Ping Pang Qiu, estrenado en el festival Temporada Alta de Girona en noviembre y que ahora llega a los Teatros del Canal (desde hoy y hasta el domingo en la Sala Verde) dentro del Festival de Oto?o a Primavera. De hecho, revisando un poco su trayectoria, todo cuanto toca se hace carne sobre el escenario. A veces con sangre, la suya propia, como en el caso de Te har¨¦ invencible con mi derrota, dedicado a la violoncelista brit¨¢nica Jacqueline du Pr¨¦, espect¨¢culo en el que se practicaba unos cortes en las mu?ecas, las piernas y los tobillos con unas hojas de afeitar. Otras, la carne de un tipo deformado puede ser el punto de partida, como en El a?o de Ricardo, una reflexi¨®n sobre la relaci¨®n entre el cuerpo y el poder basado en el personaje shakesperiano de Ricardo III.
Y es que la Liddell es provocadora y radical en el sentido m¨¢s disoluto del t¨¦rmino: sus puestas en escena pueden ser aut¨¦nticas gamberradas y sus declaraciones, tambi¨¦n. ¡°Los espectadores serian buenas personas si alguien hubiera estado a punto de dispararles un tiro todos los d¨ªas de su vida. Disparar es un proyecto moral¡±, manifest¨® en una publicaci¨®n del Teatre Lliure de Barcelona a ra¨ªz de la presentaci¨®n de uno de sus montajes.
Ping Pang Qiu, se ampara en un acto de amor y, a diferencia de los montajes mencionados u otros anteriores en los que la depresi¨®n, la rabia, el asco profundo por el mundo que nos rodea y su impotencia por hacerle frente ocupan el escenario, en este ella parece casi feliz; lejos de provocar la incomodidad o el desagrado, m¨¢s bien cae en un didactismo un poco ingenuo. ¡°El primer objetivo era hablar de mi amor por China, pero la experiencia antes y durante los ensayos me condujo a hablar del exterminio del mundo de la expresi¨®n¡±.
Ping Pang Qiu es algo as¨ª como un docudrama perform¨¢tico que se apoya en Orfeo ed Euridice de Gluck como banda sonora y en un video con im¨¢genes de tanques en Tiananmen para explicarnos lo que fue la Revoluci¨®n Cultural china en los a?os sesenta. Acompa?ada en escena por otros tres int¨¦rpretes (Lola Jim¨¦nez, Fabi¨¢n Augusto G¨®mez Boh¨®rquez y Sindo Puche) y un perro, la Liddell, ¨²ltimo Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica, habla de la colosal tarea que se ha autoimpuesto de memorizar los 4.000 caracteres chinos necesarios para poder leer en ese idioma, del Libro Rojo de Mao, de El libro de un hombre solo de Gao Xingjian, de los guardias rojos y su uso del terror, de los abusos a maestros y educadores, de los suicidios de la poblaci¨®n y de los asesinatos que el r¨¦gimen hac¨ªa pasar por suicidios, de las deportaciones y los severos c¨®digos de conducta. Todo ello como un acto de amor que nace ¡°porque China dej¨® de existir hace 45 a?os¡±, un deseo por lo imposible que, como es habitual en sus propuestas, no deja a nadie indiferente.
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