Celebraci¨®n del mal
El filme viene a demostrar que la racionalidad es el aut¨¦ntico veneno del g¨¦nero de terror
Cuando David Lynch firm¨® la muy maltratada e incomprendida Twin Peaks. Fuego camina conmigo (1992), el experto en cine de terror Kim Newman escribi¨®, en una estupenda cr¨ªtica, que ¡°(sus) muchos momentos de horror (¡) demuestran hasta qu¨¦ punto la convencional pel¨ªcula de terror de los a?os 80 y 90 se ha convertido en algo demasiado limpio, domesticado y convencional¡±. La pel¨ªcula de Lynch fue objeto del rechazo de los incondicionales del g¨¦nero con la misma vehemencia con que el p¨²blico del festival de Sitges se soliviant¨® ante la ¨²ltima propuesta de Rob Zombie, autor que no ser¨ªa exagerado considerar como la extrema izquierda de un g¨¦nero que, por lo general, flirtea con las imaginer¨ªas de lo oscuro, pero rara vez se atreve a formular provocaciones realmente hondas. No es casual que el cineasta Nacho Vigalondo, entusiasta valedor del trabajo de Zombie, haya detectado en Lords of Salem elocuentes sincron¨ªas con Twin Peaks. Fuego camina conmigo, que van de lo estructural ¨Cla cr¨®nica de la ca¨ªda (o la transubstanciaci¨®n) de un alma pautada en siete d¨ªas consecutivos- a lo simb¨®lico ¨Cambas pervierten la hagiograf¨ªa-. Como Lynch entonces, el Rob Zombie de Lords of Salem viene a demostrar que la racionalidad es el aut¨¦ntico veneno de un g¨¦nero ¨Cel terror- que s¨®lo puede elevarse cuando libera la fuerza de su subconsciente.
LORDS OF SALEM
Direcci¨®n: Rob Zombie. Int¨¦rpretes: Sheri Moon Zombie, Bruce Davison, Meg Foster, Dee Wallace Stone, Michael Berryman, Mar¨ªa Conchita Alonso. G¨¦nero: Terror. Estados Unidos-Gran Breta?a-Canad¨¢, 2012. Duraci¨®n: 101 minutos.
En Lords of Salem, la locutora de un programa radiof¨®nico recibe un vinilo en cuyos surcos parece palpitar una invocaci¨®n sat¨¢nica. La acci¨®n transcurre en la emblem¨¢tica localidad que ajustici¨®, con crueldad puritana, a sus supuestas brujas, garantizando un orden tan sombr¨ªo como est¨¦ril, orden que infecta incluso al peculiar tratamiento crom¨¢tico de la pel¨ªcula. El cineasta renuncia a todo susto de post-producci¨®n, a todo golpe de efecto barato, en suma, para bordar un impecable ejercicio de terror atmosf¨¦rico que bebe tanto de lo lynchiano como de un profundo conocimiento de las fuentes del g¨¦nero: los juegos con el espacio y la iluminaci¨®n, las perturbadoras apariciones a fondo de plano, la calculada sedimentaci¨®n del mal rollo¡ Zombie, cuya sofisticada cinefilia de subsuelo recorre tanto el reparto como la direcci¨®n art¨ªstica, acaba siendo consecuente con las implicaciones de la imagen que decora el dormitorio de su protagonista: la luna de M¨¦li¨¨s; es decir, el icono por excelencia de un cine entendido como liberaci¨®n del sue?o y del deseo. En el desenlace de Lords of Salem, la irracionalidad toma las riendas, logrando que la pel¨ªcula revierta la tradicional polaridad moral del g¨¦nero: lo que propone Zombie es, en definitiva, una gozosa, blasfema, irreverente y espectacular celebraci¨®n del Mal.
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