¡°No siento afecto por la industria¡±
Al hombre que entendi¨® las m¨¢quinas cuando todo eran guitarras, al profeta de la revoluci¨®n digital, le gusta cantar en una coral
Resulta que al hombre que mejor entendi¨® las m¨¢quinas cuando todo eran guitarras, al gran profeta de la revoluci¨®n digital, lo que m¨¢s le gusta es cantar en una coral. A capela. Cuando ya hab¨ªa dise?ado a los Roxy Music m¨¢s sint¨¦ticos y se hab¨ªa largado a Nueva York para sentar las bases de unos renovados Talking Heads, despu¨¦s de trabajar con Bowie o John Cale, disfrutaba escap¨¢ndose a Brooklyn a cantar en un coro de gospel donde era el ¨²nico blanco. Tiene que ver con la idea de rendirse, dice, de perder el control. Tambi¨¦n con una forma de entender la unidad del sonido y formar parte de ¨¦l m¨¢s all¨¢ del ego art¨ªstico. La quintaesencia de la m¨²sica religiosa disfrutada con el fervor del ateo. Quiz¨¢ por eso, Brian Eno (Woodbridge, Suffolk, 1948), en todas sus facetas creativas ¡ªproductor de estrellas como U2 o Coldplay, artista visual, dise?ador de aplicaciones sonoras (adem¨¢s de componer la melod¨ªa de arranque de Windows)¡ª, es uno de los grandes arquitectos de la m¨²sica de los ¨²ltimos 40 a?os.
El estudio de grabaci¨®n fue la revoluci¨®n musical del siglo XX¡±
El trato reverencial con el que el viernes fue recibido en la Red Bull Music Academy de Nueva York ¡ªevento con el que la marca de bebidas energ¨¦ticas forma y promociona nuevos talentos musicales¡ª por 31 participantes de apenas 30 a?os fue un destello de la modernidad que proyecta este hombre menudo y rapado al cero que se niega a hablar del pasado bajo amenaza de dejarle a uno sin entrevista. Pero el futuro, los que le escuchaban, son m¨²sicos que quemaron hace tiempo sus instrumentos en una ceremonia de unos y ceros. El productor les importa hoy un pimiento. Ellos son el productor en el reino del hazlo t¨² mismo. ¡°Hoy es muy dif¨ªcil ser solo m¨²sico y no productor. Es revelador el cambio de naturaleza de la m¨²sica. Lo llamamos igual que a lo que se hac¨ªa 150 a?os atr¨¢s, pero ya no es el mismo arte. Cuando empezaron las pel¨ªculas, enseguida vieron que no era teatro y lo llamaron cine. Era otra forma art¨ªstica. Lamentablemente, como la m¨²sica recibe el mismo nombre, pensamos que es lo mismo¡±, explica con cortante precisi¨®n en una entrevista milimetrada.
Hitos biogr¨¢ficos
Brian Peter George Eno naci¨® en Suffolk en 1948.
Miembro fundador de Roxy Music, milit¨® en la banda entre 1971 y 1973 y figura en los dos primeros discos.
En 1973 comenz¨® su carrera en solitario, que deriv¨® hacia un estilo de electr¨®nica bautizado con el t¨¦rmino ambient music.
Entre 1975 y 1977 es parte fundamental en la Trilog¨ªa de Berl¨ªn de David Bowie, (Low, Heroes y Lodger).
Con la ayuda del ingeniero Daniel Lanois produce en 1984 The unforgettable fire, de U2, el disco que propulsa a los irlandeses al estrellato.
En los ¨²ltimos a?os ha combinado el arte sonoro con la m¨²sica y la producci¨®n.
Eno, un alarde de genio y sarcasmo brit¨¢nico, sit¨²a el punto de inflexi¨®n todav¨ªa no asumido en la irrupci¨®n de la m¨²sica grabada. ¡°La revoluci¨®n tecnol¨®gica en el siglo XVIII fue la orquesta. La del siglo XX fue el estudio. Transform¨® la m¨²sica en otra forma art¨ªstica. Se convirti¨® en algo como la pintura: pod¨ªas trabajar cada d¨ªa un poco en ello. Sustrajo la m¨²sica de su apartado temporal y la dej¨® sola en el espacio. Y la figura capaz de entender todo eso fue la del productor¡±. Una pieza clave de la industria musical, cuya democratizaci¨®n ilustra perfectamente la defunci¨®n del modelo discogr¨¢fico tradicional. ¡°Eso espero. No siento ning¨²n afecto por ella ni me importa c¨®mo termine¡±.
Internet ha consumado el crimen perfecto que ansiaba. O que no le disgusta. Sin embargo, la m¨²sica actual, la de los ordenadores, adquiere a veces tics propios de un instrumento pensado originalmente como procesador de textos. Al final, se trata de la m¨²sica de las m¨¢quinas de escribir y la evoluci¨®n de sus comandos. A ¨¦l le encanta reflexionar sobre este asunto. ¡°Es algo muy serio. La facilidad del corta y pega, por ejemplo, ha hecho m¨²sica como esa arquitectura de ah¨ª [se?ala un edificio que se ve desde la ventana]. Haces un piso y luego el resto son iguales. El problema de esta tecnolog¨ªa es que terminas decant¨¢ndote por la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil. En la ¨¦poca de las limitaciones, no pod¨ªas hacer Control-Z [la funci¨®n de deshacer], no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Eso aporta consciencia de lo que haces. Es bueno recordar lo bueno de la tecnolog¨ªa que se extingue¡±.
Y c¨®mo hacer un buen disco? ¡°Primero que sea algo nuevo, sin esa p¨¢tina de acabado y autotune [afinador digital] que envuelve todo el nuevo r¡¯n¡¯b. Luego necesitas un presupuesto bajo y una fecha de entrega. Un contexto. Hasta entonces, todo es un experimento¡±. Como las 2.809 piezas que permanecen in¨¦ditas en su disco duro.
No me gusta el mundo del arte y creo que tampoco yo le gusto a ¨¦l¡±
Toda su teor¨ªa musical est¨¢ suspendida de un an¨¢lisis casi pol¨ªtico. Como su desprecio por el free jazz. La improvisaci¨®n le parece un acomodo inconsciente de los miembros del cuerpo que hacen sonar el instrumento en las posiciones f¨ªsicamente m¨¢s f¨¢ciles. Pura vagancia convertida en m¨¦todo musical. La m¨²sica requiere normas. Lo mismo que el sonido de un bajo obtenido por ordenador proporciona una velocidad mayor, tambi¨¦n resulta m¨¢s artificial que unos dedos desliz¨¢ndose por las pesadas cuerdas del instrumento. ¡°Evidentemente no reniego de la tecnolog¨ªa. Solo digo que conviene recordar lo bueno que ten¨ªa aquello que dejamos atr¨¢s¡±. Todo grises. Como la demolici¨®n tan suya de la frontera entre alta cultura y cultura popular. Su trabajo va de Coldplay al museo. ¡°No me gusta el mundo del arte. Tampoco creo que yo le guste a ¨¦l. Creen que si algo le gusta a demasiada gente no es bueno. Una obra puede ser popular y magn¨ªfica¡±.
Le obsesiona la contingencia (especialmente la teor¨ªa al respecto del fil¨®sofo Richard Rorty) y la azarosa circunstancia por la cual las experiencias, art¨ªsticas y biogr¨¢ficas, adquieren valor. Como los precios del arte. O como 77 million paintings, la instalaci¨®n que ayer mostr¨® en Nueva York. Una variaci¨®n audiovisual del modelo tradicional de m¨²sica aleatoria encumbrado por John Cage. Una pieza que, como el nombre indica, proyecta esa cantidad de combinaciones posibles entre m¨²sica e imagen. Una carambola, para entendernos. Como la que le hizo toparse en el metro de Londres a los 23 a?os con Andy Mackay, un antiguo compa?ero de la universidad de Reading que tocaba el saxof¨®n y le introdujo en Roxy Music. La banda de la que ya no quiere o¨ªr hablar. El origen de su leyenda.
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