Crueldad fraternal
'Mi hermana y yo' de J. R. Ackerley es un monumento de maledicencia y humor cruel
Todo lo que escribi¨® J. R. Ackerley (Londres 1896-1967) trataba de lo suyo: su vida, su homosexualidad, su perra, su padre y su hermana. Capit¨¢n en la I Guerra Mundial, herido, prisionero en Suiza, escribi¨® una obra de teatro, Los prisioneros de guerra, para hablar de sus amores carcelarios. Pas¨® cinco meses en la India, secretario de un maharaj¨¢, y lo cont¨® en Vacaci¨®n hind¨². Novel¨® en Vales tu peso en oro su pasi¨®n por un muchacho de la clase trabajadora y una perra pastor alem¨¢n, a la que dedic¨® adem¨¢s Mi perra Tulip. Esper¨® a morirse para airear sus devociones familiares. El fantasma del padre se le apareci¨® cuando ley¨® dos cartas de esas que s¨®lo se abren despu¨¦s de la muerte del firmante: su padre, el magnate ingl¨¦s del pl¨¢tano, hab¨ªa llevado una doble vida, con dos casas, dos mujeres y dos familias. Ackerley escribi¨® la extraordinaria autobiograf¨ªa Mi padre y yo.
Mi hermana y yo es una selecci¨®n de los diarios de Ackerley, sacados un tanto subrepticiamente del dormitorio del escritor, todav¨ªa de cuerpo presente, por su amigo y albacea Francis King, que ha editado tambi¨¦n estas p¨¢ginas. Hay una diferencia entre los dos espejos elegidos por Ackerley para mirarse a s¨ª mismo, el padre y la hermana: si su padre le merece admiraci¨®n y respeto, ¡°generoso y de trato f¨¢cil¡±, su hermana le parece insoportable. Mi hermana y yo es un monumento de maledicencia y humor cruel, como si, m¨¢s que de una relaci¨®n fraterna, tratara de un matrimonio insensato. La pareja bebe para soportarse y aplacar la irritaci¨®n de estar juntos, y se pelea m¨¢s, porque el alcohol desata la lengua. Pero da igual no beber: ¡°La ira vale tanto como el alcohol para decir verdades como pu?os¡±.
Mi hermana y yo es un retrato y un autorretrato. Los protagonistas son el bello Ackerley y la bella Ackerley, Joe y Nancy. ¡°Entre todos los dones que conceden las hadas madrinas no es la belleza el m¨¢s propicio a la felicidad¡±, se le¨ªa en Mi padre y yo. Joe fue un estudiante famoso por su belleza; Nancy, tres a?os menor que su hermano, era en 1923 modelo en Par¨ªs. Joe llegar¨ªa a director literario de la revista de la BBC. El poeta Auden dijo una vez que Ackerley ten¨ªa cuatro motivos para ser feliz: haber disfrutado de un padre comprensivo, del aprecio de los escritores j¨®venes, de una perra como Tulip, y de haber escrito cinco buenos libros. Pero, seg¨²n Ackerley, Nancy, despu¨¦s de veinticinco a?os aliment¨¢ndose de resentimiento y celos de todo el mundo, incluida la perra del hermano, ¡°ha fracasado hasta en el intento de matarse¡±.
Estos diarios son un caso excepcional de sinceridad embustera. La iron¨ªa y el humor dolido, como el alcohol, son reveladores de verdades
Cuando empiezan estos diarios, en el verano de 1948, Nancy se aloja en una casa de hu¨¦spedes y s¨®lo quiere vivir con Joe, que dice no disponer de sitio porque ha acogido a una t¨ªa octogenaria. Los dos hermanos se atienen en sus relaciones a una ¡°enloquecida y terrible l¨®gica interna¡±: m¨¢s hist¨¦rica se pone Nancy, menos deseable es estar con ella, y entonces Nancy se da cuenta y m¨¢s hist¨¦rica se pone. El episodio m¨¢s significativo de todas estas desventuras se inicia con una carta deslizada por debajo de la puerta al final de unas navidades: ¡°No puedo seguir adelante¡±, dice la hermana. ?Va a suicidarse otra vez? A las seis de la ma?ana, a oscuras en la casa de hu¨¦spedes, el hermano se pregunta d¨®nde est¨¢ la habitaci¨®n de la due?a. Quiere subir al dormitorio de Nancy, pero no sabe cu¨¢l es. El razonable Ackerley concluye: ¡°Si se hab¨ªa matado durante la noche ya estaba muerta y, si no lo hab¨ªa hecho, estar¨ªa viva¡±. ?Vale la pena soliviantar a toda la casa?
Entonces confiesa su peor maldad de mis¨®gino, clasista y mis¨¢ntropo: interrogado por la polic¨ªa despu¨¦s del suicidio fallido, niega la existencia de la carta y convierte su mentira en una alucinaci¨®n de la hermana. ¡°Gracias a Dios, pens¨¦, estall¨¦ en l¨¢grimas¡±, cuenta Ackerley, como un actor que debe llorar en primer plano. ¡°En la ¨²ltima vuelta de tuerca de nuestro chantaje emocional, a m¨ª tambi¨¦n me agradaba haber sido capaz de llorar de aquella manera tan natural y espont¨¢nea¡±. Y, ¡°sobrecogido por una inmensa piedad por la pobre criatura¡±, repite contra s¨ª mismo las acusaciones que hab¨ªa lanzado contra Nancy: nadie le importa. S¨®lo quiere a su perra, Queenie. ¡°Me gustar¨ªa utilizar este diario s¨®lo para hablar de Queenie y de lo bien que lo pasamos juntos¡±. Estos diarios, muy bien traducidos por Andr¨¦s Barba, son un caso excepcional de sinceridad embustera. La iron¨ªa y el humor dolido, como el alcohol, son reveladores de verdades, y Mi hermana y yo parece las anotaciones de un estudioso del comportamiento animal que, dotado de un excelente instinto literario, no observara a los ratones desde fuera de la jaula, sino conviviendo con ellos, dentro. Nancy Ackerley cre¨® y dot¨® a la muerte de su hermano el premio para autobiograf¨ªas J. R. Ackerley. No conoci¨® estas p¨¢ginas.
Mi hermana y yo. J. R. Ackerley. Edici¨®n, notas y ep¨ªlogo de Francis King. Traducci¨®n y pr¨®logo de Andr¨¦s Barba. Editorial Sexo Piso M¨¦xico DF. Barcelona, 2013. 287 p¨¢ginas. 23 euros
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