David Mitchell: ¡°Toda novela tiene un n¨²mero. Es arquitect¨®nico¡±
El escritor habla sobre la relaci¨®n de los humanos con el poder en ¡®El atlas de las nubes¡¯ La adaptaci¨®n al cine, de los hermanos Wachowski, se estrena en Espa?a el 22 de febrero
En su libro de notas, el novelista David Mitchell (Southport, 1969) se escribe cartas a s¨ª mismo firmadas por sus personajes. En ellas, cada protagonista se presenta y le explica cu¨¢l es su edad, su estado civil, sus deseos, anhelos y temores, su relaci¨®n con el dinero, el sexo, la pol¨ªtica o el trabajo. Son perfiles en los que los personajes definen c¨®mo hablan y c¨®mo se expresan y con los que el autor monta novelas como El atlas de las nubes (preseleccionada para el premio Booker) o El bosque del cisne negro, ambas publicadas por Duomo Ediciones. La primera acaba de llegar a su tercera edici¨®n y su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica, escrita, producida y dirigida por los hermanos Wachowski (Matrix) y Tom Tykwer (Corre Lola, corre), se estrena este viernes en Espa?a. La segunda, una exploraci¨®n a su ni?ez y a las dificultades que se encontr¨® por su tartamudez, saldr¨¢ a la venta el 18 de marzo.
Lo que m¨¢s seguridad le da a Mitchell, que hace un par de a?os public¨® la exitosa Mil oto?os, es escribir en primera persona, un estilo que manda en casi toda su obra. Y por eso escribe esas cartas. ¡°Es la voz y el lenguaje lo que te persuade si el personaje es real o no. Luego, de esa carta a una novela en primera persona es una traducci¨®n sencilla¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica desde su casa de Clonakilty, al sur de Irlanda, donde se ha establecido tras vivir en Italia y Jap¨®n ¨Cdonde decidi¨® que quer¨ªa ser escritor profesional y se disciplin¨® en ello-.
A Mitchell le apasionan el lenguaje y las palabras.?A la sencilla pregunta de ¡°?d¨®nde est¨¢s ahora mismo?¡± para que el periodista le sit¨²e a la hora de la entrevista, el autor se explaya con una id¨ªlica y detallada descripci¨®n ¡°de c¨¦lticos campos grises y verdes¡± de lo que ve por la ventana,a lo que sigue su propia curiosidad para que el entrevistador le describa la redacci¨®n del peri¨®dico. ¡°Como escritor desarrollas una relaci¨®n con el lenguaje que va evolucionando, como si fuera con otra persona. Es un menage a troi, porque tambi¨¦n est¨¢ la imaginaci¨®n y necesitas que tu lenguaje trabaje con ella tambi¨¦n¡±. ¡°Todos los escritores son traductores. Trasladas a texto las im¨¢genes que hay en tu cabeza, lo haces desde un mundo que no existe. Leer es otra forma de traducci¨®n para los lectores. Todo es un arte misterioso¡±, dice. Escribir es tambi¨¦n un proceso de elecci¨®n continua para este escritor: ¡°Siempre est¨¢s valorando cu¨¢l es la mejor palabra, la mejor frase, la mejor forma de hacerlo¡±.
Como escritor desarrollas una relaci¨®n con el lenguaje que va evolucionando, como si fuera con otra persona. Es un menage a troi, porque tambi¨¦n est¨¢ la imaginaci¨®n y necesitas que tu lenguaje trabaje con ella tambi¨¦n
En El atlas de las nubes, Mitchell se lanza a la aventura de contar seis relatos diferentes ambientados en distintos momentos de la historia. Dos en el pasado, en el siglo XIX y principios del XX. Dos contempor¨¢neos, en los a?os 70 y en la actualidad. Y dos en un futuro en el que ha desaparecido la tecnolog¨ªa y la humanidad retorna a su esencia m¨¢s primitiva. Cada relato, excepto el central, tiene dos cap¨ªtulos, uno en la primera mitad, y otro en la segunda, que est¨¢n estructurados como si el autor hubiese puesto un espejo a la mitad. ¡°Quer¨ªa ver c¨®mo se ver¨ªa un libro con una estructura como una extra?a mu?eca rusa¡±, explica. Cada relato ¨Cun diario, una serie de cartas, una novela de misterio, una pel¨ªcula, una confesi¨®n y una narraci¨®n oral junto a una hoguera- est¨¢ relacionado respecto al anterior de forma sutil.
La figura del narrador oral, que est¨¢ en el centro de la novela y sirve de c¨²spide de las seis historias, es la que parece apasionar a Mitchell. ¡°Cuando desaparezca la tecnolog¨ªa usaremos esta forma de narraci¨®n otra vez, la m¨¢s b¨¢sica y la menos artificial. Est¨¢ bien leer y obtener informaci¨®n en Internet y de los peri¨®dicos, pero no creo que sea tan bueno como escuchar una historia de un amigo, o alg¨²n cotilleo o una broma¡±. El pegamento que lo une todo es la estructura piramidal en forma de sexteto: ¡°Toda novela tiene un n¨²mero. No es misticismo, es m¨¢s arquitect¨®nico. Quiz¨¢ est¨¦tico tambi¨¦n. Es como la firma de tiempo en la m¨²sica¡±. Y tambi¨¦n la tem¨¢tica: ¡°Cada una de las secciones es como un ensayo de ficci¨®n sobre c¨®mo funciona el poder, c¨®mo una persona se sobrepone a otra, el poder entre tribus o entre individuos con un estado, o un estado con una compa?¨ªa depredadora¡±.
?Piensa que todo est¨¢ dirigido hacia un futuro apocal¨ªptico como expone en su novela? ¡°Los lunes, mi¨¦rcoles y viernes lo creo, los martes, jueves, s¨¢bados y domingos, no¡±, bromea Mitchell. Su verdadera preocupaci¨®n a largo plazo es la energ¨ªa: ¡°Con las renovables podemos crear luz y generar suficiente energ¨ªa para escuchar la radio o utilizar ordenadores, pero sin petr¨®leo no podemos mover los aviones, los buques de carga, los ej¨¦rcitos, los camiones que nos traen los alimentos a los supermercados que comemos todos los d¨ªas¡¡±.
Hace cuatros a?os, los hermanos Wachowski se quedaron encandilados con su novela y compraron los derechos para trasladarla a im¨¢genes, algo que Mitchell nunca pens¨® que fuera posible. ¡°Ya con el guion escrito, estuvimos todo un d¨ªa hablando. Fue una visita de cortes¨ªa, pero quer¨ªan mi aprobaci¨®n, lo cual les honra, y me encantaron sus ideas¡±. Y niega que haya algo que no le satisficiera: ¡°Hay muchas cosas que me encantan del libro que no est¨¢n en la pel¨ªcula, pero son formas de arte diferentes. La clave no es c¨®mo de diferente es respecto al libro sino qu¨¦ tal funciona la pel¨ªcula como una pel¨ªcula. Tiene su propio esp¨ªritu¡±.
Hay un elemento de esquizofrenia en escribir, un elemento de desorden de la personalidad, de agresi¨®n pasiva y de megaloman¨ªa. Y todas estas cosas son necesarias
David Mitchell podr¨ªa estar hablando horas y horas de forma apasionada. Y en cuanto puede, aprovecha para preguntar al entrevistador por el mundo del periodismo. Es un curioso nato y sus respuestas y preguntas se pueden alargar minutos. Durante la conversaci¨®n, los ¨²nicos silencios se producen antes de arrancarse a pronunciar palabras que empiezan por determinadas consonantes. A la edad de 13 a?os, comenz¨® a tartamudear. Una discapacidad que con el tiempo ha llegado a dominar y convertir en su aliada y que traslad¨® a papel en El bosque del cisne negro, su pr¨®xima novela en Espa?a. ¡°No tuve que investigar mucho, lo ten¨ªa todo en mi cabeza¡±, cuenta el escritor. ¡°Fue una forma de exploraci¨®n interior. Fue muy saludable mirar hacia mi tartamudeo y mi fluidez al hablar, ver qu¨¦ forma toma y c¨®mo moldea mi psique y mi futuro¡±. Fue en esa edad cuando empez¨® a so?ar con los cuentos, historias, lugares lejanos, mapas y atlas que hoy en d¨ªa aparecen en sus novelas. Mitchell reconoce que los mapas le atraen, le cautivan, y que podr¨ªa estar examin¨¢ndolos eternamente: ¡°Es una puerta a la narrativa. Veo en un mapa las monta?as y ciudades e inmediatamente me pongo a pensar qui¨¦n vive ah¨ª, cu¨¢l es la relaci¨®n con sus vecinos, qu¨¦ pasar¨ªa si uno de esta ciudad se enamora de una de esa otra, d¨®nde podr¨ªan encontrarse¡¡±.
El mapa que tiene ahora en la cabeza para su nueva novela es el de Brighton, en un hotel donde se celebra una boda a la vez que una convenci¨®n de ciencia ficci¨®n. Mitchell, que no suele hablar sobre lo que est¨¢ escribiendo, regala detalles: ¡°Hay una ni?a de seis a?os que desaparece. Su padre la busca en este gran hotel, y reza por que no haya salido fuera y que no haya sido raptada. Y trata de encontrarla en este hotel de pesadilla de Darth Vaders, Chewbaccas, Spocks, Capitanes Kirks y monstruos¡±.
Tras hablar de sus libros, su amor por la escritura, el cine, Jap¨®n, los mapas, su afici¨®n a las historias de ciencia ficci¨®n con m¨¢quinas del tiempo (¡°Me encanta el hecho de que los reg¨ªmenes totalitarios como China tengan miedo de la ficci¨®n de viajes en el tiempo y las proh¨ªban¡±, dice en un momento dado, como tomando nota para una posible historia) y su tartamudez, Mitchell se despide con una sentencia para escritores: ¡°Hay un elemento de esquizofrenia en escribir, un elemento de desorden de la personalidad, de agresi¨®n pasiva y de megaloman¨ªa. Y todas estas cosas son necesarias¡±.
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