Arraigo frente a fugacidad
En la arquitectura tel¨²rica, los nuevos edificios desprecian la caducidad de lo novedoso para actualizar las tradiciones
Una proliferaci¨®n incesante de artistas acabar¨ªa con el arte. Provocar¨ªa su descr¨¦dito. Algo misterioso, escurridizo, singular y casi inalcanzable por definici¨®n no es ni democr¨¢tico ni pol¨ªticamente correcto: no est¨¢ al alcance de todos. Tampoco est¨¢ al alcance de cualquiera ser un buen artesano, atento, experimentado y fino. Pero una formaci¨®n manual acerca esa posibilidad y, al contrario de una lluvia de artistas, una proliferaci¨®n incesante de buenos artesanos no solo no acabar¨ªa con la artesan¨ªa. Todo lo contrario: crear¨ªa un mundo mejor.
El trabajo artesano implica, por definici¨®n, la mano del hombre, el cuidado de una persona. Esa mano y esos ojos son claves para la calidad de la vida cotidiana. Los trabajos de los artesanos ¡ªsean estos obreros, herreros, carpinteros o arquitectos¡ª no figurar¨¢n en las portadas de las revistas que buscan edificios espectaculares como fuegos de artificio. Sin embargo, conocedoras de la responsabilidad de cuidar y tratar de mejorar las tradiciones, esas obras ofrecen continuidad con la vida frente a la interrupci¨®n que exigen las burbujas.
Como un ¡°injerto en la tradici¨®n mediterr¨¢nea¡± definen los arquitectos Jaume Mayol e Irene P¨¦rez (TEd¡¯A Arquitectes) la vivienda que han levantado en Sa Pobla (Mallorca), una casa nacida con capacidad de envejecer y de absorber el paso del tiempo en lugar de enfrentarse a ¨¦l y deteriorarse con los a?os. La casa ¡ªconstruida en parte por su propietario, que levant¨® la fachada con cantos y tierra sacados del propio terreno¡ª est¨¢ pensada a partir de lo que exist¨ªa en el lugar: un recinto de piedra y una fachada de mar¨¦s, la piedra local. As¨ª, su arquitectura viene de la tierra y busca volver a ella, arraigarse en el lugar.
La planta de la vivienda dibuja una cruz de estancias interiores en un volumen casi c¨²bico y as¨ª deja las esquinas vac¨ªas como patios y porches. Esa combinaci¨®n de espacios interiores y exteriores recogidos por una misma carcasa exprime las posibilidades del espacio intermedio, el que ofrece mayor confort. Ni dentro ni fuera: es en esos lugares sombreados, o protegidos de los vientos, donde se vive mejor. Tal vez por eso, los autores de este proyecto aseguran que las arquitecturas capaces de absorber el paso del tiempo ¡°son humanas: tienen arrugas y texturas¡±. Est¨¢n, adem¨¢s, pr¨®ximas a quienes las habitan. Y as¨ª, frente a las construcciones moment¨¢neas y artificiosas que son flor de un d¨ªa, ellos oponen su arquitectura tel¨²rica, un hacer que valora lo que hay, lo que permanecer¨¢ y c¨®mo vivir¨¢ lo construido. Se trata de saber envejecer frente al esfuerzo s¨ªsfico de intentar mantenerse eternamente joven. Esa sabidur¨ªa vital puede aplicarse a la arquitectura. Y el conocimiento de la tradici¨®n, frente a la arrogancia del desprecio por lo existente, abre la puerta a un acercamiento al paciente arte de enriquecerse, en lugar de estropearse, con el paso del tiempo.
Mayol y P¨¦rez hablan de arquitecturas que ¡°observan, entienden, traducen y actualizan la herencia de la tradici¨®n¡±.
Se trata de avanzar sin correr, de asumir la responsabilidad de una herencia. De tomar conciencia de que es mejor la evoluci¨®n que la revoluci¨®n. En las nuevas arquitecturas tel¨²ricas hay espacio para todos: artesanos, operarios y creadores. En ellas, por fin, la permanencia ha desbancado a la urgencia.
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