Corte italiano
El gran tr¨ªptico cinematogr¨¢fico italiano lo forman 'La marcha sobre Roma', 'La gran guerra' y 'Todos a casa'
El gran tr¨ªptico cinematogr¨¢fico italiano lo forman La marcha sobre Roma, La gran guerra y Todos a casa. Episodios fundamentales de su historia contados desde la perspectiva del personaje menor. Obras maestras rodadas por una pagan¨ªsima trinidad de talentos: Risi, Monicelli y Comencini. Los italianos coronaban la cumbre del mejor cine cediendo el protagonismo al cobarde, al oportunista, al hombre corriente. L¨¢stima que ya no tengamos ojos para esas pel¨ªculas, consumidos por una especie de radiof¨®rmula cinematogr¨¢fica en la que los Oscar son la expresi¨®n m¨¢xima de la lista obligatoria. Para los espa?oles, aquel es un momento del cine italiano que nos sonroja, porque a lo m¨¢ximo que pod¨ªamos aspirar entonces para realizar un comentario cinematogr¨¢fico sobre la historia europea era a disimular las referencias pronazis de Raza.
?La pista de su gloria cinematogr¨¢fica de entonces, destruida entre otras muchas cosas por la hegemon¨ªa televisiva del berlusconismo, deber¨ªa obligarnos a un poco m¨¢s de prudencia cuando analizamos los resultados electorales de la pen¨ªnsula vecina. No s¨¦ si tenemos autoridad moral para arrogarnos un juicio tan severo sobre el renacimiento de Berlusconi o la irrupci¨®n de Grillo. A juzgar por nuestras portadas, del Hola al Financial Times, bien nos vendr¨ªa barrer la casa antes de darles lecciones a quienes perviven en el filo de alianzas y coaliciones. A¨²n estamos recogiendo los pedazos de l¨ªderes y partidos tras el tripartito catal¨¢n, incapaces de aceptar una gesti¨®n de gobierno que no responda al rodillo de las mayor¨ªas absolutas.
Que el PP mantenga ministros carbonizados en su puesto de trabajo, mientras las filas del paro se llenan de gente sobradamente preparada, y los socialistas no se pongan de acuerdo ni en la Espa?a que persiguen, deber¨ªa servirnos de bozal. Unos disfrutan de una mayor¨ªa desahogada que pasa por encima hasta de la corrupci¨®n evidente y los otros est¨¢n tan disminuidos que alimentan barones territoriales tan preocupados por sus demarcaciones particulares que olvidan que la izquierda est¨¢ obligada a ser compleja, exigente y aglutinadora. Por ahora los electores espa?oles disimulan su fascismo, su populismo y su falta de fe, pero no les extra?e que un d¨ªa salgan del armario vestidos con un traje de corte italiano.
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