Goldoni en el Lliure: puro placer en vena
Llu¨ªs Pasqual arrasa en el Lliure con 'Els fer¨¦stecs (I Rusteghi)', un enredo hilarante El reparto est¨¢ encabezado por Jordi Bosch, Laura Conejero, Andreu Benito y Rosa Renom
El Lliure cierra temporada con la alegr¨ªa por bandera. Tras dos muertes recientes, Anna Lizar¨¢n y el editor Gonzalo Canedo, Llu¨ªs Pasqual y su gente han optado por plantar buena cara al triste tiempo y lo hacen con Els fer¨¦stecs (I Rusteghi), de Goldoni, una comedia optimista, disparatada, efervescente (¡°un juego de teatro para ni?os grandes¡±, seg¨²n el director), con una compa?¨ªa de grand¨ªsimos c¨®micos. Como amor con amor se paga, est¨¢n obteniendo un exitazo que comenz¨® la noche del estreno, con el p¨²blico ovacionando puesto en pie. Es el tercer Goldoni que monta Pasqual, tras Un dels ¨²ltims vespres de carnaval (1985, en el Lliure de Gr¨¤cia) y La famiglia dell¡¯antiquario (Grec 2007, con el Teatro Stabile del Veneto, en el Romea). I Rusteghi, t¨ªtulo que estar¨ªa a caballo entre ¡°los montaraces¡± y ¡°los cascarrabias¡±, es una pieza de madurez, escrita poco antes de La casa nueva y la Trilog¨ªa del veraneo. Calificada por Giuseppe Ortolani como ¡°la obra maestra del teatro c¨®mico en Italia¡±, es un sainete breve, veloz, bien observado y mejor armado. Si sucediera en Madrid recordar¨ªa a Arniches o a Garc¨ªa ?lvarez; ambientado en Sevilla podr¨ªa pasar por una pieza de los Quintero. Llu¨ªs Pasqual descubri¨® que el veneciano estaba muy cerca del catal¨¢n en sus giros y ritmos, y la ha situado en un pueblo de la Catalu?a profunda, bajo el breve mandato (1873-1874) de la primera Rep¨²blica. Los montaraces del t¨ªtulo son cuatro payeses patriarcales, tir¨¢nicos y ariscos, espantados por los nuevos aires de libertad, que acuerdan un matrimonio de conveniencia a espaldas de sus familias y de los propios novios, aunque las mujeres y los j¨®venes, como Goldoni manda, encontrar¨¢n la forma de escapar del yugo.
La adaptaci¨®n, a cargo del propio director, utiliza diversas variedades dialectales del catal¨¢n (mallorqu¨ªn, valenciano, leridano, gerundense), pero no se limita a jugar con los acentos como elemento c¨®mico. Con un o¨ªdo formidable para las expresiones de cada zona, siempre al servicio de la r¨¦plica (y de la partitura original), Pasqual crea un tapiz ling¨¹¨ªstico viv¨ªsimo, un c¨®ctel de naturalismo y parodia estilizada que echa mano de expresiones castellanas e incluso recurre al ¡°morcillismo ilustrado¡± de un par de ocurrencias de Julio Camba: una verdadera creaci¨®n.
Calificada como?¡°la obra maestra del teatro c¨®mico en Italia¡±,?¡®Els fer¨¦stecs¡¯? es un sainete breve, bien observado y mejor armado
La estilizaci¨®n tambi¨¦n parece ser la clave de la puesta en escena. El texto es pura liviandad y solo as¨ª puede montarse. La forma elegida no es comedia del arte ni es costumbrismo. Fiel a Goldoni, Pasqual no pierde nunca de vista la realidad, pero la reinventa, la aligera en un gui?o constante, la hace volar: me record¨® mucho al registro de farsa casi musical de One Man, Two Guvnors, de Richard Bean, la comedia inglesa m¨¢s exitosa de los ¨²ltimos a?os, dirigida por Nicholas Hytner en el National londinense, que era, precisamente, una adaptaci¨®n libre de Arlequ¨ªn, servidor de dos amos. Tambi¨¦n pens¨¦ en un maestro espa?ol, un experto en la construcci¨®n de pompas de jab¨®n indestructibles: el gran Jos¨¦ Luis Alonso. Como siempre, el ritmo es el motor de la ligereza. Aqu¨ª est¨¢ todo sincronizad¨ªsimo, sin un momento de respiro, como un gran vodevil: de principio a fin, los actores parecen estar danzando. Todo se mueve, todo gira, todo va: Anything goes, como dir¨ªa Cole Porter. Paco Azor¨ªn ha dise?ado un espacio vac¨ªo, ce?ido por los arcos del patio de butacas (reminiscentes de Un dels ¨²ltims vespres en el Lliure de Gr¨¤cia) y con un mecanismo sorpresa, brillante y divertido, que ya descubrir¨¢n. Sin decorados ni apenas mobiliario, nos hace ver los dos lados, literales y simb¨®licos, de la acci¨®n: de puertas adentro, la libertad asfixiada; de puertas afuera, la vida que llama bajo las m¨¢scaras y las danzas, con el Himno de Riego a guisa de marcha carnavalesca. Hay que aplaudir, igualmente, el precioso vestuario de Alejandro And¨²jar y las caracterizaciones de Eva Fern¨¢ndez.
Pasqual ha dicho: ¡°Es una comedia que solo puede hacerse si se tiene un reparto como este¡±. Santa verdad. Estupendos int¨¦rpretes, con una vis c¨®mica apabullante, capaces de sacarles punta a todo y con constantes intercambios de energ¨ªa. Los cuatro tipos protagonistas parecen uno solo en el texto, pero en escena se advierten los matices. Arturo es desaforado, vibr¨¢til como una marioneta el¨¦ctrica, y el enorme Jordi Bosch lo interpreta a la manera de Capri en su faceta m¨¢s iracunda. En manos de Andreu Benito, Pepito se mueve como un oso misantr¨®pico. Salvador (Xicu Mas¨®) es un jabal¨ª carlista (boina roja incluida) de paso lento y embestida feroz. Boris Ruiz interpreta al calzonazos Tomeu con la gracia zorruna del a?orado Biel Moll. Hay m¨¢s fantasmas felices, porque Anna Lizar¨¢n parece haberle prestado su aroma, como un aura, a Laura Conejero: el personaje bomb¨®n de Vict¨°ria, pura encarnaci¨®n del buen sentido y el coraje tranquilo bajo el envoltorio de dama seductora y sofisticada, tiene la picard¨ªa y la zumba de la Lizar¨¢n en aquel lejano pero no olvidado 30 de Abril de Joan Oliver. El teatro es un espacio propicio para los v¨ªnculos, los perfumes flotantes, los viajes en el tiempo: ah¨ª nada desaparece del todo porque todo es tradici¨®n, todo es pasarse el testigo, todo es familia. Hay que ver a Rosa Renom, una Margarita inquieta como nutria en peleter¨ªa, colocando el latiguillo de ¡°fig¨²rate¡± con la sabidur¨ªa de Mari Carmen Prendes, y a Rosa Vila (Marina), que mira y habla y se desliza como si Agnes Moorehead hubiera vivido toda la vida en Cervera, y a ese joven maestro de la comedia que es Carles Mart¨ªnez sirviendo el personaje de Ricardo, conde de las Tres Torres, como si estuviese en el sal¨®n victoriano de una comedia de Wilde. Y otro aplauso para los m¨¢s j¨®venes de la familia: Pol L¨®pez, actor al que har¨¢ unos meses califiqu¨¦ de ¡°lunar¡± por su espl¨¦ndido trabajo en Iv¨¢n i els gossos, de Hattie Taylor, tambi¨¦n en el Lliure, le da un encanto casi pastoril a Quimet, el mozo que ha de casarse a la fuerza con Llucieta, y ella es Laura Aubert, un torbellino c¨®mico, la gran revelaci¨®n de Els fer¨¦stecs, que habla y se mueve en escena como si sus maestras hubieran sido Tilda Espluga y Teresa Lozano. Si est¨¢n tristes, cabreados o aburridos y quieren placer en vena, corran al Lliure.
Els fer¨¦stecs. Carlo Goldoni. Direcci¨®n: Llu¨ªs Pasqual. Int¨¦rpretes: Jordi Bosch, Laura Conejero, Andreu Benito, Rosa Renom. Teatre Lliure, Barcelona. Hasta el 19 de mayo.
Babelia
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