El clasicismo circense

Indudable es la maestr¨ªa inconmensurable de Diego Ventura, un torero a caballo que ha alcanzado la cima de su carrera y muestra una regularidad extraordinaria en cada una de sus actuaciones. Se ha convertido, sin duda, en una garant¨ªa de ¨¦xito, y contemplar sus evoluciones en el ruedo es un aut¨¦ntico deleite. Ayer, sin ir m¨¢s lejos, volvi¨® a alcanzar un clamoroso triunfo en Las Ventas y sali¨® a hombros por la puerta grande. Honor y gloria, pues, a un gran torero.

Dicho lo cual, se debe aclarar que el entusiasmo provocado no fue la l¨®gica respuesta a una actuaci¨®n plet¨®rica, sino a los n¨²meros circenses que Ventura lleva en su espect¨¢culo y que ¨¦l domina a la perfecci¨®n en funci¨®n de la respuesta del p¨²blico.

Las dos orejas de su segundo toro no las cort¨® por su forma perfecta de parar a un animal tardo de embestida, o de banderillearlo a lomos del gran Pegaso, que marca la diferencia sobre los dem¨¢s equinos.

El entusiasmo lo provoc¨® Ord¨®?ez, experto en llamar a su enemigo con su mano derecha, y, sobre todo, Morante, que muerde a los toros, al que sac¨® al final para enardecer al p¨²blico. ?Y vaya si lo enardeci¨®! Mientras los tendidos no se inmutan ante un par de banderillas clavado seg¨²n los c¨¢nones, se vuelven locos cuando Morante aprovecha el encuentro para lanzar un mordisco a la testuz del toro, que se queda pasmado y sorprendido ante tan extra?a reacci¨®n. Lo ¨²ltimo que se espera el toro, se supone, es que un caballo le lance un bocado.

En fin, dos orejas gracias a sus concesiones a la galer¨ªa, porque el p¨²blico de rejoneo ha evolucionado tanto que aprecia mucho m¨¢s la heterodoxia que el clasicismo.

Cl¨¢sico estuvo Ventura en su primero. Sencillamente extraordinaria fue su actuaci¨®n ante el toro m¨¢s codicioso y manejable de la mansa corrida de Carmen Lorenzo. Lo par¨® en el espacio de una moneda, y montando a Nazar¨ª explic¨® de manera magistral lo que es parar y templar a dos bandas, con los pitones del toro imantados en los pechos del caballo. Los quiebros fueron clamorosos de la mano de Milagro, pero la calidad suprema no produjo la apoteosis esperada.

Por eso, el cl¨¢sico se torn¨® en circense y se gan¨® la salida a hombros. ?Lo que es entender a los p¨²blicos¡­!

Tras diez a?os en activo, confirm¨® la alternativa Mariano Rojo. Con sobriedad y entrega aprob¨® la rev¨¢lida y cort¨® una oreja. Grande y consolidado, tambi¨¦n, sobre todo en el sexto, Leonardo Hern¨¢ndez, en racha ascendente. Sensacional un par de banderillas a dos manos.