Cotilleo
El cotilleo en su forma m¨¢s hedionda, la maledicencia, est¨¢ en el origen de la maldad humana. Es la expresi¨®n aviesa del deseo de que al otro le vaya mal. Y es peor a¨²n cuando se disfraza de conmiseraci¨®n, de preocupaci¨®n falsa por el destino de las personas, cuando en realidad oculta la malsana costumbre de desear el mal al otro. ¡°?Sabes qu¨¦ le ha pasado a Fulanito? Pues si yo te contara¡±. ¡°Cuenta, cuenta...¡±. Siglos de civilizaci¨®n para que un d¨ªa alguien te diga, en medio del silencio, el susurro malvado, la confesi¨®n indeseada.
Espa?a ha institucionalizado al cotilla y le ha dado tambi¨¦n vara de maledicencia. Le ha dado sitio en los medios, le ha abierto zonas antes sagradas y le ha dicho que puede pastar como quiera, el campo es libre. Perseguir al maledicente est¨¢ desaconsejado hasta por los jueces: es peor si los denuncias, te perseguir¨¢n con m¨¢s ah¨ªnco... Por ah¨ª, claro, se han colado muchos vivales, algunos de los cuales se visten de esp¨ªas y venden o alquilan su mercanc¨ªa para averiar reputaciones o conductas, consiguiendo por ello r¨¦ditos que otros, falsamente compungidos, celebran.
Como la sociedad es perezosa para atajarlos cuando empiezan a campar en la frontera de lo leg¨ªtimo, se pasan de la raya y ahora ocurre lo que ocurre, que este pa¨ªs parece un Twitter constante, un magma terrible de sobreentendidos y de insultos velados que se hacen pasar, por ejemplo, por el resultado de arduas investigaciones que consisten en haber dejado abierto un micr¨®fono en un bar para luego ir vendiendo la mercanc¨ªa suculenta y hedionda que se ha conseguido de forma tan artera.
El caso de los esp¨ªas-florero de Barcelona es como un cap¨ªtulo cutre de la serie Boss, que ha reemprendido su curso en Canal +. En la primera parte, un melifluo organizador de la corrupci¨®n del alcalde de Chicago posaba de adusto vigilante, cuando en realidad era doble agente y le deseaba todo el mal a su jefe (un malvado tambi¨¦n), del mismo modo que el Roby de Homeland deseaba fervientemente que muriera el vicepresidente norteamericano al que serv¨ªa en esa serie sobre traiciones. El micr¨®fono-florero es otra historia, claro, pero la maldad late ah¨ª como una canci¨®n que chirr¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.