Que decidan ellos
Con el pa¨ªs semiarruinado y envilecido por tantas decisiones indebidas que se tomaron ayer y paralizado por las necesarias que nadie se atreve a tomar hoy, no es raro que la cuesti¨®n del d¨ªa sea el derecho a decidir. Y resulta obligatorio, sin duda, decidir sobre este derecho. En m¨¢s de un sentido, me parece que es el tema que subyace en la argumentaci¨®n de Antonio Mu?oz Molina en Todo lo que era s¨®lido (Seix Barral). Dir¨¦ antes de nada que el libro me parece excelente: solo la modestia me impide elogiarlo m¨¢s, puesto que hace tanto que vengo insistiendo en no pocas de sus reconvenciones y voces de alarma. Lo que no le resta originalidad a su bien trabada armaz¨®n ni habilidad narrativa para saber ilustrarla con casos significativos. Ah¨ª se cuenta c¨®mo los ciudadanos espa?oles fueron progresivamente dejando de ser lo primero cuanto m¨¢s se ufanaban de dejar de ser lo segundo. La crisis de nuestro pa¨ªs ¡ªecon¨®mica, social, pol¨ªtica¡ª tiene varias causas fatalmente concomitantes, internas y externas, pero la fragmentaci¨®n nacionalista de la soberan¨ªa y por tanto de la responsabilidad de defender al un¨ªsono derechos y obligaciones ocupa el centro de todas ellas.
Porque eso es precisamente lo comprometido por el as¨ª reclamado ¡°derecho a decidir¡±. En una democracia, el derecho a decidir es tan intr¨ªnseco a los ciudadanos como el derecho a nadar a los peces. De ello se prevalen los separatistas para vender su mercanc¨ªa averiada: ?qui¨¦n va a querer renunciar a su ¡°derecho a decidir¡±? Ahora bien: ?por qu¨¦ reclamar esa obviedad con el ¨¦nfasis del que aspira a una conquista, como si hubiese en este pa¨ªs ciudadanos de cualquier latitud que carecieran de ¨¦l? Sencillamente, porque lo que solicitan los separatistas no es el derecho a decidir que ya tienen, sino la anulaci¨®n del derecho a decidir que tienen los dem¨¢s. Lo que se exige no es el derecho a decidir de los catalanes sobre Catalu?a o de los vascos sobre el Pa¨ªs Vasco, sino que el resto de los espa?oles no pueda decidir como ellos sobre esa parte de su propio pa¨ªs. O sea, que acepten provisionalmente la mutilaci¨®n de su soberan¨ªa hasta que se les imponga de forma definitiva. Por supuesto, llegado ese feliz momento, ser¨¢n tambi¨¦n vascos y catalanes los mutilados del derecho a decidir sobre la mayor parte de su estado actual junto a su pertenencia a ¨¦l. Y todos tan contentos¡ ?por qu¨¦ ser cola de le¨®n si se puede ser cabeza de rat¨®n?
Semejante expolio se hace en nombre del ¡°pueblo¡±, entidad que siempre debe tener apellido regional para hacerse respetable, y su contagio alcanza incluso a las autonom¨ªas cuyo separatismo no ha sido sino mero oportunismo dial¨¦ctico para evitar controles del estado y alcanzar privilegios derrochadores del bien com¨²n. Quienes nunca cre¨ªmos que los ¨²nicos sujetos pol¨ªticos sean los individuos y las familias, como Margaret Thatcher, pero tampoco aceptamos que puedan ser sustituidos por un ¡°pueblo¡± que solo habla por ventr¨ªlocuos anti-sistema o anti-pa¨ªs, es decir los que queremos ciudadan¨ªa dentro del estado de derecho nacional hemos perdido la partida de la educaci¨®n y de la ideolog¨ªa mayoritaria: somos los ¡°fascistas¡± de quienes no saben lo que significa esa descalificaci¨®n ni cu¨¢nto se parecen ellos mismos a los que anta?o la merecieron.
La crisis de nuestro pa¨ªs tiene varias causas, pero la fragmentaci¨®n de la soberan¨ªa ocupa el centro
En su libro, Mu?oz Molina omite mencionar tanto a los pocos intelectuales progresistas que se opusieron a esta deriva cuanto a los muchos que prefirieron considerar progresista ignorarla o favorecerla. Abundan los ejemplos respetables de este ¨²ltimo tipo de ceguera, como el recientemente fallecido Jos¨¦ Luis Sampedro, cuyas alusiones al tema vasco es piadoso olvidar en estas horas de luto. Desdichadamente, los que tanto necesitamos a lo largo de muchos a?os el apoyo de voces sabias de la izquierda no tuvimos la suerte de beneficiarnos de esa lucidez que por lo visto Sampedro guard¨® para mejores ocasiones. Aunque ni siquiera mucha lucidez hac¨ªa falta para se?alar el abismo al que nos ha llevado la soberan¨ªa en fasc¨ªculos: bastaba el sentido com¨²n y un poquito de aguante para soportar denuestos del radicalismo neotribal.
Babelia
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