?Torerazos!
Miguel ?ngel Perera no pudo abrir la puerta grande, pero demostr¨® que es un torerazo recuperado ?ngel Teruel tiene maneras toreras, pero pec¨® de frialdad y falta de ambici¨®n
La lidia del tercero de la tarde fue una pel¨ªcula de alta tensi¨®n protagonizada por un toro fiero y de encastada nobleza -Peladito, de 510 kilos- y dos torerazos, uno de oro, Miguel ?ngel Perera, y otro de plata, Joselito Guti¨¦rrez.
El primer susto se lo llev¨® Perera al recibirlo con el capote; resbal¨® y cay¨® en la cara del toro, intent¨® hacerse el quite con la tela, pero hab¨ªa quedado debajo de su cuerpo. De pronto, se vio con los astifinos pitones en la misma cara y a ellos se agarr¨® con toda su fuerza para salvarse de un posible derrote de dram¨¢ticas consecuencias. Afortunadamente, la voltereta no pas¨® a mayores.
Alcurruc¨¦n/Castella, Perera, Teruel
Toros de Alcurruc¨¦n, correctos de presentaci¨®n, mansones y nobles; destac¨® el tercero; de encastada nobleza. Muy aplomados segundo y cuarto.
Sebasti¨¢n Castella: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, estocada baja _aviso (silencio).
Miguel ?ngel Perera: estocada (oreja); estocada (gran ovaci¨®n).
?ngel Teruel, que confirm¨® la alternativa: casi entera (ovaci¨®n); media estocada y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. 15 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Despu¨¦s, llegar¨ªa el turno de Joselito Guti¨¦rrez con las banderillas en las manos. Ya hab¨ªa esperado al toro en el primer par, pero en el otro aguant¨® como un t¨ªo la poca acometividad de su oponente, clav¨® en la misma cara y result¨® atropellado y volteado por el empuje del animal. No pas¨® nada y la plaza se ven¨ªa abajo al homenajear a un torero valiente.
Lleg¨®, entonces, la hora de la verdad para Perera. En el centro del anillo se encontraron los dos, toro y torero. El animal desafiante, y el torero, con la cara o la cruz de su propio prestigio, en horas bajas. Y comenz¨® una lucha sin cuartel. El toro acudi¨® presto al cite con fiereza y agresividad, cuajadas de casta y nobleza, y se encontr¨® con un torero muy dispuesto, asentado en la arena, seguro de s¨ª mismo, y dispuesto al triunfo. Y brot¨® el toreo aut¨¦ntico, el verdadero, el que nace del mando, de la hondura, la ligaz¨®n y la templanza. Se notaba que Perera ven¨ªa con un deseo irreprimible de triunfo, y puso a colaci¨®n toda su experiencia y entrega. Los redondos surgieron limpios y largos, ligados en un palmo de terreno, ajustad¨ªsimos, y abrochados con magn¨ªficos pases de pecho. El torero, siempre cruzado al pit¨®n contrario, desbord¨® torer¨ªa por naturales, y cuando la plaza herv¨ªa de emoci¨®n, decidi¨® err¨®neamente seguir la faena -hacia abajo ya el diapas¨®n de la emoci¨®n- y aunque se volc¨® con toda su alma sobre el morrillo del animal y cobr¨® una estocada hasta el pu?o, todo qued¨® en una solitaria oreja que supo a poco.
OVACION: Junto a Javier Ambel y Joselito Guti¨¦rrez, destacaron Vicente Herrera, con las banderillas, y Jos¨¦ Chac¨®n con el capote.
PITOS: Una bronca sonora a la empresa Taurodelta por su ineficacia en el acondicionamiento del ruedo que oblig¨® a que el festejo comenzara con veinticinco minutos de retraso.
Lo intent¨® de veras en el quinto, pero el toro ya no era el mismo. Noble, tambi¨¦n, pero apocado de ¨¢nimo, y aunque la faena tuvo r¨¢fagas brillantes, no alcanz¨® el vuelo necesario para que se abriera la otra hoja de la puerta grande. No sali¨® a hombros Perera, pero demostr¨® que es un torerazo recuperado que puso de acuerdo a la afici¨®n madrile?a.
Hubo otro torerazo en la plaza. Se llama Javier Ambel y visti¨® de fucsia y azabache. El tercio de banderillas del segundo de la tarde fue un derroche de torer¨ªa. Se sinti¨® torero, grande, h¨¦roe y artista, y el tendido capt¨® el mensaje. Se perfil¨® Javier para poner el segundo par. Levant¨® los brazos, llam¨® la atenci¨®n del toro, se dej¨® ver, se dirigi¨® al encuentro sin prisas, cuadr¨® en la misma cara, se asom¨® al balc¨®n, dej¨® los garapullos en todo lo alto y sali¨® andando de la suerte, mientras la plaza, puesta en pie, lo aclam¨® con una atronadora ovaci¨®n de reconocimiento, como merecen los grandes toreros.
Y ah¨ª se acab¨® la presente historia; al menos, la emocionante, la protagonizada por la emoci¨®n del toro encastado y el torero heroico.
Confirm¨® la alternativa ?ngel Teruel, que hizo su primer pase¨ªllo en la plaza madrile?a. Ha toreado poco y se le nota, al igual que sus buenas maneras. Se ve que tiene un buen maestro -su padre- a su lado. Su primero fue un toro noble, tan simplemente noble como tonto, y el muchacho pudo contar a todos que conoce el manejo de los enga?os, que posee maneras toreras y soltura en las mu?ecas. Su labor, sin embargo, pec¨® de excesiva pulcritud y frialdad. Tuvo muchas dudas con el capote, la pierna siempre atr¨¢s, y no fue capaz de estirarse una sola vez. Le falt¨® cre¨¦rselo con la muleta; le falt¨® arrebato y la pasi¨®n necesaria para trasmitir a los tendidos sus ganas de ser torero. Lo hizo bonito, pero sin grandeza. Parec¨ªa todo menos un principiante, y eso no es bueno. No mejor¨® ante el sexto, otro noble y apocado animal con el que no pas¨® de discreto.
Y la peor suerte se la llev¨® Castella, con los dos toros m¨¢s aplomados del encierro, y no pudo destacar ni con capote ni muleta. La verdad es que este torero utiliza todas las ventajas, se coloca al hilo del pit¨®n y casi todos sus pases resultan anodinos y vulgares. Si, encima, no tiene toros, suele ser tan aburrido. Lo criticaron, y mucho, por sus formas toreras, pero no tuvo opciones y esa es una realidad que no se puede ocultar.
La plaza se llen¨® por segunda vez -la primera, el d¨ªa del rejoneo-, y la gente disfrut¨®, que es lo importante. Es lo que suele ocurrir cuando sale un toro y hay torerazos en la plaza.
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