Atentos a los silencios de ¡®Mad Men¡¯

Mad Men es el mejor regalo de la televisi¨®n. Y como buen regalo, el que lo recibe se debate entre saber qu¨¦ es y la satisfacci¨®n de la sorpresa. Matt Weiner conoce bien los par¨¢metros y vota por la sorpresa, sin soltar prenda de lo que la nueva temporada de esta serie deparar¨¢ al espectador (o a sus personajes) ahora que se acerca el final. Porque despu¨¦s de ocho a?os de rodaje y seis temporadas en antena, lo ¨²nico que su creador, productor, guionista y a veces director asegura es que esta es la pen¨²ltima entrega de Mad Men. Y la muerte, como el olor a tabaco, se huele en el ambiente. ¡°Me gusta guardar el secreto porque eso mantiene la curiosidad, la intriga, te hace prestar atenci¨®n. Querer saber cu¨¢l es la edad de cada uno de los personajes en el momento en que les volvemos a ver, saber d¨®nde est¨¢n en sus vidas. Nos mantiene pendiente de lo que dicen pero sobre todo de lo que no dicen¡±, se explaya.

Su secreto est¨¢ a salvo porque nadie suelta prenda. ¡°Permanezcan atentos a las pantallas¡±, bromea muy en serio Vicent Kartheiser, el odiado Pete Campbell, mientras que Jon Hamm echa mano de su chiste habitual. ¡°Te podr¨ªa decir que no hay vampiros pero ya ni eso porque no est¨¢n de moda. ?Zombis? Quiz¨¢ hay un poco de zombi en Don Draper¡±, se r¨ªe. Tampoco pueden contar m¨¢s porque no saben m¨¢s. A pesar de ser ¡°como una familia¡± despu¨¦s de tantos a?os juntos, es poco lo que comparten. Cada episodio llega con el mismo discurso donde se le recuerda a todo el equipo que nada de filtraciones o comentarios en las redes sociales. Los set situados en los estudios LA Center, en el coraz¨®n de Los Angeles, se cierran con llave despu¨¦s de cada episodio, los guiones se trituran y cada actor recibe su trama la noche anterior al ensayo.

De ah¨ª que el comienzo de esta sexta temporada con un Draper silencioso que no suelta palabra durante varios minutos fue recibido como una bendici¨®n por un actor poco deseoso de aprender largas parrafadas en el ¨²ltimo momento. ¡°Ni interferimos en la historia ni querr¨ªamos interferir. Es mucho m¨¢s interesante descubrir lo que le pasa a Betty que sugerir nada. Me superan sus ideas¡±, comenta January Jones con un sentimiento compartido por el resto del reparto.

Incluso dentro de este silencio hay claras pistas de que los tiempos est¨¢n cambiando desde esa primavera de 1967 en la que se qued¨® Mad Men en su ¨²ltima temporada. ¡°Son tiempos turbulentos¡±, es lo ¨²nico que adelanta Hamm sin aclarar si la trama avanza dos meses o dos a?os en el arranque de la nueva temporada. ¡°Dir¨¦ que todav¨ªa no damos el salto a los setenta. El salto no es tan grande¡±, concede Weiner. Las pistas las dan los detalles m¨¢s inocentes.

¡°Betty es el mejor ejemplo de lo que significa una continua inmadurez emocional. Sigue siendo igual de ego¨ªsta. Es capaz de escuchar algo como la muerte de Kennedy y seguir a lo suyo¡±, comenta fechando sin querer ese 1968 en el que el senador Robert Kennedy fue asesinado.

Pero como recuerdan Weiner y Hamm, Mad Men nunca fue una lecci¨®n de historia. ¡°Eso queda para los libros¡±, dice el actor. Weiner, que una vez m¨¢s dirigi¨® los dos episodios con los que arranca esta temporada como si fueran una unidad, asegura que siempre ha evitado que los momentos claves de la historia eclipsen el mundo en el que se mueven estas ¡°almas rotas¡± que no acaban de lograr lo que quieren entre otras razones porque no saben lo que es. ¡°Es dif¨ªcil evitar que alguien entre corriendo en el despacho gritando que han disparado al presidente. O que el papa ha dimitido. O cualquiera que sea la noticia del momento. Ese es el campanazo, pero a la hora de la verdad lo que importa es si tu jefe te odia, que est¨¢s a punto de divorciarte o que no puedes pagar el alquiler¡±, dice.

En la nueva temporada Don y Megan (Jessica Par¨¦) siguen en el apartamento que compart¨ªan en el 783 de Park Avenue a juzgar por el set en el que tiene lugar esta entrevista. Y ni la mejor de las omertas consigue callar el secreto a voces que son las vacaciones que esta pareja de ficci¨®n disfruta en Hawai. Tras una temporada m¨¢s centrada en Megan, Weiner y Hamm confirman la vuelta de Draper, quiz¨¢ algo m¨¢s viejo y obsoleto en un momento en el que la historia cambia con rapidez a su alrededor. O no. ¡°Porque en el fondo ¡ªWeiner le vuelve a dar la vuelta a la tortilla¡ª es un tiempo en el que la sociedad americana pierde su identidad y Don sabe mucho de eso¡±. Otros personajes tambi¨¦n estar¨¢n m¨¢s presentes, como el de Betty y el de Peggy Olsen, alguien que, como asegura Elizabeth Moss, su int¨¦rprete, ha sido la m¨¢s r¨¢pida en aprender de sus errores. ¡°Ya s¨¦ que Matt piensa que la gente nunca cambia, pero yo soy la excepci¨®n que confirma la regla¡±, agrega.

Mientras John Slattery se prepara para dirigir un nuevo cap¨ªtulo en la confianza de que su personaje, Roger Sterling, no sea la pr¨®xima v¨ªctima mortal de la historia, Hamm confirma que tambi¨¦n se ha pasado al campo de la direcci¨®n, detr¨¢s de las c¨¢maras en el episodio tres. ?Abriendo nuevos horizontes ante una serie que se acaba? ¡°Una vez pasada la punzada de tristeza de dejar de trabajar con esta familia tengo que reconocer que ya est¨¢ bien. No quiero interpretar un mismo personaje toda mi vida¡±, admite Slattery.¡°Es dif¨ªcil imaginar que, por ejemplo, Kiernan Shipka (Sally Draper) ha vivido m¨¢s a?os en el set que fuera de ¨¦l¡±, se admira Hamm. Moss coincide. ¡°Tom¨¦ parte del piloto cuando ten¨ªa 23 a?os. Ahora he cumplido los 30. Ser¨¢ duro pero tambi¨¦n una liberaci¨®n¡±.